Capítulo 5

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              Salí del trabajo lo más pronto que pude. Necesitaba darme una ducha y comenzar a preparar algo para comer antes de que Piper llegara. Me arrepentí de haberla citado tan pronto, pero fue lo primero que salió de mi boca. Iba casi corriendo cuando mi teléfono vibró en mi bolsillo. Era un mensaje de ella.

Piper:

                ¡Hey Alex! Llego con unos minutos de retraso, perdón. No prepares la cena, llevo pizza.

Alex:

                Genial, te espero.

                Qué alivio, no tenía ganas ni de hervir un huevo. Llegué a casa y entré a bañarme dejando la ropa tirada por el camino. La junté al salir y me vestí con algo cómodo. Miré que no hubiera demasiado desorden y preparé la mesa para dos. Era raro, hacía mucho no tenía visitas. Salvo Daniel, con quien compartía muchas de mis comidas. Pero con él no tenía que preocuparme por si las cosas estaban fuera de lugar y eso. Me conocía desde los cuatro años, sabía que a veces la flojera me ganaba y simplemente dejaba que las cosas fueran libres de estar donde quisieran. Aunque otras veces me daban arranques de obsesión por el orden y la limpieza. En fin, tan inestable como en cada puto aspecto de mi carácter. Fui a mi cuarto a buscar el material de lectura que necesitábamos para resolver el trabajo y lo dejé en la esquina de la mesa opuesta a la que ocuparíamos para comer. Quería dejar claro que esto no era una cena de amigas, sólo nos juntábamos a resolver una tarea que obligatoriamente debía hacerse en parejas.  En eso pensaba cuando sonó el timbre.

-¡Alex! – Saludó con entusiasmo, mientras se inclinaba para darme un beso en la mejilla – Traje pizza de Angelo, espero que te guste.

-¿A quién en sus cabales no le gusta la pizza de Angelo? – reí. Era mi pizza preferida en toda la ciudad, en verdad me sorprendió que hubiera elegido justo ese lugar. – Pasa, pasa.

                Entró y fuimos directo la cocina para disponernos a comer antes de que se enfriara. Además moría de hambre.

-Adoro esta pizza.- dijo mientras terminaba de masticar una trozo.

-También yo, es mi favorita.- admití.

-Creo que podríamos llevarnos bien, Vause. Digo, los gustos en cuanto a pizza dicen mucho de una persona.- bromeó.

                Sólo sonreí y seguí comiendo. La cena fue tranquila, hicimos algunos comentarios sobre cuestiones del instituto, pero no hablamos demasiado. Ella era una persona agradable, aunque me molestara un poco esa actitud tan alegre todo el tiempo, pero yo me mantenía a raya. No quería darle demasiada confianza. No quería darle a nadie demasiada confianza. Bueno, la verdad, era yo la que no quería confiar en nadie.

                Cuando terminamos dejé los vasos en el fregadero mientras ella limpiaba la mesa, y preparé un par de tazas de café para empezar con lo que teníamos que hacer. Decidimos dividirnos el material y leer cada una por su cuenta, para después poner en común la información y responder las preguntas. Nos acomodamos una frente a la otra, sentadas en las puntas de la mesa, con la pila de apuntes en medio. De vez en cuando podía sentir como ella se me quedaba viendo, pero preferí ignorarlo. Me ponía un poco nerviosa sentir su mirada en mí, ¿no se supone que debía estar leyendo, justo como yo intentaba hacer?

-Me alegra estar haciendo mi primer trabajo práctico con una de las inteligentes.- largó de repente, mirándome fijo con una sonrisita.

-Piper, tienes problemas de concentración, ¿verdad?

-Sólo estaba haciéndote un cumplido Alex, no seas así.- respondió riendo.

-Ya, está bien, está bien, muchas gracias por eso. Igualmente no veo por qué piensas que soy inteligente.- reí también, relajándome un poco.

-Es que eso se nota.

-Sabes que el hecho de usar lentes no tiene relación alguna con mi capacidad intelectual, ¿verdad?

-No tiene que ver con eso. Es solo que… no sé, se nota que eres inteligente. Además de ser muy, muy talentosa para actuar.

-Wow. Gracias, creo que en verdad te caigo bien.- volví a reír. No podía creer que me estuviera sintiendo cómoda con esto.

-¿Por qué no me caerías bien? Bueno, sí, eres la chica misteriosa del instituto, que no habla con nadie, y aun así tiene a todos los hombres babeando por ella. Tienes un carácter del demonio, y respondes de mala gana a todo mundo pero… no lo sé, me llamaste la atención desde el primer momento.

                Me quedé de piedra con todo lo que me dijo. ¿Yo llamaba su atención? ¿De verdad? ¿Y eso era bueno o malo?

-¿Cómo es eso de que tengo a todos los hombres babeando, Piper?- inquirí sin poder reprimir mi risa.

-¡Oh, claro que sí! Ben, el chico que siempre está conmigo y las demás, no deja de preguntarme por ti. El profesor de teatro se la pasa mirándote. Joshua y Rick, esos dos que siempre están sentados en el fondo hablando entre ellos, podría apostar a que más de la mitad de sus conversaciones giran en torno a tu persona. ¡Ah! Y Alicia, la delgadita con el cabello teñido de colores, también se te queda viendo cuando estás cerca. Y sólo son ejemplos…

-¡Por Dios! Sí que estas pendiente de lo que pasa a mi alrededor.- dije un poco nerviosa.

-No es eso, es que soy bastante observadora, y además es fácil notar que llamas la atención de muchos.

-¿Y por qué dices que llamé tu atención?

-Porque pareces una persona interesante.

-No podrías saber eso con sólo mirarme.

-Oh, créeme que tengo un sexto sentido para esas cosas.

-¿Y tu sexto sentido no te indica que tendríamos que seguir leyendo?

-¡Qué borde eres, en serio!- dijo intentando sonar ofendida, pero no quitó su sonrisa. De verdad esta chica era encantadora. Sí, yo, Alexandra Vause, estaba calificándola como encantadora.

                A pocos minutos de haber vuelto nuestra vista a los textos, el repentino silencio del comedor se vio interrumpido por su teléfono sonando. Me pidió disculpas, alegando que era una llamada importante, y le hice gesto de que no se preocupara.

-¡Hola mi cielo! – exclamó feliz cuando atendió – No, no, justo estoy haciendo algo del instituto, pero tengo un par de minutos.

                Hice como si seguía leyendo, pero en realidad no pude evitar oír su conversación. Claramente, estaba hablando con su novio. Debí de habérmelo esperado. Digo, Piper es de esas chicas que uno fácilmente se imagina casada con un tipazo de buen cuerpo, con hijos perfectos y hasta un perro grandote y peludo. Me sorprendió que no se la pasara como tonta nombrándolo y sacándolo a colación a cada mínima oportunidad. Pero claro, poco había hablado con ella hasta ahora. Tampoco pretendía hacerlo mucho más.

-Disculpa, era Alan, ni novio. No habíamos podido hablar en todo el día.- me dijo apenas terminó.

-Ah, sí, no hay problema. – tuve que fingir que estaba distraída en los apuntes.

                No dijimos más. Pero algo pasó dentro de mí. Tenía sentada en frente, en mi propio departamento, a una chica de la que no conocía más que el nombre y algún que otro dato random. Está bien, era por cumplir con una obligación. Pero sentí algo que hacía mucho no sentía. Curiosidad. Me dieron ganas de saber más sobre ella.

El resto de mi vida [Vauseman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora