-¿Cómo dices? –estaba comenzando a molestarse. Maldición, sabía que con esto de seguro me vendrían problemas. Chuck sabía demasiado. Había hecho demasiado, incluso antes de que yo conociera a Harry. De hecho, me había acostado con él, sólo que no lo había recordado hasta que él me lo dijo en la sesión de fotos.

-¿No te has enterado? Y yo que pensaba que las cotillas te llegaban primero a ti –intervino el castaño. Lo observé fríamente. La respiración de Harry se había vuelto violenta, como si hubiese corrido un kilómetro en una maratón recientemente. –El chico está que se la come. Pobrecillo. De seguro que le duele cuando se entere de que ustedes, chicos, están saliendo.

Inmediatamente noté la mala intención en su tono, y apreté la mandíbula. Harry lucía como si le hubiesen hablado en chino.

-Seguramente que sí –escupió, y yo abrí la boca.

-Harry –lo interrumpí, y él me miró automáticamente con el entrecejo fuertemente fruncido. Sus ojos se habían oscurecido, pero su mano seguía trémulamente en mi cadera. –No es…

-Por cierto, que has salido guapísima en Wanders –dijo el castaño hacia mí. Lo miré, tragando saliva, sin prestarle mucha atención.

-Gracias –mascullé, arqueando una ceja con frialdad.

-Ha sido todo un éxito. Con razón hay personas que están aquí para verte –arqueó una ceja, sonriendo. Tragué saliva nuevamente y resistí el impulso de comerme las uñas. –Chuck no se cansa de restregárnoslo a todos, sabes –esta vez se dirigió a Harry. Éste suspiró con impaciencia, y noté que uno de sus pies estaba golpeando el suelo repetidas veces, como si estuviese reprimiendo una oscura parte de él que podría dejar al tipo hablando por atrás de un guantazo.

-No necesito tener cuidado alguno –Harry sonrió, apretándome aún más, para demostrar quién mandaba. El rubiecillo me miró, y fue entonces cuando no pudo continuar haciéndose el desentendido, y comenzó a caminar hacia los dos muchachos con rostro benévolo.

-Eh, Harry –sonrió el rubio hacia mi acompañante, a quien le costó esbozar una pequeñísima sonrisa. Pero la diferencia fue que ésta sí fue real.

-Niall –masculló, y ambos se envolvieron en un abrazo. Intenté apartarme, pero Harry continuó sosteniéndome. -¿De qué vas?

-Nada, de hecho iba a tomarme unas cervezas con Zayn –se encogió de hombros. -¿No te ha llamado?

-Na. De seguro anda en una juerguita por ahí –masculló, relajándose. Niall esbozó una amplia sonrisa y Adam dio una última calada a su cigarrillo antes de tirarlo lejos y echar el humo en el cogote de Niall, quien continuó sonriendo. Ese tipo de sonrisa que tienes cuando le dices a alguien “voy a sacarte los intestinos y luego a venderlos en el mercado negro, hijo de puta”.

-Vale, nos vamos –masculló el castaño, mirando a Harry con una mezcla de resentimiento y sarcasmo. Harry no sonrió.

-Gusto en verlos –masculló Harry, pero esta vez estuve segura de que estaba mintiendo. Los chicos me dedicaron una última mirada antes de darse la vuelta sobre sus talones y comenzar a encender otro cigarrillo mientras se alejaban. Miré a Harry directamente, quien había soltado un resoplido. Quizás de alivio. No podía culparlo. Si con esta clase de personas se codeaba todos los días, entonces sí que entendía por qué prefería estar solo, y aún así siempre estaba rodeado de ellos.

Harry volvió a resoplar, aún sin soltarme. Con su otra mano, se apartó algunos rulos que caían sobre su frente bronceada. -¿Qué ha sido eso?

No sabía bien a quién iba dirigida la pregunta, y esperaba que no fuera a mí. Sabía que tenía mucho que contarle, pero si yo misma consideraba una cochina traición el haberme acostado con Chuck, no imaginaba entonces lo que sentiría Harry. Alcé la mano para morderme las uñas. 

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