Extra. Max

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Mia llega al apartamento como casi todos los miércoles, siempre a la misma hora. Y lo cierto es que ya no lo soporto.
Siempre me ha gustado estar solo, siempre me ha gustado estar aquí, y cuando Kya empezó a venir, me sentía extraño, incómodo, pero al pasar el tiempo me acostumbré. Era agradable llegar del gimnasio y verla aquí. A veces estaba en el sofá con cientos de libros, su computadora y varios planos, había otras veces en las que abría la puerta y ella estaba en la cocina, haciendo alguna cosa que olía bien, me gustaba llegar y verla dormida en la cama, con su cabello largo por todos lados, su boca entre abierta y su mano muy cerca de su cara.
Pero lo que más me gustaba era ver cómo se lanzaba a mis brazos para besarme, y cuando notaba que olía mal, trataba de poner su mejor cara para decírmelo.
Soy un imbécil.
Un completo y maldito imbécil que ha perdido lo único bueno que tuvo en la vida.
-Hola -me dice ella, dejando las llaves en la mesada.
-Hola -respondo secamente, y me tomo un momento para observarla, luego agarro las llaves y las coloco de mi lado-. No quiero que te lleves las llaves. No me gusta.
Ella solo me observa un instante, pero conozco esa cara, y sólo quiere hacerme sentir mal.
-Estoy bien -me dice con una sonrisa-. Por si te interesa saber, que al parecer no es así.
-Tenemos que hablar, Mía.
Ella toma asiento en el banquillo de la cocina y deja su bolso en la mesada.
-¿Qué sucede?
-Te estás acostumbrando a estar aquí, y no me gusta.
-¿De qué estás hablando?
-Ya no te quiero aquí.
-Max...
Paso una mano por mi pelo y después observo el reloj de la pantalla de mi celular.
Tengo que resolver esta mierda. No me gusta tenerla aquí, quiero estar solo, quiero tiempo para pensar.
-Tenemos que ponernos de acuerdo con esto, Mia.
-¿Ponernos de acuerdo? ¡No estoy viviendo aquí! ¡Solo vengo porque no tengo otro lugar al que ir! ¡Yo también estoy sola!
-No me importa. No te quiero aquí, no me gusta.
-Max, vamos a tener un bebé...
Oír eso casi todos los días por teléfono me tiene loco, me hace sentir como una mierda, está mal.
-Llama si necesitas algo en concreto, te dije que voy a hacerme cargo de este problema, pero...
-¿Un problema? -grita, y después se pone de pie-. Cuando quise abortar me detuviste y me dijiste que todo estaría bien... 
Oírla me hace perder la calma.
-¡Sí, te lo dije! ¡Pero eso no significa que voy a estar contigo! ¡Y no iba a permitir esa locura!
Mia sabe cómo hacerme explotar, sabe cómo decir cada una de sus palabras de manera que me moleste. Y ahora sé por qué jamás le di eso que tanto quería. Siempre fue algo fácil, algo que me gustaba porque no debía hacer mucho, pero solo eso.
-Tienes que irte, Mía -le pido con más calma.
-¿Estás echándome así, sin más?
-Llama cuando suceda algo, pero ya no te quiero aquí.
Mía se desespera, empieza a caminar de un lado al otro, después se detiene, y sólo logro ver su espalda, como su respiración se altera.
-¿Ni siquiera vas a darme la oportunidad?
Frunzo el ceño, ella se voltea para verme, pero no estoy entendiendo.
-¿Oportinodad de qué?
-Una oportunidad, Max... No planeamos esto, pero no quiero que el bebé...
-Basta -la corto lo más rápido que puedo.
Al comprender a qué se refiere, me siento mucho más estúpido. Ella está completamente loca si cree que voy a cometer una estupidez así.
Traer a ese bebé a este mundo ya es una locura, pero, ¿dejarlo crecer entre Mis y yo? Eso sería mil veces peor. Los dos somos una mierda, yo soy una mierda y ese niño no merece tenerme cerca, ni un poco.
-Max...
-Te dije que me haría cargo del bebé, no de tí. No somos y no vamos a ser una pareja, ni ahora ni en ningún momento.
-Pero, Max... Es por el bebé.
-No, Mía. No me importa lo que pienses, no voy a ser eso que tú imaginas. No contigo.
Ella llora en silencio, se ve furiosa, muerde su labio inferior y asiente una vez.
-Bien. Ya lo entendí a la perfección.
-¿De qué hablas?
-Esto se trata de ella... Todo tiene que ver con ella.
-Deja esa mierda, Mia. Kya no tiene nada que ver en esto.
-¡No lo entiendo! ¿No puedes sólo olvidarla y tratar de estar bien conmigo?
Suelto un suspiro y me siento de nuevo. Estoy cansado de toda esta mierda, de los problemas, los gritos, las escenas, los reproches...
-Tu y yo no somos nada, nunca fuimos nada y no seremos nada. ¡Entiendelo!
Ella asiente un par de veces y después seca su mejilla. Me mira con odio, incluso asco, pero sé que hago lo correcto.
-Muy bien. No vamos a ser nada entonces... Te aseguro que no seremos nada, entonces...

KYA 2 - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora