Capítulo 37. "Harry".

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“No puedo encontrar las palabras para explicar,

Sólo cuán loco me tienes.

Cuando me hablas a veces peleamos,

Oh, estudio mis palabras y digo “no te preocupes”.

Porque incluso cuando tú caminas,

Bueno, yo miro hacia otra parte para lucir ocupado.

Porque estoy tratando de ocultar

Todos estos sentimientos dentro.

-God Damn you’re Beautiful – Chester See”.

Esa misma noche marcaban las doce y cuatro cuando me bajé del auto de un salto y caminé a zancadas hacia la puerta de la mansión de los Osovki. Toqué el timbre dos veces seguidas y desesperadas, frotándome las manos en los pantalones, esperando. 

La puerta fue abierta por la mucama, que sonrió al verme. Cuando estaba a punto de decir algo, una chica delgada con unos lentes gigantes se aproximó hacia la puerta y le dijo a la mujer que ella arreglaría esto. Cambié mi peso sobre el suelo y me metí las manos en los bolsillos de mi pantalón de mezclilla.

-¿Michelle? –pregunté, luego de haber esperado varios segundos a que ella dijera algo. Pero lo único que había estado haciendo era mirarme como si fuese John O’callaghan, con una sonrisa psicópata en su rostro. Al escuchar mis palabras, se rió y se apoyó en la puerta.

-Oh, no, no –se rió, sacudiendo su cabeza. –Soy Kay. Su-su hermana –titubeó, extendiéndome su mano para que la tomara. Asentí, dándole un beso en los nudillos, que hizo que ella suspirara fuertemente y tuviera que apoyarse aún más en la puerta para no caerse. Intenté no fruncir el ceño y me aclaré la garganta.

-¿Se encuentra Michelle? –le pregunté. Antes de que pudiera contestar, pude vislumbrar unos pies descalzos bajar por las escaleras de mármol y correr hacia la puerta, tropezando con Kay y sonriéndome ampliamente. Kay la miró como si le hubiese arruinado el momento, pero Michelle prefirió ignorarla.

-Hola, Harry –dijo, sonriendo ampliamente. –Ve adentro –le ordenó a su hermana con voz dura, y la chica me dedicó una última tierna mirada antes de correr hacia dentro a saltitos. Estaba por pensar que esta familia no era normal. –Qué descortés ha sido mi hermana –rodó los ojos y luego volvió a sonreír. -¿Gustas pasar?

-De hecho, sólo tomará un segundo –le dije, y ella borró su sonrisa. –Michelle, ¿quieres explicarme por qué diablos has enviado un mensaje a mi casa diciendo estas cosas?

-¿Qué cosas? –sonrió haciéndose la inocente y ladeando la cabeza. Hizo como que lo analizaba, y luego echó la cabeza hacia atrás. -¡Oooooh! ¡Ya lo recueeeeerdo! –rió, y yo suspiré con cansancio.

-Sí, bueno –dije duramente. –Lily lo escuchó todo, y ahora ella no quiere hablarme.

Se llevó una mano al pecho. –Oh, lo siento –frunció sus cejas. –Pero no he dicho nada más que la verdad, pastelito.

-Yo nunca dije que serías mi modelo –le dije, y ella suspiró.

-Bueno, no –negó con la cabeza -, pero es que Chuck andaba diciéndole a todo el mundo que Lily sería su modelo, así que yo sólo pensé…

-Pensaste mal –la interrumpí, y ella me miró fijamente, abriendo mucho sus ojos con el labio inferior trémulo. Suspiré y me froté las sienes. –Lo siento, Mich. Sólo quiero saber por qué tuviste que decir todas esas cosas al teléfono. Quiero decir, es como si hubiera sido con doble intención…

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