Capítulo 26

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                Viernes, nueve treinta de la noche. Mi teléfono comenzó a sonar. Yo estaba recostada en mi cama, tapada en mantas, mirando Netflix para no pensar en lo mal que me sentía. Dejé que el teléfono sonara, ni siquiera sabía dónde lo había dejado. Pero a los pocos segundos, quien quiera que sea, volvió a insistir. Y otra vez. Y una vez más. Junté energías que no tenía para levantarme, con el único fin de buscar el móvil y ponerlo en silencio. Pero cuando vi de quien eran las llamadas perdidas me di cuenta de que en el fondo estaba esperando que fuera Piper. Estaba molesta con ella, pero deseaba que me llamara para pedirme perdón por lo que me había dicho, y así yo también le pediría perdón y todo estaría bien otra vez. La extrañaba. Tal vez demasiado. Pero no, no era ella la que había estado llamándome. Claramente no iba a pedirme perdón, y yo tampoco sería la que diera el primer paso. Era Roxanne la que había estado intentando comunicarse conmigo. Volvió a hacerlo mientras tenía el teléfono en mi mano y decidí tomar la llamada.

-¿Hola?

-Hola, Alex. Disculpa que este llamándote, créeme que no lo haría si no lo considerara necesario.

-No me asustes, ¿qué sucede?

-Mira, sé todo el problema que tuviste con mi hermana, sé que las dos son muy estúpidas y que se dijeron cosas horribles, pero ella te necesita ahora.

-¿Y te mandó a que me llames? ¿En serio? ¡Qué infantil!- se esfumaron de pronto mis deseos de pedirle perdón y perdonarla.

-No, Alex, ella no me pidió nada. Al contrario, está encerrada en su cuarto hace dos horas, no para de llorar, no quiere abrirme la puerta, no sé qué pasa.

-Seguramente volvió a pelearse con su amiguita la australiana.- respondí con fingida preocupación.

-¡Deja de ser idiota, por favor! Es algo serio, no ha querido hablar conmigo, y eso nunca pasa. Ella me cuenta todo. No lo sé, le pregunté si quería que te llame y me dijo que sí, pero al instante me gritó que no, que ni se me ocurra llamarte.

-Claro, si según ella yo soy una lesbiana obsesionada que la acosa.

-¿De verdad te dijo eso?

-Cada palabra.

-¡Dios! Esta mujercita si puede ser muy hiriente a veces. Oye, sé que tal vez no sirve de nada que te lo diga, pero ella suele tener reacciones desmedidas cuando está asustada o algo similar.

-¡Oh claro! ¡Se asustó de mi constante acoso, entonces me gritó que deje de hablarle porque ella no es como yo! Sí, cómo no, justifícala si quieres Roxanne.

-No es eso lo que quise decir. No creo que ella se sienta acosada. ¡Si hasta yo sé que fue ella la primera en insistir para acercarse a ti! Mira, la verdad no entiendo que mierda está pasando por la cabeza de mi hermana, pero te repito, ella te necesita ahora, lo sé, pero no va a llamarte.

-¿No te parece injusto que me diga lo que le viene en gana, sin importarle cómo eso me haga sentir, pero que apenas ella está mal yo tenga que ir corriendo a auxiliarla? No soy un pañuelo de lágrimas.

                Largó un sonoro suspiro y se quedó en silencio unos segundos, para continuar luego.

-Está bien, entiendo tu enojo, estás en todo tu derecho de no querer verla. Solo quería que supieras que algo malo le ocurrió, y no quiere decirme qué. Y no es sólo lo de su pelea, hay algo más aquí.

-Si necesita una amiga, que busque a Stella. Va a estar encantada de ir a socorrer a su princesa.

-Siento fuertes deseos de golpearte, Alexandra, pero ya, mejor lo dejamos aquí.- dijo, intentando notablemente mantener la calma.

El resto de mi vida [Vauseman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora