Capitulo 7. Maestro y aprendiz.

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Scarlet estaba recordando el día en que se hizo aquellos tatuajes; sonrió de medio lado.

Hace 2 años y medio:

Scarlet contemplaba a aquel sujeto de no más de veinticinco años, dormía como un tronco; su cabello castaño al igual que la arena caía por su frente, casi le llegaba a los ojos. Era atractivo, eso hasta lo reconocía Scarlet.

Pero ella estaba cabreada. Muy cabreada, miro entonces el barreño de agua fría que llevaba entre sus manos; sonrió con malicia. Tomo aire y le arrojo aquella agua helada.

El joven se despertó de golpe, sus ojos era grises como las nubes nubladas.

   − P-pero…pero ¡TÚ ESTÁS LOCA! −dijo con una voz grabe.

   − No, solo soy poco convencional −dijo con una sonrisa falsa− venga gandul, pon tu culo en pie.

   − Eres una burra, así nunca conseguirás un novio −ante aquel comentario se llevo un gran golpe en la cabeza− ¡Ay!

   − Adler Wind, ponte en pie o no solo tu cabeza saldrá mal parada.

Adler se puso en pie mientras se quitaba la camisera empapada; no le importaba estar ante Scarlet y a ella no le importaba tampoco. Tan solo miraba si sus uñas estaban limpias y cuadradas.

   − Y bien, “maestro”, hoy que vamos a hacer; entrenar de nuevo dentro del volcán, porque si es así, aun tengo quemaduras en sitios que no sabia que se podían tener quemaduras −hizo un mohín.

Ante aquello Adler rió, y negó con la cabeza.

   − No, hoy vamos a visitar un lugar que está cerca del volcán.

   − Te refieres a esa pequeña casita cerquita del volcán.

   − Sí.

Adler sin preguntarle a Scarlet salió de su casa, sabía que ella le iba a seguir solo era cuestión de segundos. Oyó unos pasos trotar a su espalda, sonrió de medio lado.

   − Venga tortuga −dijo él.

   − Ya voy, ya voy.

Los dos caminaron por las calles de piedra de las Islas del Fuego, eran tranquilas y bonitas. A Scarlet le agradaba vivir allí, si no tuviese que volver con la banda del Fénix se quedaría allí a vivir. Nadie la juzgaba por como era o de donde provenía  e incluso lo que había hecho. Pero tenía que volver era su verdadero hogar.

Siguieron caminando durante unos minutos más, había un largo trecho hasta los pies del volcán.

Tras media hora de camino, llegaron los dos. Ante ellos surgía una pequeña casita, no mucho más pequeña que las demás casas. Scarlet recordó que había visto esa casita en fotografías bastantes antiguas en la casa de Adler y en otro lugar, pero no recordaba cual.

Crónicas Elementales 2: Agua de Cristal. © [PRÓXIMA REEDICIÓN EN AGOSTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora