Capítulo XXXI

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Cuando el mesero llegó con el postre y la botella se retiró con parsimonia y yo me recargué con cuidado en la silla, __________ se frotó los brazos.

—¿Sabías esto? — preguntó finalmente

—¿Qué cosa?

—Que Kevin me traería, lo de Danielle... ¿Has sido tú? ¿Tú se lo has pedido?

—¿Qué? No, por supuesto que no, estoy tan sorprendido como tú— murmuré, alzando las manos

__________ alargó la mano y tomó el tenedor, partió un pedacito y se introdujo una cereza entera a la boca, yo la imité y abrí el champán, sirviendo las copas.

—Evans...

—Solo... solo no digas nada...— desvió la mirada al vitral— esto es demasiado bonito como para que lo arruines

—Tienes razón...— bebí

No hablamos mucho, y cuando el postre se hubo terminado ella se levantó con cuidado y se acercó a la pared de vidrio, observando con cuidado todo, me acerqué y pasé las manos por sus brazos, que estaban helados, me quité el saco y lo pasé por sus hombros, ella lo abrazó y pude jurar que lo olisqueo.

*____________*

Me sentía tan nostálgica, quería abrazar a Joe y simplemente pedirle perdón por mi actitud, pedirle perdón por haber hecho lo que hice, pero mi orgullo me mantenía la boca sellada; cuando Joe pasó su saco a mi cuerpo aspiré su olor cítrico y mis poros clamaron su calor. Sin poder evitarlo me volteé, tirando la prenda en el camino, para abrazarlo por el cuello.

Joe, sorprendido, me respondió y pasó los brazos por mi cintura, abrazándome también, metiendo la nariz entre la piel de mi cuello, y, con cuidado y lentitud, comenzó a mecerse al ritmo de la lenta melodía que recordaba al París del siglo pasado.

Pude jurar que las horas pasaron lenta y tortuosamente entre nosotros, a pesar de no ser así. La luna parisina, oscura y gris colaba su luz entre las bombillas de luz y la nieve hacía el ambiente más tétrico, pero increíblemente hermoso; pasé mi mano por su cabello, provocando que él alzara la cara, entonces pude hacerlo hacia atrás y sonreírle lo mejor que pude, él se inclinó y plasmó un beso muy despacio sobre mi boca.

Una lágrima se escapó de mis ojos y rodó por mi cara, buscando esconderse en algún lugar, Joe la limpió con un dedo y me miró.

—No, Evans... no— suplicó

—No puedo evitarlo...— grazné

—No, mira ___________... esto terminó... yo...

—Quiero ir a casa, Joe— dije con una voz pastosa

—Lo haremos, mañana mismo si así lo deseas— acercó su boca mi frente, con los tacones no hacía falta que se inclinara

—Me quiero ir ahora— sabía que estaba siendo irracional

Joseph se quedó quieto por unos segundos y sentí como tragaba saliva, abrazó más fuerte mi cuerpo contra el suyo yo alcé la cara.

—Evans... mañana es Noche Buena...

—Lo sé... — no di brazo a torcer

—Déjame mostrarte una última cosa en este continente, por favor... y si después de eso quieres irte, nos iremos— habló contra la piel de mi sien

—Bien...—acepté, cediendo un poco

Deseaba ver a Anna y llorar con ella, terminar de desahogarme y poder por fin saber que estaba pasando entre nosotros dos, Joe se veía igual de presionado y yo, yo no podía más con la presión, pero estaba dispuesta de conceder lo que Joe quisiera mostrarme.

Joe se inclinó un poco y, sin previo aviso, me alzó en brazos con cuidado y con una fuerza impresionante, sin hacer el mínimo esfuerzo. Volvió a bajarme despacio y sentí sus zapatos debajo de los míos. Fruncí las cejas y él me sonrió, sus zapatos debían costar más que toda mi ropa junta, pero a él no le importó, me abrazó de nuevo y como a una niña pequeña, me meció con él. Recargué la mejilla en su clavícula.

...

Joe introdujo la llave electrónica en la cerradura y esta se abrió con un "clic", me dio el paso y yo entré con los zapatos en la mano.

—¿Me ayudas? — pedí, mostrando el cierre de la espalda

Mudo, lo bajó y yo me apresuré a entrar al cuarto de baño. Desmaquillé mi cara con cuidado y pasé el cepillo de por mi cabello, cepillé mis dientes y cuando mi cara estuvo lavada salí del tocador muy lentamente, Joe intercambió conmigo y revolví mi maleta.

Extraje la playera de Stanford y la pasé con cuidado por mi cuerpo desnudo, subí la temperatura del cuarto y me aseguré de que las cortinas estuvieran bien cerradas.

Para cuando me introduje en la cama, Joe ya me seguía, desnudo a excepción de un bóxer, me recosté y miré el techo, oscuro en ese momento.

—¿Joe?

—¿Sí?

—Te quiero...— murmuré

—Y yo a ti, cariño...

Jonas me prensó contra la cama y besó todas las zonas de mi cara, como quien besa un bebé, esa noche no hubo sexo, solo una pareja de atolondrados, que cuidaban el uno del otro, sin esperar nada, más que el cariño del otro; besó todos los rincones de mi cuerpo, tal y como lo hizo la madrugada que le confesé que había terminado con Liam.

...

*Joe*

Desperté y volví la vista, dormía tranquila, de espaldas a mí, me levanté rápidamente y me dirigí a buscar en mi maleta la laptop. No la había abierto desde el día en que llegamos y realmente deseaba no haber olvidado comprar los boletos.

Una vez que me estuve bañado y preparado, me acerqué a ella y me incliné. La zarandeé despacito.

—Hey...

—Jonas... esa no es forma de despertar a la gente

—Levanta, Evans, debemos tomar un tren— le sonreí

—¿Un tren?

—Sí, te prometí una última cosa antes de partir ¿recuerdas?

—¿A dónde vamos? — se sentó en la cama

—A Lyon— grité, recogiendo las cosas del baño

—¿Y Niza?

—Si decides no irnos, podemos pasar a Niza después— sugerí mientras juntaba toda la ropa y comenzaba acomodar mi maleta

No dijo nada, se vistió rápidamente con unos jeans gruesos y una sudadera azul, botas militares y se hizo una coleta, montando encima unas gafas de sol y pasándose una bufanda gruesa por el cuello y una chamarra encima del torso.

—Bien...

Terminamos en silencio las maletas y llamamos al botones.

Todas las noches de mi vida [J.Jonas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora