Capítulo 20

1.4K 125 17
                                    

                El sábado dormimos hasta tarde. Cuando comencé a despertarme casi salto de la cama al sentir que había alguien más en ella, acostado detrás de mí, con su cuerpo en completo contacto con el mío. Pero luego recordé que era Piper y reí de forma tonta por mi reacción. Me percaté de que tenía su brazo sobre mi cintura, y lo quité con la mayor suavidad posible para no despertarla. Me giré para quedar de frente a ella y contemplarla. Parecía un ángel cuando dormía. De verdad, nunca le había encontrado sentido a esa expresión hasta ahora que la veía ahí, con sus cabellos rubios sobre mi almohada y el rostro sereno. No sé con qué cara la habré estado mirando, pero en cuanto abrió apenas los ojos, se tapó con ambas manos riendo.

-¿Por qué siempre te me quedas viendo?- preguntó con voz algo ronca, sin quitarse las manos del rostro.

-No lo sé, porque eres un misterio.

-¿Un misterio? Vamos Vause, aquí la misteriosa eres tú.

                Quitó las manos y clavó su mirada en mis ojos. Estábamos demasiado cerca. No es que no me gustara, pero comenzó a ser incómodo. Me puse notablemente nerviosa de pronto, como si tuviera miedo de que viera en mis ojos algo que no debía ser visto, pero como ella no apartó la mirada, yo tampoco lo hice. Y de un instante a otro esos nervios desaparecieron. Me perdí en el azul de sus ojos, como si de un mar en calma se tratara. El aire que cabía en el breve espacio que nos separaba estaba cargado de algo que no pude descifrar. Pero era algo intenso.

-Quiero desayunar hot cakes.- soltó, como si hubiéramos estado hablando del tema. Rompió totalmente el clima, y en el fondo lo agradecí.

-Hagamos hot cakes entonces.- dije levantándome como rayo de la cama para ganarle el baño.

                Cuando estuve frente al espejo me miré, y una pregunta se formuló en mi mente. “¿Qué estás haciendo, Alexandra Vause?”. Me reprendí internamente por perderme de esa forma en los ojos de Piper. Quién sabe qué cosas podría imaginar ella por un descuido semejante.

                Hicimos un desastre en la cocina mientras intentábamos preparar el desayuno. No era algo difícil, pero como nos reíamos de cualquier idiotez, no poníamos mucho cuidado en lo que hacíamos. Al final nos quedó algo aceptable, estaban ricos los hot cakes, pero dejamos un rastro de harina por media casa. Suerte que Piper tiene buen corazón, y me ayudó a limpiar todo después. Como habíamos desayunado demasiado tarde, ya no almorzaríamos, y decidimos que la mañana estaba perdida en cuanto a estudio. Así que simplemente salimos a dar una vuelta por ahí, caminar un poco, despejar la mente. Al regresar volvimos de lleno a los libros. Aún nos quedaba una semana, pero eran cinco los exámenes que debíamos hacer.

-¿Vas a quedarte a dormir hoy también?- pregunté durante la cena.

-Si tú me dejas…

-¡Claro que te dejo! Si te pregunté es porque quiero que te quedes…- confesé.

-Con que ahora me ruegas para que me quede…- dijo arrastrando las palabras y levantando una ceja.

-No seas idiota.- reí- Si no quieres, no te quedas, y ya.

-Que sí, mujer, sí quiero quedarme. Me gusta tu compañía, gafitas.- era algo obvio, pero el corazón se me aceleró al escucharlo.

-A mí también la tuya, rubia tonta.

-¿¡Perdón!?- exclamó ofendida- ¿Cómo es eso de que ahora soy tonta?

-Es broma, Pipes, es broma.- reí.

-Ya, más te vale. Pero como ahora ya me has ofendido, tendrás que recompensarme.

-¿Con qué?

El resto de mi vida [Vauseman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora