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– Bruno hazme el amor ahora, no soporto más tiempo sin sentirte dentro – susurró en mi oreja después de lamerla y me enloqueció por completo.

Di una vuelta vertiginosa que hizo rechinar las llantas y ella se rió, manejé unas cuadras hasta que encontré mi objetivo, un callejón oscuro, de inmediato me estacioné ahí y apagué el auto. Hice el asiento hasta atrás y Victoria se sentó sobre mí con sus piernas a mis costados, nos besamos con urgencia, nuestras lenguas parecían estar en una batalla campal mientras Tori,mi Tori se desabrochaba el abrigo por completo, con la mirada comprobé lo que mi mano había notado, únicamente traía un sensual conjunto de ropa interior, era de encaje color negro que enmarcaba de forma magistral su figura. Me sonrió, llevó sus manos a los lados de su tanga, hizo un movimiento y ésta se abrió dejándome ver la entrada de su paraíso.

– Esta vez sí vine preparada – musitó lengüeteando el lóbulo de mi oreja.

– Eso veo, me fascina que seas así de traviesa.

– Tú lo provocas.

Presurosa me desabrochó el pantalón mientras yo hacía lo mismo con su sostén para comerme sus pezones endurecidos. Puso una de sus manos sobre mi miembro y lo dirigió a la entrada de su centro y sin decir más se lo devoró en un solo movimiento en tanto emitió un gritito al sentir como la llenaba, comenzó a moverse en círculos de manera suprema y me mordía los labios, yo tenía mis manos sobre sus nalgas y se las apretaba, me ofreció su cuello y se lo succioné al tiempo que empezó a subir y bajar provocando un exquisito roce de mi miembro y su muy húmeda cavidad.

– Te extrañé tanto Victoria – exclamé con la voz entrecortada.

– Yo también a ti, no tienes idea de cuánto deseaba este momento – aseguró lamiéndome los labios.

– No creo que más que yo – aclaré mordiéndole el labio inferior.

Aceleró sus movimientos, apoyando sus manos en el respaldo, a los lados de mi cabeza, los vidrios estaban completamente empañados y nuestros gemidos inundaban el ambiente, nos besamos casi con furia mientras ella incrementaba más la velocidad hasta que segundos después ambos llegamos al orgasmo. Se quedó quieta, con su frente pegada a la mía, sus ojos brillaban llorosos por el placer y puso sus manos sobre mis mejillas.

– Te amo tanto Bruno, gracias por este momento, ha sido maravilloso.

– Yo también te amo y las gracias te las doy yo a ti por hacerme tan feliz.

Me sonrió sobre mis labios y luego me besó apasionadamente, yo la abracé atrayéndola más hacia mí, si acaso eso era posible mientras acariciaba la tersa piel de su espalda. Rompimos el beso para tomar aire y después se pasó al asiento del copiloto, nos ordenamos las ropas y después encendí al auto y me puse en marcha rumbo a mi departamento, la noche apenas estaba empezando.

Me estacioné en mi lugar acostumbrado y luego la ayudé a bajar, entrelazamos las manos y caminamos hacia el ascensor, un par de ancianos también lo estaban esperando y nos saludaron. Subimos los cuatro y ellos bajaron en el segundo piso, mi departamento está en el noveno así que Victoria y yo seguíamos subiendo, nuestras miradas se cruzaron un instante y eso bastó para que ambos levantáramos la mano al mismo tiempo y apretáramos el botón para detener el elevador.

Nos besamos desesperadamente en tanto nuestras manos se deshacían de nuestras prendas, el abrigo cayó al suelo igual que mi camisa, seguidos por mi pantalón y mi bóxer.Victoria lamía mi torso al tiempo que deslizaba su mano a lo largo de mi dureza, yo terminé de desnudarla y llevé dos de mi dedos a su intimidad, ella me mordió un pezón al sentir como la invadían, con su lengua fue subiendo hasta llegar a mi cuello que mordisqueó, yo la tomé de las nalgas y ella me rodeó con sus piernas, entré en su centro y comencé a moverme presurosamente en tanto ella se aferraba a mi espalda y susurraba mi nombre acompañado de suaves gemidos que aumentaban de volumen a medida que yo incrementaba la velocidad de mis embestidas. Entrelacé mis manos a las de ella y las puse a los costados de su cabeza, sobre la esquina en la que nos encontrábamos, me moví con urgencia, estábamos a punto de llegar y cuando yo lo hice no pude contener el impulso y mordí el hombro de Victoria que gritó.

– Perdóname, no quise lastimarte – exclamé avergonzado aún con la voz retorcida.

– Tranquilo, no me has lastimado – aseguró absorbiendo mi labio inferior en su boca.

– Me vuelves loco.

– Tú me tienes loca desde el primer instante que te vi, te amo.

– Yo también te amo.



Hola chicos,disculpen si no puedo actualizar,pero eh estado un poco ocupado organizando algunas cosas para un fiesta y que mañana cumplo 18,y algunas otras cosas para la universidad,vivire solo de ahora en adelante y eso me estuvo quitando un poco el timpo,gracias a los que leen,la novel ya se acerca al final!

EXTASISWhere stories live. Discover now