Ava se removió en su asiento y desabrochó el cinturón de seguridad, lo que hizo que sus pechos se sacudieran sin cuidado. Mi vista captó al instante ese movimiento y mis partes abajo empezaron a tomar nota de cómo se movían libres bajo su ropa. Joder, iba a terminar con una maldita erección si no dejaba de mirárselos pronto. Si antes hacía calor dentro ahora parecía un jodido horno.

Se arrastró hacia mí como lo haría un gato dirigiéndose a uno de sus juguetes o una potencial presa. De forma lenta y calculada llegó a mis piernas, colocando ambas manos sobre mis muslos, demasiado cerca de mi dura polla. ¿Qué diablos quería hacer? El momento se transformó en segundos y una atmósfera sensual nos cubrió, mucho más poderosa que la que dejó la música.

―¿Qué estás haciendo? ―siseé cuando sus dedos rozaron la dura protuberancia en mis pantalones.

―Estaba pensando que en realidad nunca te pagué como debía el que me hayas salvado ya dos veces ―ronroneó. Era obvio que estaba bastante pasada de copas, la normal jamás lo hubiera dicho, o imaginado siquiera. Ella me odiaba, o al menos odiaba mi parte arrogante y coqueta.

―¿Es en serio? ¿Crees que una chupada te servirá como pago?

―Yo nunca dije que sería una chupada solamente. ―Lamió sus labios y subió su rostro más cerca del mío―. Y tranquilo, lo que sea que pase aquí, nadie lo sabrá.

Tragué duro. Me sería tan fácil detenerme a un lado del camino, sacarla de aquí y follarla en uno de los callejones o contra el muro de cualquier edificio. Sin embargo, y contra mis deseos, no quería hacerlo. Ava estaba ebria y sentiría que me estaba aprovechando de su condición en demasiados niveles. Podré tener una mala vida, pero tenía ciertos valores que no quería romper por ella.

Y luego estaba el tema de que quería protegerla, al menos por ahora. Verla en ese estado había sacado a esa parte que tanto quería esconder del mundo y me hacía recordar mis años oscuros, cuando conocí a esa pequeña niña por la que tanto llegué a sacrificar. Sé que eran momentos distintos y épocas diferentes, solo que no podía evitar hallar similitudes entre ambas. ¿Estaba enloqueciendo?

Cualquier pensamiento racional escapó por la ventana luego de que su mano abrió la bragueta de mis vaqueros y se deslizó dentro. Sonrió una vez que sintió la punta entre sus yemas y la acarició, haciendo que me desviara por un momento hacia la izquierda, poniéndonos en peligro a ambos. Ava era una maldita provocadora.

―Solo una pregunta, ¿por qué no traes ropa interior?

―Tendrás que descubrirlo por ti misma, nena ―guiñé un ojo.

Tras un pequeño esfuerzo, consiguió sacarla del interior de mis pantalones, ya dura y orgullosa solo por sus atenciones. Con sus dedos movió la piel de arriba abajo, haciéndome gemir sin control. Por supuesto, no le importaba que nuestras vidas estuvieran en riesgo cada puto segundo. De pronto, sentí su húmeda lengua pasar por la cabeza y casi nos estrellé contra una farola por ello. Joder.

La arremolinó con cuidado en la punta, lamiendo y acariciándola con suma reverencia, como si fuera a desaparecer en cuestión de segundos. La metió con lentitud en su boca, pasando sus dientes en la suave carne y no lograba controlar las muecas de placer que invadían mi rostro. Cuando su mano halló mis bolas debí estacionarnos en el borde, todo sea por evitar un trágico accidente.

No dijo nada cuando se dio cuenta de ello y, en cambio, aumentó más el ritmo. Enterró sus uñas en mis muslos, algo que en realidad me prendía mucho más. Jamás había podido comprobar lo cercano que podían ser dolor y placer hasta ahora. La forma en que Ava lo succionaba era igual a tocar el cielo con las yemas y verlo alejarse. Era un delicioso suplicio al que no querrías renuncia. Dios, ella era una maldita experta.

El Rastro de Ti [C.O.R. #1]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum