Cap. 49 - 29 de agosto

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Así pasaron meses, luego años, Ambar y Lolanthe estuvieron más cerca que nunca en ese tiempo se volvieron inseparables, mientras que Saly compartió el mismo dolor que las hermanas. Tom y su séquito era cada vez más grande, las familias impuras temían salir a las calles por las noticias del profeta, hasta ahora nadie sabía quién era el señor tenebroso más que los mortifagos y su familia, aunque Dumbledore estaba muy seguro de quién podría estar tras todas las muertes.

Al llegar 1954 Lolanthe entró en Hogwarts (Con 10 años, ya que cumplía los 11 a mitad de curso), tan emocionada como lo estuvo alguna vez Ambar, quien no visitaba el castillo hacían ya 8 años. Lo, ya era una niña, tenía una cabellera marrón, sus ojos verdes resaltaban en su rostro pálido tal como el de su hermana, tenía una estatura baja y era bastante flaca, una niña preciosa.

Fue cuando Ambar tuvo que darle la capa de invisibilidad a Lolanthe ya que era su herencia ahora, pero si se la daba tal vez su hermana no se la devuelva, o la pierda, y Tom le explicó a la rubia que ella debería ser la ama de la muerte para conseguir la inmortalidad a su lado

- ¿Irás a buscar la piedra? – dijo Tom el 29 de Agosto, 3 días antes de que su hermana parta a Hogwarts, el peli oscuro estaba sentado en el sillón de su cuarto y la rubia sobre la cama

- No lo se... aun no me siento segura – explicó ella cuando llevó la taza de café que estaba bebiendo a sus labios

- Es necesario, por favor Ambar... entiendes esto mejor que nadie– el rostro de serpiente del chico causó un escalofrío en Ambar cuando subió la mirada para verlo

- Lo haré, quiero hacerlo, es solo que pensar en un paso tan grande... tener una mente tan preparada... Seré inmortal como tú, y eso me atrae, pero me aterra – su voz temblaba con cada palabra, expresaba miedo, Tom lo noto por lo que se paró y la abrazó con suavidad

- Mañana iremos juntos – dijo él antes de besarla

Al otro días ambos se levantaron temprano, Tom se bebió una poción con la que cambio de forma, ahora era un hombre rubio con ojos negros, y la rubia creyó que seguramente había tomado la figura de algún mago al que asesino

-Nómbrame como Heliote Roth – dijo el mago oscuro cuando ella asintió. Ambar tomó el brazo de Tom y ambos aparecieron frente a Gringotts, el callejón estaba casi desierto por la hora y el ventoso día, los chicos entraron al banco, la rubia comenzó a sentirse nerviosa como cada vez que visito el lugar, los duendes la veían de reojo, Tom caminaba detrás de ella con su falsa personalidad, fingiendo tranquilidad hasta que llegaron al final de la sala para dirigirse con uno de los duendes

- Que tal... Mi nombre es Ambar Pev... - saludo ella pero el duende la interrumpió

- Ambar Peverell, heredera de Servus, ¿A cuál de todas sus bóvedas desea entrar señorita? – habló este con un tono de asco hacia los jóvenes

- Quiero entrar a la bóveda 14.039 si no es mucho pedir – explicó la rubia por lo que el duende abrió los ojos con asombro

- Me temo señorita Peverell, que debo pedirle su llave, su identificación, y su varita, y usted caballero, no puede acompañarla – entonces el ceño de Tom se frunció notablemente lleno de rabia, él no iba a dejar que su reina baje sola a ese lugar lleno de trampas y peligros

-¿Disculpe? No entiendo la razón, no dejare que baje sola, es peligroso, el mismo Servus Peverell explico el peligro del lugar, ella es una mujer y no permitiré que un duende me niegue protegerla – ahora hablo el "rubio" lleno de furia y enojo

-To..Heliote, no te preocupes, puedo bajar yo sola, tome señor –dijo la rubia dándole su llave, su identificación, y su varita al duende, quedando desarmada

- No me parece querida, yo insisto en acompañarla – pidió el chico colocando sus manos en la espalda con educación

-Disculpe señor pero no puedo permitirlo, la bóveda está bajo una seguridad extrema, nadie sabe bien que guardó el señor Peverell en ella pero este pidió que las únicas que tengan permiso de bajar sean la señorita Ambar y la señorita Lolanthe Peverell. Aquí tiene sus cosas – explicó el duende quien devolvía las pertenencias a Ambar luego de revisarlas

-Quédate cerca, estaré bien –Le sonrió ella cuando el chico se dirigió a esperar disgustado en la puerta y la rubia caminó junto a un par de duendes.    

Tom Riddle: La MaldiciónWhere stories live. Discover now