Capítulo 29

1.8K 157 65
                                    

-¡Vamos por unos tragos!- me gritó Pipes, intentando hacerse oír por encima de la música.

Habíamos cenado juntas y estábamos ya en la disco. Ella había insistido en pagar la comida, al punto de ofenderse cuando abrí mi cartera. Dijo que al menos con eso esperaba terminar de enmendarse, aunque en realidad ya no era necesario.

Nos acercamos a la barra y pedí una cerveza para mí, mientras ella pedía un margarita. Gustos son gustos, ¿no? Bebimos de a poco, mirando a nuestro alrededor para examinar el ambiente. El lugar estaba bastante lleno, con gente bailando en pequeños grupos o en parejas. La música sonaba fuerte, obviamente, pero aun así pude oír una pequeña risa de Piper. La miré interrogativamente.

-Es que... nada más anoche parecía que iba a irme en lágrimas y mira ahora, estoy en una disco.

-Eso me alegra mucho rubiecita.- reí también.

Terminamos nuestras primeras bebidas y nos metimos en la pista. Conforme pasaba el tiempo y los tragos que ingeríamos, íbamos bailando cada vez más cerca. Piper buscaba contacto físico conmigo constantemente, y eso me estaba haciendo perder la cabeza. Movía su cuerpo de forma sensual y me tentaba. Sentía deseos de cosas que jamás creí posibles con una mujer. Ni siquiera con Candace en su momento. Eso estaba mal, muy mal. Sabía que no tenía que dejarme llevar por impulsos de ese tipo. Porque solo eran eso, impulsos, que si les hacía caso iban a terminar por destruir mi amistad con Piper. No podía permitir que eso sucediera por el simple hecho de no poder controlar mis hormonas. Además a ella no le atraían las mujeres, me lo había repetido mil veces. Aunque con su comportamiento demostrara lo contrario.

Había un par de hombres mirándonos desde hacía rato, bastante atractivos, pero ella parecía ignorarlos por completo, hasta que uno de ellos se decidió y vino en nuestra dirección, aprovechando que me había apartado un poco de la rubia. Se acercó a Piper por detrás, diciéndole algo al oído y causándole un pequeño susto. En seguida sentí una mano en mi cintura, también desde atrás. Era el otro. Al ver que ella aceptaba la invitación a bailar, me di la vuelta e hice lo mismo con el que había venido por mí. La verdad no estaba muy interesada en bailar con nadie, pero si ella quería ceder tan fácil al coqueteo de un tipo, yo no iba a quedarme sola allí en medio de la pista. Además era necesario, las cosas se estaban poniendo intensas entre nosotras.

El que sacó a bailar a Piper era alto, tal vez más que yo, moreno y con buen físico. Por la cara calculé que tendría más o menos mi edad. El que vino por mí no era tan alto, apenas me alcanzaba, pero no estaba nada mal. También moreno, con la mandíbula bien pronunciada y una nariz perfecta. Lástima que no fuera de mi tipo. Bueno, eso suponiendo que tuviera un tipo. La verdad si era lindo, pero no me producía mayor interés. Se presentó como Rick, y aunque era buen bailarín e intentaba sacarme conversación, mi atención estaba centrada en otra parte. No podía dejar de voltearme, lo más disimuladamente posible, a ver cómo Piper bailaba con su acompañante. Parecía encantada, riendo de quién sabe qué estupideces que ese le decía al oído.

-¿Cómo te llamas, preciosa?- preguntó Rick intentando sonar seductor.

-Alex.

-Pero qué nombre tan bello, igual que su dueña.- acotó, guiñándome un ojo. Desde Stella odiaba ese gesto, en cualquier persona.

Como notó que no tenía demasiadas ganas de hablar, me hizo seña de ir a la barra. Me llevó tomada de la mano y pidió una cerveza para cada uno.

-Y dime, ¿cuántos años tienes, Alex?

-Tengo 45, pero uso botox.- respondí algo cortante, pero en seguida deje escapar mi risa.

El resto de mi vida [Vauseman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora