Capítulo 20. "Harry".

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“Hace a tus labios tan besables,

Y tus besos infaltables.

Tus dedos tan tocables,

Y tus ojos, irresistibles.

-Irresistible – One Direction”.

El sol entraba por la ventana y calentaba lo bastante como para derretir el chocolate Toblerone. Sentí el aroma a chocolate derretido y escuché un encendedor chasquear, y me desperté. Me di la vuelta, chocándome contra un paquete de chicles y me giré hacia el otro lado, aplastando una bolsa de Fritos semivacía.

-Mierda –mascullé. Acerqué la mano a mis ojos para ver la hora en el reloj y me lo quedé mirando fijamente. La entrega del ensayo para la Universidad era a las once. Estaba acostado bocabajo sobre una bolsa de Fritos en la habitación de un motel con una chica en Manchester, ¡y ya eran las diez!

-¡Joder! –exclamé levantándome de un salto de la cama. -¡Lily, tenemos que irnos! –grité, pero ella estaba justo frente a mí, sentada tranquilamente sobre la silla de madera que hacía juego con el tocador despedazado fumándose un cigarrillo. Pero era difícil para mí no dejarme dominar por el pánico.

-¿Siempre te levantas así? –preguntó dulcemente. Miré frenéticamente a mi alrededor, metiendo todo lo que encontré en mi bolso de viaje con violencia, aplastándolo todo para que entrara. ¿Cómo coño es que Lily no se alteraba por nada? Siempre se la veía tranquila. Si iba en un avión y éste se caía, probablemente moriría tranquila fumándose un cigarrillo. Era como “sí, tranqui, que no pasa nada”.

Ella se levantó riéndose entre dientes, y agarró su mochila negra, colgándosela al hombro. Agarró los Converse y se los llevó en la mano, fumándose el cigarrillo mientras nos dirigíamos hacia una parada de taxis para intentar llegar a Londres antes de mañana. Pero lo bueno era, al menos, que había conseguido a Lily.

*** “Lily”.

No entiendo a Harry. Siempre es todo complicado y se preocupa demasiado por las cosas. Vale, ya sé que es su Universidad, pero es demasiado eléctrico. Demasiado responsable. Pero también es simpático, magnético, y no he conocido a muchos chicos así. Digamos que ni siquiera he conocido chicos lo suficiente. Salvo Jason y Tim. Con los otros, ha sido un completo desastre. Es por eso que me acuesto con ellos a cambio de un favor y luego los mando a la mierda o yo misma me mando a la mierda.

Estaba en el Audi de Harry muerta de sueño esperando a que él regresara de entregar el dichoso trabajo sobre la vida. Si te pones a analizar, Harry tenía razón. ¿A quién coño le importa tu opinión en quinientas palabras sobre la vida? Si, de todos modos, si lo que dices está mal, te van a poner un cero. Entonces, ¿cuál es el punto? Me parece que, hoy en día, la gente dice que los sentimientos y las opiniones son importantes y todo, pero al final es en lo menos en lo que se detienen a pensar.

Tal vez Harry escogió una carrera demasiado irónica. Tragué saliva y me recosté sobre el asiento suave del Audi, cerrando los ojos. Estaba jodidamente cansada y necesitaba darme un baño. No me había quitado el vestido de la fiesta todavía y sentía todos los músculos agarrotados. No era que no lo soportaba, porque la verdad es que para mí era normal, pero se sentía guay estar en esta onda de “me baño todos los días”, porque tampoco es que se sintiera mal.

Harry abrió la puerta del auto y se dejó caer sobre el asiento, cerrando la puerta y cerrando los ojos, inclinando la cabeza hacia atrás, dejándome ver su manzana de Adán y lo lindo que era su perfil contra la luz. 

-¿Cómo te fue? –le pregunté. Suspiró y abrió los ojos. Había ojeras debajo de sus ojos.

-El profesor me reventó los huevos con que pudo haberme eliminado la nota del ensayo por llegar tarde, pero al final logré que me lo aceptara, y ahora sí que tengo vacaciones –me dijo, sin parecer tener ánimos o fuerzas de arrancar el coche ahora.

-Y yo que pensé que estabas en esto todo el tiempo –me burlé.

-Es sólo mi personalidad –respondió. –Siempre quiero hacerme cargo de todo.

-No tomé drogas esa noche –le dije.

-Pero supongo que es normal –prosiguió -. Cuando entras a la Universidad es como si tuvieras que hacerte cargo de todo un país.

-Ni siquiera estaba borracha –admití, y él suspiró.

-Quiero decir, es extraño. Primero estás emocionado, pero luego te das cuenta de que no es nada simple estudiar algo que te gusta –explicó, y luego se detuvo, frunciendo el ceño -. Espera, ¿qué?

Sonreí. –No tomé MDMA esa noche. Sólo… quise besarte –le dije, observándolo fijamente. –Quiero besarte ahora.

Sus labios se entreabrieron al tiempo que me miraba fijamente. No es que me arrepintiera de lo que acababa de decirle, porque lo cierto es que le había dicho la verdad. Sólo no estaba segura de que él no iba a asustarse y a echarme de su auto tildándome de loca. No sería la primera vez que alguien me hiciera algo como eso, pero con él era, como que, diferente. Él realmente me podía.

Ambos nos inclinamos hacia delante violentamente, uniendo nuestros labios con fuerza. Agarré su rostro entre mis manos y él apretó mis caderas con sus manos, ayudándome a sentarme a horcajadas sobre él. Me dejó entrar en su boca, jadeando, y su lengua jugueteó con la mía, mientras movíamos nuestros labios de un lado a otro mientras jalaba suavemente la parte de atrás de mi vestido.

Gemí mientras deslizaba sus labios húmedos y acogedores por mi cuello, subiendo mi vestido hasta que apenas me cubrió los muslos. Mordisqueé su mejilla al tiempo que luchaba por sacar su camisa. 

-Buenos días, jóvenes –dijo una voz extremadamente grave y estricta. Abrí los ojos de golpe. Cuando ambos nos dimos vuelta, un viejo canoso con olor a sangre y a perfume de cajón nos miraba arqueando una ceja, con expresión dura.

Harry se aclaró la garganta y me soltó delicadamente, al tiempo que yo volvía a deslizarme en el asiento del copiloto, acomodándome el vestido, disimulando que estaba que me moría de la risa. Harry suspiró y se pasó la mano por el pelo, humedeciéndose los labios.

-Mierda –dijo. –Era el decano.

Pero no pude evitar reírme cuando el viejo se hubo retirado y Harry y yo estuvimos a solas. Lo miré con lágrimas de risa en los ojos, y él me dio un jalón amistoso en el pelo. –Eh, que si me expulsaban es por tu culpa –me dijo, sonriendo.

-Sabes que te quieres reír –le dije, achicando los ojos debido a la risa. 

-No sé con qué cara voy a mirarlo el año entrante –musitó, encendiendo el motor del auto.

-Tienes que aprender a tomarte las cosas a la ligera –le dije, y él dirigió su mirada hacia mí. Sus mejillas estaban levemente ruborizadas y había despeinado sus cabellos en el momento de la acción. –Pezoncitos –le dije, antes de que los dos comenzáramos a carcajearnos.

Sonrió, y rebuscó en el bolsillo de su pantalón ajustado. Sostuvo frente a mí un cigarrillo Camel.

-Sabía que me faltaba uno de ésos –le dije. Él soltó una risita silenciosa.

-No creas que Zayn es un mentiroso –me dijo, apoyando su cabeza en el asiento, sosteniendo el cigarrillo. –De verdad que tengo esto porque me recuerda mucho a ti.

-Creo que deberías conservarlo –le dije, sonriendo. –Lo necesitas incluso más que yo.

Wild.Where stories live. Discover now