Extra. Max

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No me separé de ella ni un solo instante. Incluso cuando me pidió un poco de espacio, se lo di, pero solo alejándome un par de metros.
Son más de las seis de la tarde, llevo aquí todo el día y poco a poco las personas que quedaban comienzan a irse.
Kya está ahí, al lado de su abuelo, pero por lo menos no está llorando como hoy en la mañana.
Eggers se acerca, le dice algo, pero Kya no responde. Sigue pérdida.
No soy bueno para este tipo de momentos, no soy bueno para nada relacionado con sentir cosas o consolar a alguien, y sé que esto está siendo un desastre, pero necesito estar aquí, verla... Por lo menos a lo lejos.
-¿Crees que funcionará? -me pregunta Simon, tomandome por sorpresa.
-¿De qué hablas? -pregunto, desviando mi mirada de ella por primera vez en toda la tarde.
-De tu actuación.
Frunzo el ceño, y lo miro de mala manera. Me esperaría esto de Alex, de Eggers, pero nunca de Simon.
-No estoy actuando, Simon.
Él ríe levemente y mira a su hermana.
-Ella está destrozada por lo que le hiciste, y además de eso, nos quedamos sin el abuelo. No es justo que tú regreses ahora y trates de engañarla una vez más.
-No trato de engañar a nadie.
No tengo nada que demostrar aquí. Yo solo sé lo que sucede, pero Simón siempre ha sido irritante.
-Deberías dejarla en paz de una vez por todas. ¿Por qué tratas de hacer el problema aún más grande?
Suelto un suspiro y la miro de nuevo.
No sé cómo resolver toda esta mierda, pero debería estar ahí con ella de nuevo.
-Tu no sabes nada.
-Solo la lastimaste, Max. Ya... Desiste de una vez.
Por eso me enoja aún más, me enfurece porque sé que es verdad, porque no hay manera alguna en la que pueda remediarlo, y esta es la primera vez en todas estas veces, en la que creo que ya no hay una salida.
-No voy a rendirme. Y ella no cambiará sus sentimientos hacia mí. Aunque a todos les moleste, vamos a terminar juntos.
-Kya a veces es estúpida, pero no creo que lo sea con esto. Un hijo es diferente, Pearson. Tienes que dejarla en paz.
-No voy a hablar sobre eso contigo.

Me acerco a ella una vez más, creo que estoy a un par de metros, pero es suficiente para que eleve la mirada y me observe.
Mierda. No puedo verla así y saber que gran parte de ese dolor es por mi culpa.
Esto sólo sirvió para hacer que ella me odie aún más.
-Gracias por venir, Max -susurra la señora Eggers a mi lado. Lo hace con discreción, pero sé que está pidiendo que me largue.
-Señora...
-Todos nos iremos a descansar en unos minutos, y tú deberías hacer lo mismo.
Sí, ella está corriendome de aquí, y no quiero hacerlo.
-Quiero estar con ella.
-Max...
Detesto ver esa mirada de lástima, y esa leve súplica, pero no quiero armar un escandalo, en especial porque ya noté que Eggers me mira de mala manera.
-Bien. Voy a despedirme de ella.
La señora Eggers asiente y después me sonríe.
Suelto un suspiro, observo a mi alrededor para comprobar que solo la familia sigue aquí, y que todos van a ver lo que voy a hacer.
Me siento incómodo, y pienso que solo sería bueno salir por esa puerta y ya, pero no puedo.
Tomo un poco de coraje, camino hacia ella lentamente y me arrodillo para estar a su altura.
La tomo por sorpresa, la miro fijamente y trato de tomar su mano.
El contacto entre ambos solo dura unos diez segundos, que se llenan de un infinito silencio en la sala, pero después ella aparta su mano de la mía.
-Tengo que irme.
-Bien -susurra.
Mierda. No esperaba eso, no sé qué más decir.
-Kya... Necesito solucionar las cosas. Quiero estar contigo.
-Gracias por venir -responde con sequedad, y después se pone de pie. Su padre la abraza, y yo salgo de esa sala con la mirada en el suelo.
Trato de fingir que eso no sucedió en absoluto.
Esto va a ser una completa mierda. Esta vez de verdad estoy a punto de perderla.
Y jamás me sentí tan desesperado en toda mi vida...

