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*Este capítulo contiene escenas +18*

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~Violette~

En la vida solo hay cuatro cuestiones importantes

1. ¿Qué es sagrado? 
2. ¿De qué está hecho el espíritu?
3. ¿Para qué vale la pena vivir?
4. ¿Para qué vale la pena morir? 

Solo existe una respuesta: Amor. 

~Don Juan DeMarco

Al parecer, el plan improvisado de Dave, después de mi desagradable actitud; había funcionado a la perfección. Supongo que Evan no notó nada extraño. 

Ya imaginaba lo que probablemente lo había atraído de nuevo a la ciudad, las noticias sobre mi discurso se habían propagado en todo Nueva York y más allá del estado, no me sorprendería de ninguna manera que él supiera de lo mío con Dave. 

Camino a casa, pensé  en todas esas cosas que seguro Evan pensaba de mí. Era una tarea imposible no sentir importancia por sus ideales cuando yo moría por contradecirlo todo, quería enfrentarlo, pero me asustaba ser débil, no quería ser débil, nunca más. Tal vez su visita se debía a querer burlarse de mí por haber terminado emparejada con un mesero, además decir que soy tan patética y miserable por la misma razón... No lo sé, probablemente me estoy frustrando demasiado por una maldita coincidencia... 

Dave no hablaba, veía que escribía mensajes en su teléfono. Por lo que pude ver, era Taylor; siempre aprovechaba algún momento para estar en contacto. Entender su amistad era complejo, a veces consideré el hecho de que Dave quería más a Taylor que a Sam incluso, pero no soy Dave para afirmar eso… 
Taylor es como un hermano para él y eso es lindo. Me alegra que tenga a alguien como su mano derecha, alguien como su respaldo en sus malos momentos; aunque, sinceramente, me desilusiona poder serlo, pero no merecerlo en absoluto. 

Cuando llegamos a casa, las cosas no cambiaron, Dave y yo no tomamos palabra sobre nada, el silencio me mataba, pero tampoco sabía qué decir. 

—...Haremos las maletas y luego podemos hacer llamadas con amigos para despedirnos. Probablemente este viaje nos lleve más tiempo, espero que logremos avanzar más en otras comunidades… —mi voz se sentía nerviosa e insegura, era como si estuviera tratando de hacer pasar desapercibido mi maldito acto de locura. Sabía que Dave lo entendía, sabía que me entendía, que tal vez no fue el mejor momento para cuestionarme; la verdad es que me consumía pensar en Evan y eso no era bueno para ambos… Pero, como siempre, mi maldito orgullo me llenaba, no quería aceptar que necesitaba disculparme mejor, aún cuando Dave me diera un perdón asegurado. Supongo que ese es mi error, suponerlo todo. 

—Claro, estaré en la habitación y… Hablaré con Sam otra vez. Probablemente también hablé con Will, debo checar que no quede alguna cosa pendiente —asentí sin mirarlo y él se retiró con un aspecto indiferente. La culpa venía una y otra vez, Dave era tan tierno, tan lindo, y a veces, yo era un monstruo que no merecía tenerlo porque lo destruía sin pensarlo… No quería lastimarlo, no quería gritarle, no debía gritarle. «¿Por qué es tan difícil pedirle una maldita disculpa?»

Enamorada del chico del barDonde viven las historias. Descúbrelo ahora