Capítulo 42 (Maratón - Parte 4/4)

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                Arremetió contra mi boca de una forma mucho más voraz que antes, introduciendo su lengua en ella. Coloqué mis manos en su cintura, sintiendo el calor de su piel debajo de aquél vestido que se había subido hasta dejar al descubierto la mitad de sus muslos. Ella rodeó mi cuello con sus brazos, y poco a poco el beso se fue tornando más apasionado. Acercó lo más que pudo su cadera a la mía, haciendo pequeños movimientos sin dejar de comerme la boca. Pasó sus manos desde mi nuca hacia mis pechos, haciéndome estremecer. Podía sentir cierto temblor en sus dedos, era evidente que estaba nerviosa. A decir verdad, yo también estaba como adolescente a punto de su primera vez. Era más que obvio lo que estaba por suceder, y me parecía increíble. Tenerla así era algo que hasta hace días no me hubiera atrevido ni siquiera a imaginar. Y ahora estaba allí, sobre mí, tocándome. Rodeé su cintura con mi brazo, pegando su cuerpo por completo al mío, para hacerla sentir segura de que deseaba aquello tanto como ella.

                Con la mano libre tomé su nuca y despegué mis labios de los suyos para pasar a dejar besos en su cuello. Al sentirlos tiró su cabeza hacia atrás, demostrándome que le gustaba. Inhalé fuerte para llenar mis pulmones de su perfume. El aroma más maravilloso del mundo. Comencé a bajar lentamente hacia su clavícula, dejando un camino húmedo a mi paso. Llegué al nacimiento de sus pechos, y allí me detuve. Ella aún masajeaba los míos con ambas ma-nos. Volví mi vista hacia sus perfectos ojos azules, y  con delicadeza posé mis manos sobre sus muslos, cada vez más descubiertos a causa de su incesante vaivén de caderas. Los acaricié despacio, disfrutando del tacto de su piel. Mis movimientos hicieron subir un poco más el vestido, dejándome ver la ropa interior de encaje color hueso que traía. Mi nivel de excitación aumentó exponencialmente ante aquella visión. Sentí deseos de desnudarla allí mismo, pero me contuve. No quería que las cosas pasaran así con ella. Quería disfrutar de cada segundo.

                Volvimos a conectar nuestras bocas y yo dejé que mis manos se metieran por su ropa hasta posicionarlas sobre su trasero. Lo apreté sin hacer demasiada fuerza. No pude evitarlo, era perfecto. Lanzó un pequeño gemido en respuesta. La temperatura en ambos cuerpos aumentaba conforme se agitaban nuestras respiraciones. Se apartó de mí unos centímetros para besar mi cuello, justo como yo había hecho con el suyo minutos antes. Cerré los ojos, dejándome llevar por esa magnífica sensación. Si antes ya me sentía acalorada, con eso logró encender fuego en mi interior. De pronto se separó completamente de mí, haciéndome abrir los ojos con sorpresa. Para frente al sillón, me miraba con una sonrisa pícara. Me extendió su mano y la tomé. Otra vez fue ella la de la iniciativa, llevándome directo hacia su habitación. Parecía que iba a subirse a la cama, pero en lugar de eso frenó en seco y giró para verme, como si se hubiera asustado de repente.

-Al… yo…- comenzó a decir nerviosa, bajando la mirada.

-¿Qué sucede, cariño?- pregunté acariciando su mejilla.

-Al… yo nunca…- volvió a intentar, incapaz de terminar la frase.

-¿Nunca?- pregunté, ocultando mi sorpresa ante lo que supuse que quería decirme.

-No. Quiero decir… no… con una mujer.- dijo al fin.

                Me dio ternura su comportamiento. De un segundo a otro había pasado de ser la mujer atrevida que se me había montado en el sillón, a ser una niña tímida. La abr-acé primero para luego besarla tiernamente.

-No tenemos que hacer nada hoy si no quieres, ¿sabes?- susurré, volviendo a acariciar su rostro.

-Es que… yo sí quero, Alex.

-Entonces sólo déjate llevar.

                Mi sonrisa se ensanchó todavía más, y por fin ella me miró a los ojos. Se podía notar su nerviosismo, pero también un intenso deseo. La besé una vez más, mientras con mis manos buscaba el cierre del vestido para quitárselo. Lo bajé despacio, como pidiéndole permiso, y cuando éste estuvo en el suelo, me detuve a admirar el cuerpo de la preciosa mujer que tenía frente a mí. Sus piernas largas, su abdomen plano, sus pechos pequeños metidos en ese sostén de encaje color hueso.

-Eres perfecta.- susurré extasiada.

