Capítulo 54.

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“Siento que soy famoso, soy la cotilla del pueblo,

Ellos dicen que me he vuelto loco, que me he vuelto loco.

Pero ellos no saben lo que yo sí, y es que cuando el Sol se oculta

Alguien me habla de vuelta.

En las noches cuando las estrellas iluminan mi habitación

Me siento solo a hablar con la luna”.

-Talking to the moon – Bruno Mars”.

-Ella era mi hermana –respondió, borrando totalmente su sonrisa y bajando la mirada tristemente hacia la mesa. Sentí una punzada en el estómago.

-Oh –mascullé, apoyando mi espalda en la silla.

-Sí, bueno –me dijo, echándose algunos cabellos rebeldes hacia atrás. –Soy su hermana gemela, tal vez por eso nos parecemos tanto.

-Ah –apreté los labios y sonreí. –Vale.

Ella se me quedó viendo fijamente, y evité comenzar a morderme las uñas. -¿Conociste a Vanessa?

-Sí –respondí inmediatamente. –Sí, éramos… grandes amigas.

-Ah, vale –asintió, y me aclaré la garganta. Esta conversación había llegado demasiado lejos.

-Tengo que irme –le dije, echando la silla para atrás y ella me siguió con la mirada. –Gracias por todo.

-Vale –pareció una pregunta, y entonces salí a zancadas de la cafetería.

Una vez fuera, las finas gotas de lluvia comenzaron a empaparme el rostro y la chamarra. Un aire friolento me entró al cuerpo, y me estremecí. Me apresuré a llevar mis dedos congelados al cierre y subirlo hasta casi tocarme la barbilla, y comencé a caminar derecho en la acera, esquivando a las personas apresuradas que se tropezaban con mis hombros. No me sentía bien caminando en unas calles tan limpias. Después de haber vivido tanto tiempo en las calles, se supone que todo esto debería parecerme un avance, pero todo lo que sentía era que había jodido más mi vida.

Yo era tan estúpida. Los incidentes de la noche anterior y esta mañana no me habían detenido de mentir por Harry para salvarle el pellejo. Pero supongo que no debería sentirme culpable con eso; se lo debía, de todos modos… Cuántas veces él me había sacado el pie del barro cuando había necesitado de su ayuda, y en verdad se lo agradecía, y supongo que debí devolvérselo y considerarlo como el último favor antes de dejar de verlo para siempre.

Sin revisar previamente si disponía de dinero, tomé el primer taxi que se cruzó frente a mí e inmediatamente me puse los audífonos, recurriendo desesperadamente a todos mis métodos de control personal. Amy Winehouse a todo dar, quizá hasta que se me reventaran los tímpanos de sopetón; un cigarrillo que comencé a fumar casi con la cabeza completamente fuera del auto; y lo más infalible de todo, la suerte.

Quizá fuese un método infantil, pero todavía me gustaba eso de conservar mi esencia personal. Y aunque esa esencia consistiera en ser una estúpida, bien, era una estúpida que conservaba muy bien su personalidad. Aún cuando mi personalidad contribuyera con el Universo a destruir mi vida. 

El auto de pronto se detuvo en el tráfico de un semáforo, y suspiré, echando fuera también el humo del Camel, y tragué saliva. Supuse entonces que éste era el momento en el cual me regresaba al Hotel, gastaba lo que me quedaba de mi vida fumando cigarrillos, y luego moría sola con un gato que me terminaría abandonando también. 

Wild.Where stories live. Discover now