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– Ya te he dicho mil veces que estoy arrepentido, acepté tus reglas para demostrarte lo que siento por ti, yo no soy el que tiene dudas en esta relación, porque desde que te conozco no he hecho otra cosa que locuras con tal de estar a tu lado y sé que cometí un grandísimo error al decirte eso en el aeropuerto, pero creo que he hecho cosas mucho más valiosas que al parecer no tomas en cuenta, te he llevado con mi familia en fechas muy especiales, volé desde Europa sólo para arreglar las cosas contigo.

– Porque me mentiste, lo hiciste para remendar tu error, no volaste porque murieras de ganas de verme.

– Claro, yo soy el malo de esta historia y tú una pobre ingenua que se ha dejado embaucar por mí, ¿sabes algo?, ya me cansé de discutir sin sentido contigo.

– ¿Ahora resulta que esto no tiene sentido?

– Pues no, no lo tiene, desde que te conozco sólo he estado con otra mujer porque me di cuenta de que sentía algo más por ti, como para que tú dudes de mí a estas alturas de la relación, encima me exiges cosas que tú no estás dispuesta a dar, aceptaste que las reglas fueran parejas – de pronto caí en la cuenta de algo al recordar la noche que dormimos juntos – no me vayas a salir ahora con que esto es otra prueba, porque no sé como reaccione esta vez – se quedó callada y miró al suelo – si esto no funciona será por ti Victoria no por mí... no tengo la paciencia.

– Tienes razón Bruno, perdóname, no era una prueba, en verdad perdí los estribos, no me gusta verte con otras.

– Tú misma estás rompiendo tus reglas y dijiste que...

– Sshh – puso sus dedos sobre mi boca – no lo digas, sé lo que dije y sé que soy una tonta y una insegura, te prometo que no volverá a pasar.

– ¿En qué minuto te volviste así Victoria?, de las cosas que me gustan de ti es tu seguridad y tu firmeza, ¿qué te está pasando?

– Te amo demasiado, eso es lo que me está pasando, tú te volviste psicópata, yo insegura – respondió pasando sus manos por la solapa de mi saco.

– En serio eres increíble Victoria – exclamé sonriéndole y moviendo la cabeza – no sé que voy a hacer contigo – agregué tomándola del mentón para levantarle la cara.

– La culpa de todo la tienen las hormonas – argumentó haciendo un puchero.

– Supongo que tendré que acostumbrarme a lidiar con eso.

– Algunas veces... ¿me perdonas?

– ¿Cómo no perdonarte si pones esa carita? – aseguré acariciándole la nariz – pero en verdad, no merezco que me hagas estas cosas Victoria, no es justo que dudes de mí después de todo lo que he hecho para que estemos juntos.

– Lo sé, mejor ya vámonos para que me sigas contando.

– ¿Segura?, apenas hemos estado un par de horas.

– Sí, no es necesario que estemos más tiempo y lo que ahora me importa más es estar a solas contigo.

– De acuerdo, vámonos.

No hablamos mucho en el camino, creo que cada uno iba analizando lo que había sucedido, me dolía que Victoria se pusiera en ese plan, pero también debía entenderla, supongo que no es fácil estar tanto tiempo con la misma persona y un día darte cuenta que ambos tenían a alguien más, algo que quizá jamás habían contemplado y si a eso le aunamos que yo no había sido un santo antes de conocerla, hasta cierto punto era normal su actitud, aunque eso de ponerme pruebas si era una exageración, claro que aún no terminaba de contarle mi versión de los hechos, tal vez cuando lo hiciera se le quitaran los temores y las inseguridades.

Llegamos a su departamento y nos sentamos en el sillón, Victoriafue por unas sodas a la cocina y después regresó a mi lado y le conté otro poco de mi historia.

– ¿De verdad nunca consideraste dedicarte a la actuación? – preguntó levantando una ceja.

– No, siempre me gustaron los negocios.

– Es una lástima, en serio que eres un gran actor, jamás me imaginé que te hubieras puesto celoso el día del partido.

– Bueno, no los sentí tan intensos como en las ocasiones posteriores.

– Y yo pensando mal de Julieta y ni al caso.

– En ese aspecto jamás te he mentido, desde un principio te dije que sólo era mi amiga.

– Lo sé, pero, ¿cómo no querías que pensara mal si como se llevaban?, sobre todo el día que llegamos a Las Vegas.

– Eso te lo contaré mañana, ahora debo irme porque ya tengo sueño, el champagne ya me está haciendo efecto.

– Quédate, te prometo que no más pruebas, además, aunque quisiéramos hoy no podemos, estoy en mi período.

– Está bien corazón, me quedo.

Nos preparamos para dormir y de nuevo nos acostamos abrazados. A la mañana siguiente desperté y Victoria no estaba a mi lado, me levanté al baño y al salir ya me estaba esperando con el desayuno.

– Buenos días mi amor – dijo y me dio un beso en los labios.

– Buenos días corazón.

– Ahora me toca consentirte, me levanté muy temprano a prepararte el desayuno, hice pancakes.

– Gracias, no tenías que hacerlo.

– Claro que sí, tú ya has hecho mucho por mí, es justo que yo te lo retribuya.

– Me conformo con saber que me amas como yo a ti.

– Eres tan bueno Bruno, a veces siento que no te merezco.

– No digas eso, sólo tienes que controlar tus hormonas, no quiero ni imaginar cómo te pondrás cuando estés embarazada.

– Me asusta, aunque no lo creas, ¿me tendrás paciencia?

– Por supuesto, te amo.

– Yo te amo también y mucho.

oubleclick.MeI

EXTASISWhere stories live. Discover now