Fui al entierro al día siguiente, pero ella no estaba ahí, no estaba por ningún lado, y eso solo aumentó mi desesperación.
La familia me ignoró por completo, y nadie me quiso decir nada al respecto. Llevo tres días tratando de ubicarla, pero no hay ni una sola pista. Se esfumó por completo de Londres.
Cambió su número de teléfono, no respondió a mis correos, ya no trabaja en la empresa y...
¿Dónde demonios se metió?
Mi celular empieza a sonar y antes de ver la pantalla, suelto un suspiro porque puedo apostar todo lo que tengo a que es Mia.
-Hola -digo rápidamente.
Ella no dice nada, pero oigo sus sollozos al otro lado.
¿Y ahora qué mierda sucede?
-¿Mía?
Ella sigue sin decir nada, pero me pongo de pie y camino hasta la puerta. Tengo un presentimiento, algo que me hace sentir como una mierda.
-Max...
-¿Qué sucede?
-Lo siento...
Oírla decir eso me pone en alerta y puedo imaginar cientos de cosas en mi cabeza, pero no quiero pensar en lo peor.
Bajo las escaleras a toda prisa, evito las preguntas de Tara y me subo a mi coche con desesperación.
Sabía que no tenía que dejarla sola, pero al mismo tiempo no quería estar con ella todo el tiempo y confundirla aún más...
¿Qué demonios hice con mi vida?

Corro por el pasillo, golpeo su puerta un par de veces, pero después grito su nombre.
Tengo algo en el pecho, me hace sentir miserable, cobarde, y estúpido... Inútil.
-¡Mía! -grito una vez más y pateo la puerta.
Espero unos pocos segundos, escucho como ella quita el seguro y después veo su cara por ese pequeño espacio entre el marco y la puerta.
-Abre, Mía.
Ella lo hace muy lentamente, se ve bien, podría de decir que como la última vez que la ví, pero cuando entro y la puerta de cierra, ella me mira fijamente.
Tengo esa sensación una vez más, y acaba conmigo por completo. Termino de entender todo muy lentamente y simplemente no sé cómo reaccionar. No sé si es lo que estoy pensando o no.
-¿Por qué esa llamada?
Ella niega levemente, pero no dice nada.
Miro su vientre y rápidamente tomo su brazo.
-Sé acabó.
-¿Qué hiciste? -pregunto en un susurro-. ¿Qué mierda hiciste, Mía? -grito finalmente.
Ella empieza a llorar, se ve mal, pero yo me siento peor. Me siento culpable...
Esto no puede ser verdad.
-¡Yo no quería esto y tú menos!
-¡Mía! ¿Qué mierda hiciste...?
Ella trata de soltarse, pero mis manos toman sus brazos con más fuerza de la que puedo controlar.
-¡Debí hacerlo hace mucho tiempo, Max! ¡Tu no querías esto y yo menos!
-¡Te dije que íbamos a solucionar esto, Mía!
-¡Cuando lo impediste la primera vez creí que funcionaría! ¡Pero ella sigue en tu maldita cabeza! ¡Siempre ella! !Y esto jamás iba a funcionar! ¡Ahora somos libres los dos!
-¡Mía!
-¡Sueltame! -grita, y después seca sus mejillas.
No tengo palabras, no quiero pensar en lo que sucedió, no quiero imaginar...
-Él bebé, Mía...
-¡Ya no hay bebé! ¡No hay nada y es mejor que te vayas!
No puedo creerlo. No sé qué decir... Él bebé y...
-¡No tenías ningún derecho a hacer esto!
-¡Es mi cuerpo, y yo decido sobre él!
-¡Pero era mi hijo, también! -grito, y mi voz se quiebra.
-¡Ya es tarde para que te pongas sentimental!
-¿¡Por qué lo hiciste!? -grito una vez más. Estoy furioso, desconcertado, y creo que mis ojos están llorando. No puedo creerlo.
-¡No quería esto!
-¡Yo no quería estar contigo, pero el bebé no tenía nada que ver en esta mierda!
El bebé... Ella...
Esto no puede ser verdad.
-¡Se acabó! ¡Sólo déjame, Max!
-Mia...
No sé qué demonios me está pasando, pero Maxwell Pearson por primera vez se siente derrotado, en mil pedazos, culpable y más miserable que nunca.
Había imaginado esa vida, sabía que sería una locura, pero también sabía que Kya lo entendería y que... y que de alguna u otra forma seríamos diferentes, que estaríamos juntos...
-Yo iba a darle todo a ese bebé, Mia...
-Tu y yo somos la misma mierda, Max. Tú y yo solo estamos aquí para hacer daño... ¿De verdad crees que ese niño iba a ser feliz con nosotros? Con una madre que es una maldita puta... Y un padre que además de ser un imbécil no es capaz de querer a nadie... Lo que hice fue lo mejor para todos...

KYA 2 - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora