Capítulo 5

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La sala de estar está repleta de gente. Todos han sido muy puntuales y logro notar diversos grupos que se han formado. Tess y Connor lucen de gala, pero de una manera extremadamente exagerada, creo que también me resulta molesto verlos así, los padres de Max hablan con diferentes personas, pero por separado, y nosotros estamos parados al pie de las escaleras sin saber que hacer o a donde ir.
Me siento incómoda, Max está muy serio y no ha soltado mi mano ni un solo minuto.
-¿Conoces a alguien? -susurro por lo bajo y él asiente.
-Todas mierdas de la alta sociedad, o al menos es como ellos se sienten.
-¿Y tienes más familiares?
-Algunos.
Me callo y sigo observando a todas las personas. Los chicos del servicio de catering se pasean por todo el lugar con bandejas repletas de bocadillos y alguno que otro con champaña, como alguna cosa, le ofrezco a Max otra, pero no funciona. Todo sigue muy tenso.
Lo cierto es que esta reunión familiar no está ni cerca de todo lo que había imaginado alguna vez.
No hay una madre dulce ni una hermana que podría ser mi amiga.
Tal vez creo que no son tan buenas personas, y admito que me gustaría estar en casa.
-¿Quieres algo de beber? -pregunta de pronto. Yo asiento y él me guía por toda la sala hasta el patio anexo, donde está esa inmensa carpa con mucha más gente.
Hay algunas mesas y sillas decoradas y una barra a lo lejos.
En el trayecto Max se ve obligado a saludar a varias personas que lo reconocen, pero me presenta como su novia y eso me gusta, no voy a negarlo, me encanta. Para ser Max, es un avance inmenso.
-Siempre tan elegante, Pearson -murmura un hombre acercándose a ambos. Es de esos tipos que se ven relajados y que presumen su dinero, pero que es más que obvio que es un imbécil.
-Hola -responde Max con sequedad, suelta mi mano y rodea mi cintura.
-¿Novia? ¿Amiga?
Le pongo mala cara de inmediato y Max suspira.
-Novia.
El sujeto bebe un poco de su trago, me sonríe con superioridad y yo miro hacia otro lado.
-Vámonos, Kya.
Caminamos entre la gente de nuevo, Max sigue molesto y ahora sí tengo deseos de regresar a la habitación.
-¿Quien es ese?
-Amigos de esta familia de mierda. Todos aquí son raros, dicen cosas raras y se ven malignos. ¿Cómo es posible?
-Max, ven. Tenemos que tomarnos una fotografía -grita la madre de Max en el primer peldaño de las escaleras.
-No.
-Vamos, ve -lo aliento.
Él se pone en posición, como el fotógrafo se lo dice, toman dos fotografías y cuando Connor se une a la foto porque Tess se lo pide, él que me llama a su lado y rodea mi cintura con más fuerza.
No puedo creerlo. Estoy en esta fotografía familiar y la sonrisa que tengo es cien por ciento estúpida y genuina.
Me gustó que hiciera eso. Mi Max de antes está regresando.
Cuando todos se van a donde estaban, le pido al fotógrafo que nos tome una foto a ambos. Max me pone muy mala cara, pero lo hace.
-Vamos, Max... -susurro sobre su oído y después beso fugazmente su mentón-. Sonríe solo está vez -suplico. El fotógrafo nos advierte que tomará la segunda da foto y yo poso.
No logré verlo del todo, pero sonrió.

Los minutos pasan, Max y yo bebemos diversos tragos y seguimos ahí, solos y alejados de todo tipo de conversación. La risa falsa de Tess se oye en toda la habitación y Connor me ha observado demasiado, muchas veces.
No pienso despegarme de Max.
-¿Y si regresamos a la habitación? -pregunto en un susurro cuando los pies empiezan a dolerme.
No tenemos nada que hacer aquí.
-Sí. Vámonos.
Subimos las escaleras sin llamar la atención, recorremos el pasillo y cuando llegamos a la habitación, Max abre las puertas del balcón y se queda ahí el tiempo suficiente para saber que tengo que acompañarlo.
Es un pequeño cuadrado con vista a la carpa de la reunión, pero es tan íntimo y tal perfecto...
-Creo que no fue buena idea venir -comenta por lo bajo, con la mirada perdida.
-Sí, creo que fue mala idea.
-Pensaba que iba a ser diferente.
-Tambien yo -respondo.
Max suelta un suspiro y yo miro su perfil perfecto, serio y hermosos que tanto me encanta.
-Lamento lo de tu familia -susurro. Lo cierto es que no sé muy bien que decir, quiero abrazarlo.
Max me mira y se acerca un poco. Siento que es uno de esos momentos en los que me dirá alguna cosa importante.
-Tengo que decirte algo.
-¿Qué sucede? -chillo rápidamente, imaginándome lo peor. Odio estos momentos, odio está inseguridad.
-Yo...
-Dímelo.
Estoy esperando escuchar alguna cosa mala, y mis manos empiezan a temblar de inmediato. Tengo un nudo en la garganta justo ahora.
-Yo revisé tu teléfono hace unas semanas.
Abro los ojos de par en par y suelto un chillido.
-¿Qué? -mi voz se vuelve aguda y no entiendo nada-. ¿De qué estás hablando? ¿Cómo qué revisaste mi teléfono? ¿Cómo?
Max suspira de nuevo y murmura algo para si mismo.
-No me hagas un escándalo. Sólo sucedió.
-¿Estás bromeando? ¡Yo jamás he tocado tus cosas, Max! ¡Nunca toqué tu celular! ¿Qué te sucede?
-¡No buscaba nada en particular! ¿De acuerdo? ¡Solo quería ver! ¡Necesitaba saber cosas!
Estoy enojada y confundida. No logro entender a donde termina todo esto.
-¿Qué querías saber?
-¡Necesitaba saber cómo te sentías!
Frunzo el ceño.
-¿Qué?
-Necesitaba saber qué pensabas, como te sentías, ¿de acuerdo? Leí la conversación con tu madre. Le decías que estabas cansada de esperar, que tenías miedo, lo leí todo, Kya...
Ese nudo que tengo en la garganta es enorme y no va a irse con facilidad. Estoy anonadada y me siento traicionada. Jamás creí que sucedería. Las conversaciones con mi madre son muy profundas y le digo cosas de las que Max no tiene idea.
-No puedo creerlo -susurro con la voz entrecortada.
Mi madre es como mi diario intimo, sabe absolutamente todo lo que me sucede, a mamá le dije miles de cosas que no me atreví a decirle a Max nunca, y que jamás sé si podré hacerlo por miedo a su reacción.
-Tenía que hacerlo.
-¿Por qué lo hiciste? -vuelvo a preguntar-. Me siento tan estúpida...
-Le decías a tu madre algo así como: "Siento que no soy lo suficientemente importante para él. Ni siquiera conozco a su familia"
No sé qué decir. Estoy enfadada y dolida, son muchas cosas. Es tan extraño. No sé qué sentir.
-No tenías derecho.
-Sé que no lo tenía, pero, Kya... Siento que no sé como avanzar con todos mis planes y me estoy volviendo loco.
-Sí necesitabas saber cómo me sentía, tenías que preguntar.
-Lo lamento.
Niego levemente y trago ese nudo, por fin.
Max pasa ambas manos por su pelo, y yo doy un paso hacia el ventanal, pero él me toma del brazo.
-Te traje aquí porque querías conocer a mi familia. Sólo lo hice por eso, ¿comprendes? Ni siquiera me importa el maldito cheque. Sólo quería hacer todo eso qué esperabas de mi en los mensajes que leí.
-Max... Por Dios.
-Sabía que mi familia iba a hacer que esto sea una mierda, me encantaría presentarte a mi supuesta madre amorosa, a mi padre simpático y a mi hermana, pero no tengo eso para darte, Kya.
-Ya lo entendí, no digas más nada.
-Me hubiese gustado que todo fuera como lo imaginaste, pero esta es la mierda que pude darte...
Max pasa del enojo al lamento en segundos y no tengo la maldita idea de qué hacer. Es tan frustrante y tan inesperado.
Noto que está perdido y desesperado, que quiere hacer las cosas bien, pero no es tan sencillo. Ya ni siquiera sé qué decirle.
-¿Tienes idea de lo mierda que me sentí al leer todas esas espectativas que tienes de mi?
-No son espectativas -lo corrijo rápidamente-. Deja de tratarte como si fueras basura, Max.
-Es una mierda, Kya.
-Escribí todas esas cosas porque sé que cuando llegue el momento vas a darmelo. Yo creo en tí y todo eso que imaginé.
Max me mira con algo de asombro, pero cuando trata de decir algo, oímos los gritos de Tess en el pasillo.
Nos está buscando y esto no puede ser bueno.
Abro la puerta de nuestra habitación y la veo ahí, con esa sonrisa falsa y esa expresión forzosa.
-Aquí están.
-Sí, ¿qué sucede?
Ella coloca un mechón de cabello detrás de su oreja y sonríe.
-Mis padres van a hacer un brindis.
-Iremos de inmediato.
-Sí, es mejor que se apresuren. Están siendo muy mal educados con esta actitud.
Cierro la puerta cuando ella se va y me volteo para ver a Max parado en medio de la habitación, esperando que suceda alguna cosa.
-Max...
