Capítulo 6

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EN EL CAPÍTULO ANTERIOR!

-¿Qué hiciste? -grita Tess, mirándome con desprecio. No puedo creerlo.
-¡No hice nada!
-¡Lo dudo! ¡Apuesto que lo estabas provocando!
-¡Tess! -grita Max para detenerla.
-¡Tu novia debe ser una zorra más! ¡No me sorprende! ¡Conor no ha dejado de mirarla en todo el día porque es una calienta...!
-¡Cierra la boca! -grita Max, la toma del brazo y la sacude. Está fuera de control, pero no me importa. Es su hermana, y francamente no me importa defenderme porque esta familia me importa una mierda. Ella puede pensar lo que quiera de mí, Max sabe que no hice nada, y eso es lo único que me importa.
-¡Tienes como esposo a este pedazo de mierda, y lo sabes! ¡Deja de ser hipócrita! ¡Eres una estúpida, Tess!
Max la suelta, me toma de la mano y me hace caminar con prisa por toda la sala de estar, subimos las escaleras, y cuando llegamos a la habitación, él cierra la puerta con todas sus fuerzas, pero después me toma de la cintura y me besa.
Aprisiona mi cuerpo contra la pared, acaricia mi cabello y después mi cara.
Fue un momento tenso, y me siento algo estúpida. No sé qué decir.
-Lo siento...
-Shh... Basta. ¿Estás bien?
Asiento levemente y lo abrazo con fuerza. Jamás habría imaginado que todo esto pudiese suceder.
-No sé qué decir.
Él me abraza, apoya mi cabeza en su hombro y me aprieta con fuerza. Es un Max que no conozco del todo, pero está aterrado.
-Nunca debí traerte aquí... ¿En qué mierda estaba pensando?
-Estoy bien.
-Esto es una mierda, ellos son una mierda.
-Estoy bien -susurro una vez más.
-Larguemonos de aquí, Kya...

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Max abre la puerta del apartamento y suelta las llaves del coche con brusquedad sobre la mesa del rincón.
Nadie ha dicho ni una sola palabra y este es el momento que más temo. Estoy completamente segura que vamos a pelear por algo, estoy segura que volveré a casa de mis padres en cuestion de minutos. Y lo detesto, detesto sentirme así de estúpida.
-Tu... ¿quieres estar solo? -pregunto en un susurro. Me siento como una niñita, pero no quiero pelear. Prefiero esperar a que las cosas se enfríen. Tengo que entenderlo. No debe ser fácil volver a sufrir una decepción así, porque sé que está decepcionado y dolido.
-Max... -digo, al ver que no responde. Él suelta un suspiro, está de espaldas a mi, pero veo como asiente.
-Bien -digo por lo bajo.
Sí, tengo que largarme de aquí, y no quiero hacerlo, pero será lo mejor.
Voy hasta la habitación, busco mi ropa, me quito el vestido y los tacones, me coloco algo mucho más cómodo, tomo todo lo necesario para seguir estudiando en casa y regreso a la sala de estar.
Max está en la barra de la cocina y tiene una lata de Coca-Cola​ entre manos.
-Te veré mañana... -digo finalmente, pero no hago más. Me duele esto, pero sé que será lo mejor. Hoy tendré otra charla con mi madre en dónde solo tratará de abrirme los ojos, y sé que estoy llegando al límite. Voy a abrirlos y esto se acabará.
Llego a la puerta, la abro y espero a que su voz me detenga, pero lo cierto es que no sucede, jamás sucederá, porque él quiere estar solo, no me necesita, no soy lo suficientemente importante ahora. No soy nada.
Llego al ascensor, busco las llaves de mi coche y cuando las puertas se abren, escucho como él abre la puerta de su apartamento.
No puedo creerlo, tengo que verlo, y sí, él viene hacia mí con algo de prisa.
Frunzo el ceño y lo interrogo con un gesto. Estoy algo sorprendida.
-No te vayas... -susurra muy por lo bajo.
-Creí que querías estar solo.
-No quiero que te vayas.
-Sabes que terminaremos peleando -le recuerdo, porque siempre es así y prefiero evitarlo.
Max niega rápidamente con la cabeza, quita el gran bolso que cuelga de mi hombro y después toma mi mano.
-Quiero que te quedes -asegura una vez más.
No puedo explicar como me siento justo ahora, es ese Max extraño y que me desconcierta, pero regreso al apartamento con él en silencio.
-¿Tienes hambre? -pregunto cuando han pasado algunos minutos.
-No, ¿y tú?
-No.
Hay un corto silencio, pero decido tomar mis apuntes y mis libros, me siento en el sillón y empiezo a releer todo. Aún me queda mucho, pero sé que voy a entenderlo rápido. Sólo debo recordarlo, mi memoria nunca ha fallado.
-Voy a dejar que estudies, me daré un baño -me dice dulcemente, y después besa mi frente.
-¿Estás bien?
Él asiente y se pierde en su habitación...

Abro los ojos y hago una mueca. Me duele el cuello, todo está a oscuras y apenas logo ver la luz de la mesita del rincón encendida.
Mi celular me dice que son más de las dos de la mañana, estoy rodeada de hojas y por lo visto Max me cubrió con la manta.
Max... Por Dios, como amo a ese hombre. Nunca lograré entenderlo.
Me pongo de pie y cuando llego a la habitación trato de no hacer ningún ruido, pero me sorprende ver que el aún está despierto.
Es ese Max que está en otro mundo, muy lejos de aquí, perdido en sus pensamientos.

