Capitulo 10. Fuego, Tierra y Futuro.

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   − ¡Scarlet llegas tarde! −reprochó Elie.

   − Yo no llego tarde, eras tú que llegas muy temprano.

Elie hizo un mohín como segundo reproche, pero a Scarlet no le importaba. Ella se estaba sacando ya su camisa y quedándose tan solo con un pantalón corto y una camiseta de tirantes negra. Algunos la miraron, daba igual que fuese por su figura o por sus cicatrices que marcaban parte de sus brazos y sus piernas.

   − Bueno Ian, aquí nos despedimos −dijo Elie con una gran sonrisa, y cuando se dice gran sonrisa es GRAN sonrisa, incluso sus gafas se fueron hacia arriba de tanto sonreír.

   − De acuerdo te cuidado Els…tú también Cabeza de llama, que sabemos que tienes instintos suicidas.

Scarlet gruñó y Naga también, deposito a Naga en el suelo.

   − Volveré luego, pórtate bien.

   − Tranquila eso haré −dijo Damian.

   − No iba por ti, iba por el animal que te supera en inteligencia, Naga.

Le dio la espalda, para evitar que la viera sonreír. Se subió al pasamanos y Elie con ella. Las dos se  miraron y sonrieron.

   − ¿Lista? −pregunto la rubia.

   − Yo nací lista −respondió ella mientras se cambiaba las gafas normales por unas de piloto, se lo tomaba muy en serio.

   − Bueno a ti se te ocurrió la idea de tomar unas clasecillas de vuelo antes del amanecer, tendrías que estar lista.

Elie rió ante aquello.

   − ¿Vas tu primero? −pregunto Elie entonces.

   − No, ve tú.

   − Como quieras.

Elie se lanzó en picado hacia el vacío, como si se lanzase al interior de una piscina. Vio como su melena arenosa se iba disolviendo con las oscuras nubes de la madrugada, en verdad era gratificante volar.

Entonces ocurrió. Dos grandes alas entre escamosas y plumosas surgieron en su espalda, doblaban el tamaño del cuerpo de Elie cada ala. En verdad eran hermosas, como si fuese un ángel que acababa de bajar del paraíso de Dios.

Le dio un poco de envidia a Scarlet ya que ella era lo contrario a Elie.

Se iba a lanzar, pero entonces Damian la agarró de la muñeca.

   − Cuando vuelvas hablaremos quieras o no −miró directamente a los ojos de Scarlet, eran serios e imponentes, como un mar embravecido− y suerte, intenta no matarte de nuevo.

Scarlet medio sonrió y saltó.

El sonido del aire traspasaba sus oídos, como si tuviese abejas en los oídos, con un continuo “zumm”. Su largo cabello rubio estaba hacia arriba a causa de la presión que ejercía la gravedad; sentía como los cabellos de la nuca se le erizaban por el contacto del aire. Extendió sus brazos a ambos lados, como si fuese una estrella. Cerró sus ojos un momento, sintió la paz de la noche.

Crónicas Elementales 2: Agua de Cristal. © [PRÓXIMA REEDICIÓN EN AGOSTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora