Capítulo 21

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Mi madre llega a su oficina y al verme abre sus ojos de par en par. Está claro que voy a sorprender a más de uno con este cambio.
-Kya...
Abrazo a mamá y ella observa mi pelo con confusión, luego toma un mechón y lo mira más de cerca.
-Estás rubia, Kya... -susurra sin poder creerlo.
-Estoy rubia -respondo con naturalidad-. ¿Te gusta? Quería un cambio.
Mamá sonríe y asiente. Sí, también sigo viéndome extraña, pero me gusta el cambio, me gusta el color, me gusta sentir que soy diferente, que puedo ser otra Kya y empezar de nuevo.
-Me gusta, cielo -asegura y vuelve a tomar otro mechón-. Se ve diferente, pero... Me gusta, me gusta más que tú locura del cabello rosa.
Sonrío al recordar eso, y después miro fijamente a mamá. No me atrevo a decirle nada con respecto a Max, no sé cómo reaccionaría, pero si sé que no quiero oír los mismos consejos de siempre, consejos que jamás en mi vida he seguido.
-¿Todo está bien?
Asiento una vez y después sonrío. Debería pedirle miles de consejos más, pero ya no tiene sentido. Todo se acabó y tengo que empezar otra vez.
-Audicioné para El fantasma de la ópera...
Ella abre los ojos de par en par, después frunce el ceño, y finalmente sonríe como me gusta.
-No me digas que...
Asiento una vez y recibo su abrazo de inmediato. Me hace sentir mejor, puedo olvidar toda esta mierda y pensar en algo más. Hacía tiempo que no veía a mamá sonreír de esa forma por mi causa, y se siente bien.
-Voy a volver al ballet.
-Kya... Estoy tan orgullosa...

El timbre del apartamento suena un par de veces y dudo en contestar, pero me pongo de pie, suelto la computadora en el sillón y tomo el teléfono del portero eléctrico.
-¿Quién es? -pregunto con frustración, y deseo con todas mis fuerzas que no sea nada relacionado con Max.
-Soy yo.
Suelto un suspiro de alivio, pero me molesto al mismo tiempo. Es Nick, y no tengo deseos de verlo.
-¿Por qué viniste sin avisar? -pregunto de mala manera y escucho su leve suspiro.
-¿Puedo pasar? Hace frío aquí afuera.
Pongo los ojos en blanco aunque sé que no puede verme, oprimo el botón y me coloco frente a la puerta para recibirlo.
Quería estar sola, me está gustando estar sola, pero él, por algún motivo, encuentra la manera de reaparecer.
Llevo días sin verlo, sin hablarle, pero estoy tan molesta... Ni siquiera estoy molesta con él, es algo general.
Escucho sus pasos desde las escaleras, luego su leve golpeteo en la puerta.
Miro el suelo al abrir, pero el crujido del plástico llama mi atención y decido mirarlo.
-Estás rubia... -dice con un hilo de voz, como si no pudiese creerlo.
-Sí, estoy rubia.
Me gusta esa cara.
-Creo que tengo que disculparme por lo del otro día -susurra con una leve sonrisa.
Tiene un arreglo floral entre manos, son esas flores coloridas y de diferente tipo que me gustan.
-Me trajiste flores... -susurro con un poco de sorpresa y admito que me siento estúpida.
Él sigue sonriendo, me entrega el arreglo y después da un paso para pasar, pero mi cuerpo no se lo permite.
-¿Sigues molesta? -pregunta con sorpresa.
-¿Crees que te dejaré pasar sólo porque me trajiste flores a mitad de la noche? -cuestiono con mal humor, noto que él se ve incómodo, pero vuelve a sonreír.
-No es tan sencillo encontrar flores a mitad de la noche, Kya -susurra por lo bajo.
Inspecciono su atuendo y noto que tiene la camiseta blanca con el logo de la pastelería. Por lo que imagino, acaba de salir.
-¿Acabas de salir del trabajo? -pregunto con la guardia baja. Antes estaba enojada y ahora no sé que siento realmente.
-Sí, hace unos minutos. Fui por las flores y... Aquí estoy.
-Nick...
Él da un paso más hacia mí y toma mi brazo.
-Kya, sé que estás en todo tu derecho al estar molesta... Sé que me equivoqué, pero quiero cuidarte.
Nick quiere algo de mi, no estoy segura de lo que sea, pero no me genera nada especial ni diferente, es solo un chico más. Tal vez todos sean un simple chico más, y estoy cansada de que Max siga siendo todo, por más que no valga la pena.
-Gracias por las flores, pero no era necesario.
Él aún no se ha dado por vencido, pero sé que no lo quiero aquí. Me gusta estar sola, me gusta esa novela que estoy leyendo, me gusta el silencio.
-Kya... Déjame pasar un momento. Llevamos días sin hablar, y me preocupas.
Suelto un suspiro, aparto mi mano y lo dejo pasar finalmente. Cierro la puerta, coloco las flores encima de la mesada de la cocina y lo miro en el sillón.
Jamás creí que me sentiría tan incómoda. Simplemente no hay nada dentro de mí.
-¿Estás bien? -me pregunta cuando deja su chaqueta a un lado. Puedo ver sus brazos fuertes, me distraen un poco.
-Sí, sólo... Ya cené, ¿tu quieres alguna cosa?
-Jamás volveré a interferir, no te diré que debes hacer, no haré nada... Sólo necesito que me perdones y que olvides lo que sucedió el otro día.
Nick se oye sincero, me convencen sus palabras y se ve desesperado por mi respuesta. Es una de esas miradas que jamás he visto realmente en Max.
Sé que todo se acabó, pero debería esperar, debería estar haciendo cientos de cosas para que el tiempo pase más rápido, para que todo eso que me duele se esfume de una buena vez por todas.
-Bien, lo olvidaré -aseguro cruzada de brazos. Aún me siento extraña y su sonrisita me pone histerica.
-¿Vemos una película? -pregunta, y señala la pantalla de plasma. Respiro profundamente y trato de cambiar de actitud, trato de decirle a mi cabeza una y mil veces que Nick no es Max, y de un segundo al otro parece funcionar.
Siempre que pueda controlar esto, estaré segura.

Escogí El fantasma de la ópera en su versión teatral, desde el inmenso Royal Albert All, sólo para seguir recordando la historia. A Nick no le encantó la idea, pero lo está viendo y me escucha cada vez que le digo que canciones son las que bailaré.
-Sé ve impresionante.
-Los ensayos serán devastadores. Voy a dejar la empresa un tiempo -comento sin apartar los ojos de la pantalla.
-Bailas increíble, Kya. Serás la mejor.
Suelto una risita y señalo la pantalla.
-¿Ves a esa chica que está ahí en la última fila de actores y pasa casi desapercibida? Mi papel es así, sólo soy una bailarina más.
-Sí, pero es asombroso.
Él pasa su brazo por mi hombro y segundos después empieza a acariciar mi cabello lentamente. Es dulce, es tierno, me relaja, y me gusta...
-¿Qué te hizo esta vez, Kya? -pregunta en un leve susurro que me estremece.
Se refiere a Max, habla de ese viernes en el que lo dejé plantado solo para correr detrás de la verdad... Y no quiero recordar esa noche de nuevo.
-Nada nuevo. Se acabó. Sólo fui a buscar mis cosas -aseguro, y lo miro fijamente.
Él parece sorprendido, me observa varios segundos y después noto ese brillo en sus ojos.
-¿Se acabó de verdad?
Asiento una sola vez, pero no logro hacer nada más, porque solo siento sus labios sobre los míos, devorándome con desesperación, como si hubiese esperado mucho tiempo por esto.
Sólo cierro los ojos, siento su peso sobre mi, y el mullido sofá en mi espalda.
Todo se esfuma, todo eso que tenía en el pecho desaparece lentamente y mi mente me grita una y otra vez que esto es lo correcto, que esto está bien.
El dolor desaparece, los labios de Nick se vuelven suaves y una llama se enciende en mi interior.
Gimo levemente al sentir sus manos frías en mi cintura, pero acaricio su cabello, su barba y su cuello.
No voy a detenerme, mi cuerpo quiere esto, me relajo, me libero...
-Eres hermosa... -susurra, apenas puedo oírlo, pero muevo mis manos por su cuerpo y comienzo a quitarle esa camiseta.
En la sala hace calor, me falta el aire y el sillón me parece demasiado incómodo para todo esto.
-Hazlo... -lo aliento cuando veo que quiere quitar mi camiseta, pero no se atreve.
-¿Crees que no lo haré?
Él se mueve con agilidad, la prenda termina en el suelo, cuando lo noto estoy a horcajadas sobre su cintura y él saborea mis senos por encima del sostén.
Oh, por Dios...
¿Qué demonios estoy haciendo?
-Me encantas... Y ahora rubia...
-No me interesa tener una relación contigo -susurro rápidamente, y después suelto un leve jadeo.
Nick se detiene un instante para mirarme, pero después asiente y sigue besándome.
-De acuerdo.
Me gusta su cuerpo, me gustan sus besos y la forma en la que me toca, pero solo eso...

KYA 2 - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora