Capítulo L

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Me largué a llorar, sollozando contra mi mano, sintiendo el sabor a fierro y sal de la sangre en los labios y el dolor subiendo hasta mi pecho. Estaba tan golpeada, acuné mi vientre y me agaché un poco.

—Vamos, necesitas dormir— me dijo Emily

Me quitó el teléfono de la mano y en ese preciso momento comenzó a sonar, lo apagó y lo guardó en su pantalón, me tomó del brazo y me alzó, utilizó la fuerza suficiente para hacerme dar cuenta de que mi cuerpo estaba débil y lacerado a más no poder; me guío entre los pasillos, de vuelta a mi cautiverio, pero me equivoqué, entre a una habitación diferente, las paredes eran igual de feas: descuidadas y quebradas, las ventanas selladas y el aire frío alrededor, al fondo se encontraba un colchón, armado con sábanas, era nuevo, su pureza resaltaba entre la suciedad del cuarto; me sentó allí y tomó algo del suelo. Resultó ser una esponja en una cubeta de agua, la enjuagó y la exprimió, limpiándome la cara y el cuello. Con cuidado, me pasó algo por la boca, lo reconocí como agua y la bebí ávidamente, los ojos comenzaban a pesarme; me recostó en la improvisada cama y yo no pude más que temblar y comenzar a quedarme dormida, todas y cada una de las células de mi cuerpo clamaban de dolor, de cansancio y de tristeza.

*Joe*

Me fui a dormir con una horrible sensación en la garganta, no podía soportar estar mal con ___________.

Tomé el iPhone y lo desbloqueé, busqué entre mis contactos: línea muerta. Llamé a Anna.

—¿Hola? — su voz sonaba adormilada

—Hola, Anna, disculpa la hora

—¿Pasa algo, Joe? ¿Está algo mal? — de pronto estaba alerta

—No, bueno sí... no lo sé—suspiré

—¿Qué ocurre?

—Verás... he peleado con ____________ o algo así—fruncí el ceño— se he enojado conmigo y ha sido una tontería, no quiere responderme, quería, quería...

—¿No está contigo?

—No

—¿Dónde entonces?

—No lo sé, supongo que en su casa, dijo que su hermano acababa de llegar de Londres, y sé que está perfectamente segura, pero me quedé inquieto, necesito saber que está bien

—¿Necesitas que le llame?

—Sé que es mucho pedir

—No, no, a veces a esa mujer le dan ataques de locura, te llamaré en cuanto sepa algo ¿ok?

—Te lo agradecería mucho— me senté en la cama

—Y... ¿Joe?

—¿Sí?

—Jamás le harías daño, ¿verdad?

—Jamás, Anna, jamás

La línea se cortó y volví a acostarme, di vueltas un par de veces sobre la cama y jugué con el teléfono unos minutos, solo por tener algo que hacer; al cabo de media hora, mi teléfono sonó de nuevo.

—¿Sí?

—Joe, no logro localizarla, tiene el teléfono apagado

—Rayos...

—Creo que en serio quiere estar sola...

—Está bien... gracias por tu ayuda, Anna

—La iré a ver mañana por la mañana

—Bien, buenas noches

—Buenas noches...

Pero yo no esperaría hasta mañana, me levanté y tomé los jeans del suelo, me calcé los tenis y cuando bajé las escaleras rápidamente me di cuenta de que mi hermano seguía en la sala cuando escuché su voz.

—¿Vas a algún lado?

—Necesito verla, Nick

—No hagas estupideces

—No, cualquier cosa te llamo

Me acerqué al cajón de la cocina y busqué la llave de la casa de ____________, la tomé y bajé al garaje.

...

Su departamento estaba a oscuras cuando entré, cerré la puerta suavemente y prendí la luz de la sala, nada, me asomé en la cocina, había dejado una taza de café, la tomé: estaba fría... bebí un poco, era café de hacia un día al menos y tenía un sabor increíblemente fuerte, impropio de ella, además de que en su condición no lo consumía. Me dirigí a la habitación y abrí con cuidado la puerta para evitar despertarla o asustarla, pero quién se asustó fui yo: no había nadie en la cama. Estaba tendida perfectamente y la puerta del baño abierta, mi corazón comenzó a latir rápidamente, bien... quizá estuviera con James en algún hotel.

Busqué su agenda en su escritorio y saqué el número del castaño, el teléfono sonó unas cuentas veces y una voz grave me contestó del otro lado.

—¿Hola?

—¿James?

—¿Joseph?— su voz era de sorpresa

—Hola— dije nervioso

—Hola— parecía extrañado

—Eeeh..

—¿Qué puedo hacer por ti?

—Eeeh... tu hermana mencionó que estarías en New York y yo...

—¡¡Ah!! — se río— ¿Cómo se ha dado cuenta? Seguro fue porque platicamos el otro día ¿Cómo lo descubrió?

—¿Disculpa?

—¿Cómo se dio cuenta de que iré?

—¿No estás aquí?— hablé en un hilo de voz

—No, salgo para allá en dos semanas, ya compré mi boleto y todo

—Entonces... estás en Londres— susurré

—Así es, tendré un receso antes de presentar mi examen así que iré a visitarla

—No estás aquí...—murmuré con las manos sudorosas

—No ¿pasa algo?

—No, nada... todo está...

—¿Te sientes bien, Joseph?

—Perfectamente...— colgué el teléfono y me senté en la cama que se hundió bajo mi peso, miré a mi alrededor, no había nada que me diera pista de donde podría estar la pelirroja.

Llamé toda la noche a su teléfono, pensando donde podría estar y si su coraje era el suficiente para hacer algo como lo que me estaba haciendo... me sentía triste y un poco abandonado, no había pasado una noche solo desde que comencé a andar con ella y ahora, se ocultaba de mí... Escuché mi teléfono a los lejos...

Poco a poco el sueño me fue venciendo y yo caí en los brazos de Morfeo, abrazado a la almohada, que olía a lavanda y frambuesas, justo como el primer día...

Todas las noches de mi vida [J.Jonas]Where stories live. Discover now