Capítulo XIX

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*___________*

Al día siguiente desperté con sus brazos rodeándome, aún desnudos y con los músculos un poco engarrotados, tenía la boca seca y el cabello revuelto.

4:30 de la mañana, la luz aún no aparecía y la ventana, de cortinas delgadas filtraba solo la luz de los edificios aledaños, lo miré bien, estaba tranquilo y tenía las piernas enredadas con alas mías. Su pecho subía y bajaba lentamente, con cuidado me deshice de su abrazo, él se movió pesadamente y abrazo la almohada cuando salí de su agarre.

Me incorporé y entré al baño, miré la lujosa tina mordiéndome el labio y comencé a llenarla. Busqué una toalla en el armario y miré la indumentaria, el tocador del lavabo estaba lleno de lociones y cremas para afeitar, tomé su cepillo de dientes y, sonriendo, me lavé la boca. Cuando el agua llegaba a la mitad de la tina, la apagué.

Dejé que me cayera una cascada de la regadera y me senté en el piso de agua caliente. Me abracé las piernas y cerré los ojos.

—¿Puedo entrar? — preguntó con voz ronca

—No— me reí y me deslicé hacia delante para que el cupiera, entró y me abrazo, pegando mi espalda a su pecho.

Me besó el hombro y apartó mi cabello con la mano para obtener una mejor visión de mi cuello.

Escuché como abría una botella de shampoo y frotaba mi cabello con suavidad, dejando que el agua se llevara la espuma, abrí los ojos y lo observé, estaba tranquilo y llevaba la barba algo crecida.

—Me gusta tu barba— él me sonrió y me besó la mejilla, pasando su mentón por mi piel.

Tomó una esponja de la repisa y la llenó de gel de baño, lo frotó en mí y un olor fresco me invadió. Me relajé en sus brazos y recosté la cabeza en su pectoral.

—¿A qué hora entras hoy? — preguntó

—A las 11, tengo rotación en pediatría creo— murmuré mientras jugaba con mis dedos

—¿Y te levantas a las 4? Tú estás loca

—Es mi reloj biológico— me quejé— además debo ir a mi casa por mi ropa— vi como él se enjuagaba el cabello y se interrumpía cuando escuchó lo último

—Eh... en el vestidor hay ropa que quizá te quede— murmuró

—¿Ropa?

—Si... es que... el otro día, cuando has dormido aquí, hemos tenido que regresar a tu casa, supuse que sería más cómodo que tuvieras ropa aquí— se encogió de hombros, apagó la ducha y me volteó a ver

—No sé qué decir... suena como si esperaras que regresara

—Solo acéptalo, Evans— me sonrió y se levantó, ofreciéndome la mano para hacer lo mismo

La tomé; cuando mi cabello estuvo seco y yo envuelta en una toalla, entré al vestidor, donde él ya estaba cambiándose.

Lo encontré sentado en el pequeño sillón, mientras se ataba los zapatos, vestido en camisa y pantalones, me acerqué y le acaricié la mejilla, dándole un cariñoso pellizco, el volteó sonriendo.

Se levantó y comenzó a abotonarse la camisa.

—Me tengo que ir, tengo cirugía a las 8 y pasaré a ver a Nick— dijo mientras acomodaba el cuello de su chaqueta, me acerqué y tomé las solapas de esta, las jalé y lo obligué a agacharse un poco mientras yo me levantaba de puntitas, le besé los labios, dejándolo sorprendido.

—Te veré más tarde— susurré

—Adiós...— acarició mi mejilla y se fue, dejándome en medio del cuarto.

Me senté en el silloncito y me pasé las manos por el cabello, nerviosa, ¿cómo había llegado a esto? ¿cómo había pasado de ser tan renuente con el hecho de que Liam se mudara y ahora aceptaba tener ropa en casa de Joe? Estaba completa y absolutamente embobada con él, lo quería tanto y en ese momento sentía que podía hacer cualquier cosa con y por él, sentía esas burbujas en el estómago y esas ganas de besarlo cada que lo veían tan frecuentemente.

Suspiré, rindiéndome ante mis pensamientos y me levanté. Abrí las puertas y vi las bolsas que no había notado la noche anterior. Las saqué, eran muchísimas, había tanto en los dos compartimentos vacíos como en una esquina del cuarto, el día anterior no les había prestado atención y me había parecido un detalle insignificante.

—Así que para esto es todo ese espacio ¿eh? — me dije mirando los pedazos vacíos del clóset

Abrí una por una, obteniendo una cantidad de blusas, playeras y pantalones increíble, ropa interior, gafas de sol, vestidos cortos para días de paseo, pantalones de chándal y sudaderas casuales, faldas y hasta calcetines, unas cuantas pijamas de seda y unos 7 pares de zapatos diferentes. Pero la bolsa más curiosa fue una de color blanco, que no anunciaba la tienda de lujo de dónde provenía, solo tenía el contenido y una nota.

"Me gusta regalar cosas útiles" escuché de nuevo en mi cabeza cuando saqué un quinteto de pijamas quirúrgicas color azul de tela de algodón y dos cajas de converse negros que había al lado de esta bolsa, sonreí con ganas.

*Joe*

Cuando salí del departamento no estaba realmente seguro de sí debí o no confesarle que había mandado a comprar ropa para ella o de sí había sido al menos la decisión correcta el hacerlo. Sabía que desde hacía tiempo que no dejaba a Liam mudarse a su casa porque le gustaba la libertad en ese aspecto y eso era algo que amaba con locura de ella, su independencia. Así que todo el camino el auto la pasé ligeramente preocupado por la reacción que tendría al ver mi invitación a quedarse en lo mío.

Pero es que _________ era una especie de bruja, me tenía hechizado, no podía evitar querer besarle la boca cada que podía y peinarle el cabello cada que lo traía desordenado, estaba seguro de que de haber querido me habría quedado contemplándola toda la noche mientras dormía. Estaba totalmente idiota por ella, y lo que más me presionaba el pecho y el alma era que no hubiéramos hablado aún acerca de "lo nuestro..." ¿Qué éramos? ¿Un par de adolescentes que engañaban al novio de la chica? Por supuesto que no, ella había tomado la decisión de dejarlo por el bien común, sin embargo, eso no significaba que yo fuera a tomar su lugar.

Mi invitación a Francia había sido una algo estúpida e impulsiva decisión, solo por complacerla, pero por el contrario tenía planeado algo que ella no esperaría. De cualquier manera, no me arrepentía de haberlo hecho, viajar con ella debía ser la manera más natural de disfrutar un viaje y la vida que uno se lleva en esto.

Ansiaba poder decirle lo que sentía y que mejor lugar para hacerlo que la ciudad de la luz.

Todas las noches de mi vida [J.Jonas]Where stories live. Discover now