Capítulo LIII

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Las tripas me lloraban de hambre y sentía la garganta seca, estaba débil, como si acabaran de operarme y estuviera saliendo de la anestesia. La noche volvía a caer y la luz era gris, hacía tanto frío, esa noche no estaba nevando.

Emily me miró y miró su reloj.

—Son las 04:47, espero que hayas terminado de escribir

—No pienso escribir nada— espeté con coraje

—Que valiente, irte sin despedirte

—Emily, déjame ir ya, por favor... estoy muy cansada— rogué agachando la mirada

—Para eso tienes el colchón

—Por favor, Emily, te lo suplico— suspiré mientras me sobaba la rodilla

—A ver, a ver...— se levantó y salió del cuarto

Una descarga de emociones estalló en mi interior, saqué rápidamente el pedazo de espejo de mi pantalón y lo escondí debajo de la almohada; Emily volvió a entrar al cuarto, llevaba un vaso de agua en la mano y una manzana en la otra, aventó la fruta junto a mí y me dio el vaso de agua, lo tomé y la miré.

—Anda, necesitas comer algo

Esa mañana había notado que tras unos minutos de tomar agua la noche anterior no solo el cansancio me había tumbado, Emily me mantenía drogada para evitar que yo hiciera cualquier cosa. Bajé el vaso a mis labios y tomé un pequeño trago, ella se exasperó y cuando se volteó para regresa a su lugar dejé el que agua corriera por mi mentón, mojando mi camiseta, me acosté en la cama y me hice un ovillo, el frío me congelaba los pies.

Había pasado unos minutos que sentí como eternos cuando volvió a hablar.

—Voy a salir, pero no puedo dejarte sola sin advertencia, ni siquiera intentes escapar, porque te vas a arrepentir ¿me oíste? — no respondí y metí la mano debajo de la almohada, apretando el cristal— respóndeme— exigió

—Sí— susurré débilmente

Sabía que detrás de la puerta había una cerradura, era nueva, como la de la habitación anterior, pues seguro las había cambiado ella misma, podía apostar, pero la madera de la puerta estaba podrida por más que cambiaras el candado y podía ceder; sentí un poco de ironía, pues yo habría utilizado las habitaciones con puertas de hierro.

Emily tenía todas las llaves en un llavero que andaba trayendo en el pantalón y apostaba que la mujer tenía carro afuera, pues era difícil acceder al lugar hasta donde sabía; calculaba que estaba en el tercer piso más o menos. Debía encontrar las escaleras y esconderme si no lograba salir.

Miré el reloj que llevaba la mujer en la muñeca: 05:06 pm.

—Bien, hora de completar tus tareas, mañana por la mañana te podrás largar— volteé y la miré

Me volvió a aventar mi teléfono y yo lo prendí, accedí a los contactos y me quedé muy quieta. Ella me miraba de lejos, sacó el arma y se sentó en la silla.

—No intentes nada estúpido.

...
*Joe*

Estaba sentado junto a un agente de policía y Nick a mi lado, Denise se había enterado y estaba en camino con Paul a New York, incluso Kevin había tomado ya el primer vuelo que había encontrado, tenía los ojos cerrados, estaba asustado, ansioso y triste. Mi teléfono comenzó a sonar y el nombre en la pantalla hizo que mi corazón volara a mil por hora.

Todas las noches de mi vida [J.Jonas]Where stories live. Discover now