“No estoy segura de cómo sentirme con respecto a esto,
Algo en la forma en que te mueves
Hace que me sienta como si no pudiese vivir sin ti.
Esto invade mi ser,
Quiero que te quedes.
-Stay – Rihanna”.
Los ricachones comenzaron a saludar con falsa empatía en nuestra dirección, y observé meticulosamente cada gesto de Harry, proporcionándome así la información de que él no siempre se sentía cómodo con la gente, y en especial con ellos. Pero, entonces, él sonrió fingidamente, y se vio tan convincente que incluso se vio real. Aunque por supuesto no lo era. De hecho, nunca lo era.
Los muchachos comenzaron a acercarse hacia nosotros con aires de superioridad. El rubio que lo había llamado miraba en mi dirección sosteniendo un cigarrillo entre sus dos dedos pálidos, y cuando estuvieron aún más cerca, casi pisándonos los pies a los dos, me di cuenta de que él y el castaño llevaban unos rostros parecidos al que se tiene cuando has consumido casi tres bolsitas de droga ininterrumpidamente. Y no me extrañaba. Esta gente no tenía ya qué hacer con su tiempo o con su dinero, así que tan sólo me limité a adivinar que se gastaban la mayor parte de su tiempo fumando hierba mientras escuchaban a sus padres hablar de sentar cabeza. Típico.
-Eh, amigo –el rubio le dio una palmada amistosa en el hombro a Harry, el cual lo recibió con una de vuelta, que se debió haber sentido incluso más cálida que la que había recibido en primer lugar. Él y el otro castaño se volvieron a su sitio, y tan sólo el segundo rubio, el de mirada inocente y ropas deportivas permaneció ahí parado, con su boca apretada denotando evidente incomodidad. El rubio se llevó el cigarrillo a los labios y lanzó una nube de humo en mi dirección. Apreté los párpados para que no me entrara en los ojos y deseé darle una patada. Entrecerré los ojos.
-Me alegra verlos, chicos –Harry sonrió ampliamente. –Adam, no te vi en el baile de la Universidad. Organizaste casi todo, muchacho, debiste ir –dijo. Harry sonaba inocente, y apostaba a que su sonrisa era real ahora.
-Mi padre pagó todo eso, sabes. No estaba obligado a ir –se encogió de hombros. –Pero como sea, estuve un tanto ocupado. Ya sabes, con la compañía de mi padre y todo eso, tuve que viajar a Francia y luego me quedé unos meses más en Ámsterdam –dijo, sonriendo.
-Es tan lindo de tu parte el restregárnoslo en la cara –intervine cuando Harry iba a responder. Esbocé una de mis sonrisas envenenadas y Adam dirigió sus ojos hacia mí. Las comisuras de sus labios se arquearon hacia arriba, denotando una sonrisa fingida y charlatana. Quería matarlo, quería matarlo, quería matarlo.
-No te tomaste el tiempo de presentarme a esta belleza, hombre –intervino el castaño, caminando hacia mí para tomar mi mano. Antes de que sus labios se posicionaran en mis nudillos y Adam intentara rodear su mano en mi cintura, Harry dio un paso hacia mí y me tomó fuerte pero delicadamente por la cintura, marcando su territorio. Reprimí una sonrisita de satisfacción y continué mirando a los chicos. Me di cuenta de que el rubiecillo de ojos azules se había retirado, pero continuaba mirando la escena mientras caminaba sobre su propio eje con los brazos cruzados.
-Vale. Ella es Lily, mi novia –Harry dijo. Su expresión se había oscurecido. Los chicos sonrieron burlonamente. Sentí un extraño mariposeo en el estómago al escuchar la palabra “novia”, y reprimí una sonrisita. Novia. Nadie me había considerado lo suficiente como para llamarme así. Nunca.
-¡Hombre, felicitaciones! –Adam me recorrió con la mirada, como si quisiese comerse mis piernas sin necesidad de cuchillo y tenedor. –Ya veo por qué Chuck está tan interesado en ella. Deberías tener cuidado, ¿eh? –se burló, y sentí que los dedos de Harry apretaban mis caderas, hundiendo las ñemas de sus dedos en mi piel forrada por una camisa que había tomado del armario de Harry.