Me acerco con cautela hacia la cama, y él por fin reacciona. Corre el edredón a un lado y me mira.
Me quito el pantalón con prisa, después el abrigo de punto y me meto a la cama.
Por alguna extraña razón él sonríe levemente y me rodea con sus brazos. Me siento rara, pero necesito de ese abrazo. Me acomodo en su pecho y admito que el calor de su cuerpo casi desnudo me relaja, me hace sentir en el cielo. Quiero estar así por siempre.
-Pensé qué tal vez estabas molesto -comento, mientras que miro el techo.
-Sí, pero no contigo. Tu no tienes nada que ver.
-¿Es por eso que me pediste que me quedara?
Él niega.
-No quería que te vayas en realidad.
-Tampoco quería irme, pero creí que era lo mejor. Siempre peleamos cuando estás así.
-Voy a cambiar eso, lo prometo.
Comienzo a relajante y ahora tengo una sonrisa gigante.
Acaricio su pecho y después busco sus labios. Max ya no está en modo gruñón y tengo que aprovecharlo al máximo.
-Lamento todo lo que sucedió.
-Tambien yo -responde, y otra vez me sonríe levemente-. Es increíble que sigas soportandome, Kya.
-No quieres que diga nada cursi, ¿verdad?
Max ríe, pero niega un par de veces y yo me siento mucho mejor.
-Yo lo sé y tu lo sabes.
Asiento y beso sus labios, pero él se mueve y se pone encima de mi. Rápidamente pierdo la noción de todo y sólo me encargo de acariciar su piel, de sentirlo por completo.
Esta es la primera vez que creo que vamos a tener la pelea del siglo, y no sucede. Me toma por sorpresa, pero me gusta.
-Eres hermosa... -susurra mientras que mueve su boca por mis senos. Tengo mis piernas aferradas a su cadera y me encargo de hacer que nos rocemos lo suficiente como para volverlo loco. Puedo sentirlo, y tengo una malvada sonrisa justo ahora.
Max es mi droga, y aunque me haga daño a veces, no sé si seré capaz de dejarlo...

Es tarde, no sé qué hora exactamente, pero por la luz que hay afuera, sé que estanos cerca de medio día, otro medio día de domingo.
Despertar en los brazos de Max es la sensación más hermosa que puede existir, cambia mi día por completo, me hace sentir diferente. Y estamos bien a pesar de toda la mierda del sábado.
Estaremos todo el domingo juntos, tendré que estudiar, pero no me importa.
Tomo mi celular de la mesita de noche, desbloqueo la pantalla y empiezo a leer todos los mensajes.
Son las dos de la tarde, hemos dormido más de lo habitual, pero aún así me siento cansada.
-Max...
Él frunce el ceño y se mueve un poco. Es divertido verlo así, y me da tiempo de admirar cada centímetro de su rostro.
-Aún es temprano -asegura.
-No, son las dos de la tarde. Muévete.
Hay un largo suspiro, pero en menos de dos minutos estamos debajo de la ducha con agua sumamente caliente. Max lo detesta, pero lo soporta porque sabe que me encanta así.
Nos vestimos, peino mi cabello, me maquillo lo suficiente como para tapar mis ojeras y cuando regreso a la habitación veo a Max tratando de acomodar todo el desastre de sábanas, ropa y edredón que hay por todos lados.
-Yo lo haré. Puedes preparar algo de comer.
-Trato hecho.
Ambos estamos de buen humor. Siempre hablamos después del sexo, y esta vez acordamos olvidar todo lo que sucedió con sus padres y Tess. No pude convencerlo para que acepte mi dinero, pero por lo menos hablamos sobre todo esto.
Sé que él cambiará de opinión muy pronto. Volveré a intentarlo en unos días, y me dirá que sí.

Arreglo la cama, separo la ropa sucia, y guardo todo lo que está limpio. Lo cierto es que esta habitación siempre es un desastre por las mañanas.
-¿Desayuno o almuerzo? -grita Max desde la cocina.
-¡Almuerzo! -respondo en un grito. Tomo la ropa sucia en el vestido y llego a la cocina, coloco todo en la lavadora que está debajo de la mesada y antes de programar, recuerdo que hay más ropa sucia en el bolso de Max.
-¿Qué?
-Ire a buscar la ropa que usaste ayer. Aún hay espacio.
-Bien -me dice mientras que empieza a quitar diversas cosas del refrigerador.
Regreso a la habitación, tomo el bolso de Max y empiezo a quitar su ropa. Detesto cuando mezcla lo sucio con lo limpio y ni siquiera se toma el trabajo de doblarlo, lo mete así como si nada y...
Me detengo en seco al ver... Lo tomo entre manos y siento como mis ojos se llenan de lágrimas. Estoy confundida, emocionada, tengo un nudo en la garganta y...
-Por Dios...
Abro la cajita y ahogo un grito al ver esos anillos. Un hermoso anillo de diamante blanco y un anillo plateado.
-Kya, espera...
Max entra a la habitación y me ve ahí. Me volteo en su dirección y lo miro sin poder creerlo.
¿Esto era lo que tenía que decirme?
-Max...
Él se ve aterrado, desesperado y sin palabras, pero por algún motivo tengo una estúpida sonrisa y quiero llorar...

KYA 2 - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora