Vi como bajaba la ventanilla. —¡Vamos cariño!

Gemí mientras León se volvía lentamente, luego me miró. —¿Por qué está aquí, Natalia?— preguntó lentamente, acercándose hacia mí.

Dudé. —No voy a necesitar que me lleves, León.— arrastré las palabras.

Dio un paso notable hacia mí, con los ojos entrecerrados. —¿Y por qué?— gruñó.

Me estremecí mientras me miraba furioso cuando Thilo gritó una vez más. —¡Vas a pagar por la gasolina! ¡Ven aquí!

—Te veré en la escuela, ¿vale?— traté de correr hacia el coche, pero agarró mi brazo.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué está aquí?—espetó, vi el enojo en su rostro.

—Me va a llevar a la escuela, León, ahora déjame.

Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada sin humor oscuro. —Y una mierda. No.

Tiré de él entonces me apretó contra su cuerpo duro. —León...

—Dile que se vaya. Ahora.— gruñó.— De lo contrario lo mato.

—No, pará Leon, déjame, voy a llegar tarde.— sus brazos se deslizaron alrededor de mi cinrtura, sosteniéndome, me estremecí contra su agarre, sus ojos eran oscuros, grandes piscinas de fuego ardiente, me di cuenta de que tenía la mandibula apretada, las cejas juntas en una linea apretada.

—¿De verdad crees que voy a dejar que te vayas con otro hombre?— espetó, sosteniéndome. Sentí un escalofrío arrastrarse por encima de mi espina dorsal ante sus palabras

—León, por favor.

Tenía miedo de lo que iba a hacer, nunca lo había visto de esa manera, estaba literalmente temblando de la ira que lo consumía en esos momentos. Contra mis deseos, mi cuerpo se estremeció y mi corazón comenzó a golpear fuertemente.

—¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Tú. Eres. Mía. Y sólo mía.— supoder sobre mí se tensó cuando oí la puerta del coche abrirse y pisadas cerca de nosotros. —Le daré cinco segundos.— susurró en mi oído, su voz era profunda y ronca, pero pude rastrear fácilmente la rabia en sus palabras.

Sentí miedo empapar mi cuerpo. No por mí, sino por Thilo. —¡Thilo, vete!— grité mientras se acercaba con una sonrisa.

—¿Vienes o no?— preguntó mientras se acercaba. Golpeó a León en el brazo. —¡Hey, bro!— era el típico saludo entre chicos.

León miró su brazo con cierta curiosidad, como si no pudiera creer que Thilo lo hubiera hecho.

Antes de que pudiera responder, León habló. —¿A dónde tienes pensado llevarla?

—A la escuela, vine a recogerla.— respondió, ajeno a la ira de León.

Sonrió burlonamente. —¿Ah sí?

—Sí.— Thilo levantó la ceja. —Es decir, ella está libre, ¿verdad?

León rió, poniendo un brazo alrededor de mi hombro. —Sí, está libre. Sólo si quieres que te rompa los brazos y las piernas, pero no quieres eso, ¿verdad?— se inclinó hacia delante y le dió un golpe en el brazo, mucho más fuerte del que le había dado Thilo segundos antes.

—Amigo, tienes que dejarla, ¿sabes? Vamos bro.— dijo, tocándose el brazo.

León tenía una mirada en blanco en su rostro pero todavía podía sentir su agitación. Thilo miró el brazo alrededor de mi hombro, después me miró.

—Bueno, ¿vas a venir o no, nena?

Asentí. —Sí.— quería alejarme de él. Intenté moverme, pero estaba atrapada, León me mantuvo allí. —Oh no. No lo hagas.— susurré en su oído, haciéndome temblar.

Thilo se había dado cuenta de que estaba forzando para liberarme.

—León, vamos déjala.— ordenó — Amigo, ella quiere irse. Déjala.— Thilo frunció el ceño, acercándose para intentar ayudarme

León apretó su mano en su pecho. — Esta chica no va contigo. Te doy diez segundos para que te vayas antes de que te de una paliza. Diez... nueve... ocho.

Thilo lo miró sorprendido. —¿Cómo? ¿Ahora eres su guardaespaldas?

León rió oscuramente. —Se podría decir que sí. Cinco... cuatro... tres.

—Vete, Thilo— hablé, temiendo por la vida de él

Frunció el ceño. —No. He venido aquí por ti, no me voy sin ti.

—Dos... Uno. Ahora estás muerto.— susurró, bajando la cabeza.

—No, León— supliqué, sosteniendo su brazo.

—No te involucres, Natalia— gruñó.

—Estás loco.— escupió Thilo mirándolo, León apretó las manos en un puño.

Sin siquiera advertencia, Thilo dio el primer movimiento, tratando de empujar a León lejos de mí, pero León interceptó el empuje y dio un paso atrás haciendo que Thilo tropezara hacia delante por un segundo antes de recuperar el equilibrio. León se movió hacia delante, corriendo hacia Thilo y pegándole en la mejilla con el puño derecho, Thilo gritó.

—¡Mierda!— y se preparó para otro golpe por parte de León

Entonces, de repente, Thilo le puso la zancadilla a León haciendo que ambos cayeran al suelo, la ira hacían que León tuviera una fuerza inhumana, lo puso debajo de él y él se quedó sentado encima de él, pegándole repetidamente en el rostro. León hervía de rabia.

—No, León, por favor, para.— me aferré a su brazo, él gruñó, volviéndose hacia mí.

—Apártate, te dije lo que iba a pasar.— gritó, mirándome con furia, sacudiéndose violentamente.

Me di cuenta de la sangre en su puño sabiendo que era de Thilo, intenté acercarme a él de nuevo, pero se apartó y fue entonces cuando me dí cuenta de lo que le temblaban las manos, de la sorpresa, obviamente, León nunca había perdido el control como ahora. Y me asustó. Mucho.

—Ella es mía.— gruñó a Thilo que yacía en el suelo. —¿Entendido?

Thilo asintió, tosiendo ligeramente.

—Déjanos.— espetó, miró a Thilo todo el tiempo, mientras se levantaba dejando libre a Thilo, se quedó en el suelo unos segundos, luego se levantó y caminó dolorosamente a su coche. Luego se marchó, no sin antes lanzar una mirada de disculpa.

Cuando el coche dobló la esquina, tragué saliva cuando León se acercó a mí, el fuego ardía en sus ojos.

—¿Ibas a ir con él?— dijo entre dientes. —Eres una chica mala, Natalia, ¿lo sabías?— ronroneó peligrosamente, haciéndome temblar.

Sacudí la cabeza vacilante, viendo todos sus movimientos. —León

—Y las chicas malas tienen que ser castigadas, ¿no?— preguntó, acercándose a mí como un depredador hacia su presa.

—No.

Se acercó a mí tirándome hacia él.

—Es hora de tu castigo, Nat— susurró con voz ronca.  

EX NOVIO POSESIVO | Leon GoretzkaWhere stories live. Discover now