                Ante su mirada atenta comencé a desprender también mi vestido. Lo hice despacio, disfrutando de su reacción al verlo caer poco a poco por mis hombros. Estaba algo oscuro dentro del cuarto, pero el brillo en sus ojos podía notarse de todas formas.

-Tú eres perfecta, Al.- susurró también.

                La tomé por la cintura, guiándola para que se recostara sobre la cama, subiéndome luego encima, recargando mi peso sobre las rodillas y los brazos. Una vez más nuestros labios se buscaron y se unieron en una danza cargada de pasión. Comenzó a acariciar mi espalda, desprendiéndome el sostén cuando llegó a él. Le facilité la tarea quitándomelo yo misma, y automáticamente sentí sus manos sobre mis senos, haciéndome gemir. Cuando vi que quería imitarme, quitándose el suyo, la detuve. Bajé con besos por el mismo camino que antes ya había recorrido, y seguí hasta sus senos. Pasé mi lengua por el espacio entre ambos, luego por su abdomen, arañando delicadamente su piel con mis dientes por momentos. Ella suspiraba sonoramente cada vez que lo hacía. Frené justo al borde de su ropa interior.

                Regresé a su boca, y ella me tomó desesperadamente del rostro con ambas manos. Apoyando mi peso sobre el codo derecho, llevé mi mano izquierda hacia su intimidad, acariciándola por sobre la tela. Un gemido se escapó de su boca, ahogándose en la mía. Casi de forma instintiva sus piernas se abrieron, y pude percibir lo húmedo y caliente que estaba su centro. Introduje mi mano para sentirla directamente, provocándole más gemidos que resonaron por la habitación. Sus uñas comenzaron a clavarse en mis hombros cuando, con su propia humedad, lubriqué su clítoris haciendo círculos sobre él con mis dedos. Abrió un poco más sus piernas, invitándome a penetrarla por fin, pero no lo hice. Me moví de donde estaba, y me dediqué a terminar de desvestirla, dejando luego que ella quitara lo poco que quedaba de mi ropa.

                Cambié de posición, ubicando mi cabeza entre sus piernas. Su respiración se había agitado sobremanera, y volvió a suspirar cuando mis labios iniciaron un camino de besos desde la cara interna de sus muslos hasta su centro. Sus dedos se enredaron en mi cabello, obligándome a quedarme allí. Inicié un movimiento suave con mi lengua sobre sus labios y de apoco me acerqué a su clítoris, haciéndola gritar en cuanto me apoderé completamente de él con mi boca. Introduje un dedo en su interior de a poco, y luego otro. Sus jadeos eran cada vez más fuertes, sus caderas se movían sin cesar, buscando profundizar la penetración.

-A… Alex… Alex no pares.- dijo con dificultad. Su respiración fallaba.

                Saqué los dedos de donde estaban, para volver a meterlos con mayor intensidad, hasta sentir su cuerpo tensándose, sus manos aferrándose todavía más fuerte a mi cabello, un gemido cargado de placer, y mi mano empapándose de su esencia.

Limpié mi boca y subí besando cada parte de su cuerpo con ternura. Ella me tomó del rostro para besarme profundamente. Me tendí de lado y se acurrucó en mis brazos. Nuestros corazones poco a poco fueron disminuyendo su andar alocado, latiendo al unísono. Sus delicados dedos recorrían mi espalda, llegando hasta la parte baja y volviendo hasta los omóplatos. Su mirada estaba clavada en la mía, y no necesitábamos palabras para transmitirnos todo lo que sentíamos en ese instante mágico.

-Yo también quiero probarte, Alex.- murmuró, dejándome notar lo cansada que estaba.

-Tenemos todo el tiempo del mundo para eso, mi amor.- le sonreí.

-¿Soy tu amor?- preguntó con los ojos brillando. La verdad no había sido totalmente cociente de lo que acababa de decirle.

-Sí, Piper. Eres mi amor.

-Qué bueno, porque tú también eres mi amor.- dijo con una enorme sonrisa, para luego besarme.

                Se quedó dormida así, desnuda, pegada a mí, sin borrar la felicidad de su rostro. La misma felicidad que inundaba mi ser esa noche. Acababa de hacerle el amor a la mujer más hermosa de todas. La que se había robado mi corazón sin que yo me diera cuenta. 

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Bueno, hasta acá llegué por hoy.

Espero que a pesar de la espera les haya gustado lo que traje. Sobre todo este último capítulo, considerando que es la primera vez que escribo algo así. Tenía mucho miedo de no poder lograrlo. Ojalá haya estado a la altura de las circunstancias.

Leo sus comentarios por acá, y una vez más, GRACIAS por su apoyo con esta historia 💕

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⏰ Última actualización: Aug 28, 2017 ⏰

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