-Cuando lleguemos a casa tendremos que hablar sobre esto.
Asiento levemente.
-Pero no vuelvas a tocar mi teléfono sin mi permiso.
-Bien.

Los padres de Max hacen un brindis en la sala de estar junto a todos los invitados. Lo cierto es que no fue un discurso muy profundo ni creíble, pero a estas personas no les importa.
Hay dos hombres que se acercan a Max y él se ve forzado a hablar un poco. Me acerco a su oído y me le digo que iré al baño, él asiente y camino entre la gente hasta ese pasillo debajo de la escalera principal.
-Oh, lo lamento querida -dice una señora de la edad de la madre Max cuando choca conmigo.
-No hay problema -respondo con una sonrisa.
Estoy ha sido el único gesto cordial y educado que ví hasta el momento. No logro entenderlo, ¿de dónde salieron todas estas personas?
Entro al cuarto de baño, suelto un maldito suspiro y me lavo las manos. Huelo a bocadillos, porque lo cierto es que estoy hambrienta, tengo sueño y quiero que todo esto acabe de una vez.
No se lo he dicho, pero quiero regresar a casa ahora. Es triste pensar que Max esperaba algo mejor y sólo recibió mierda. Me siento mal por él, creo que se merece mucho más que esto. Mi cabeza no ha dejado de hacer preguntas.
¿Tiene su familia algo que ver en todo su comportamiento? Max es frío y distante con todo el mundo... ¿Por qué? ¿Qué siente?
Cuando abro la puerta todos mis sentidos se ponen en alerta máxima. Connor está aquí a sólo unos centímetros, me sonríe y sostiene una copa con champaña entre manos.
Por dentro estoy asustada e incómoda, pero trato de salir de aquí lo más rápido posible.
-No te asustes -susurra, y me detiene.
Estoy acorralada y sólo espero que Max se de cuenta de lo que sucede. Sé que lo hará.
Este tipo es un asco.
-Déjame.
Él ríe levemente y después observa mi vestido negro.
-Tess está muy molesta contigo, Kya.
-Vete, Connor. No quieres tener problemas con Max.
-Tess cree que eres una zorrita más de Max... Y creo que tiene razón, ese vestido lo comprueba.
Me toma del brazo y yo trato de zafarme. Puedo golpearlo, y lo haré.
-Suéltame, Connor -digo, elevando el tono de voz. Forcejeo, me libero, pero él vuelve a tomarme del otro brazo.
No está ebrio, sabe perfectamente lo que hace.
-Te gusta provocar... Adqmitelo, te encanta que te mire así.
-¡Connor! -grita Max, se acerca a toda velocidad, lo empuja hacia la pared y esa copa de cristal se hace pedazos en el suelo.
-¿Connor, qué demonios sucede? -grita Tess, corriendo hacia él.
Max lo suelta, pero se nota en su mirada que va a matarlo.
-Suéltalo, Max. Vámonos.
-¿Qué hiciste? -grita Tess, mirándome con desprecio. No puedo creerlo.
-¡No hice nada!
-¡Lo dudo! ¡Apuesto que lo estabas provocando!
-¡Tess! -grita Max para detenerla.
-¡Tu novia debe ser una zorra más! ¡No me sorprende! ¡Conor no ha dejado de mirarla en todo el día porque es una calienta...!
-¡Cierra la boca! -grita Max, la toma del brazo y la sacude. Está fuera de control, pero no me importa. Es su hermana, y francamente no me importa defenderme porque esta familia me importa una mierda. Ella puede pensar lo que quiera de mí, Max sabe que no hice nada, y eso es lo único que me importa.
-¡Tienes como esposo a este pedazo de mierda, y lo sabes! ¡Deja de ser hipócrita! ¡Eres una estúpida, Tess!
Max la suelta, me toma de la mano y me hace caminar con prisa por toda la sala de estar, subimos las escaleras, y cuando llegamos a la habitación, él cierra la puerta con todas sus fuerzas, pero después me toma de la cintura y me besa.
Aprisiona mi cuerpo contra la pared, acaricia mi cabello y después mi cara.
Fue un momento tenso, y me siento algo estúpida. No sé qué decir.
-Lo siento...
-Shh... Basta. ¿Estás bien?
Asiento levemente y lo abrazo con fuerza. Jamás habría imaginado que todo esto pudiese suceder.
-No sé qué decir.
Él me abraza, apoya mi cabeza en su hombro y me aprieta con fuerza. Es un Max que no conozco del todo, pero está aterrado.
-Nunca debí traerte aquí... ¿En qué mierda estaba pensando?
-Estoy bien.
-Esto es una mierda, ellos son una mierda.
-Estoy bien -susurro una vez más.
-Larguemonos de aquí, Kya...

KYA 2 - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora