CAPITULO 16. UN DÍA PERFECTO.

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Amanecí cansada tirada en la cama. La alarma del móvil me despertó: las 9:30. Ducha, desayuno y enseguida ya estaba con mis cosas en la puerta de Carlos. Llamé al timbre y su madre me abrió.

-Pasa-me dijo con tono amable- se ha dormido. Me harías un gran favor si entraras y lo despertaras, contigo puede que sea menos gruñón.

Entré a su cuarto y estaba tirado en la cama con todas las ventanas cerradas. Solo unos pequeños rayos de luz se filtraban por la persiana dejando varias zonas en penumbra. Fui donde creía que había una lamparilla de noche ya que a su cuarto había entrado pocas veces y no me lo conocía. En el lugar de toarme con la lámpara, tropecé con una silla salida de la nada y os digo de verdad que esa silla no debía estar ahí. Estaba mal colocada y además, me hizo tropezar cayendo al suelo y haciendo mucho ruido. Pero nada, el seguía durmiendo, incluso empezó a roncar. Encontré la lamparilla y la encendí iluminando la habitación. Me senté en la cama y empecé a llamarle suavemente.

-Carlos, Carlos…

Nada. Le miré mejor y me di cuenta de que tenía unos tapones en los oídos con los cuales no podía escuchar casi nada. Se los quité y empecé a zarandearle poco a poco.

-Mamá…fuera…-dijo él.

Decidí pasarme por su madre para ver lo que hacía.

-¿Hijo no habías quedado con esa chica…?

-¿Qué chica…?

-Marta.

Se levantó de golpe y me miro un poco confuso. Enseguida entendió lo que estaba pasando.

-Se me había olvidado poner la alarma al móvil. Lo juro.

-Hahaha vale, te creo. Ahora date una ducha que pareces algo raro.

-¿Cómo qué?

-No lo sé.

Se duchó y mientras le elegí la ropa. Una camiseta de Vans, unos vaqueros estrechos y unas Vans turquesas.

-Aquí tienes la ropa, me voy fuera.

Salí de la habitación y minutos más tarde y después de haber tenido una corta conversación con Dylan, su hermano, salió. Estaba hecho todo un hipster. Desayunó y nos fuimos.

Puedo decir que fue uno de los mejores días de mi vida aunque claro, Alex me enviaba mensajes cada media hora porque no le dije donde iba. Me llevo por Madrid y fuimos a comer a una pequeña cafetería cerca del centro. Nos despedimos y volví a casa. Y al entrar…

-¿Mamá? ¿Papá? ¿Qué hacéis aquí?

Mudanza a MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora