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– Hola – dije conteniendo la respiración.

– Hola Victoria, adivina donde estoy.

– Ni idea – no tenía cabeza ni para pensar del uno al cinco menos para adivinar.

– Afuera de tu oficina, marqué a tu casa, pero como no me contestaste supuse que estarías aquí, te invito a cenar.

– Que sorpresa, en unos minutos bajo – dije nerviosa y le colgué.

Miré con pánico a Bruno y comencé a abrocharme la blusa y metérmela en la falda. Comencé a buscar mis medias, pero no las veía por ningún lado, él estaba parado cruzado de brazos viéndome seriamente, creo que había adivinado quien me había llamado, yo levanté los hombros y moví la cabeza negativamente, él sabía perfectamente de la existencia de Brandon, además, lo que había entre nosotros sólo era sexo, aunque ya no existieran las reglas, al final del día lo único que nos unía era eso, sexo sin compromiso ni ataduras.

– ¿Buscas esto? – preguntó mostrándome mis nada sexys medias azules.

– Cómo te gusta hacerme sufrir – exclamé y levanté la mano para quitársela pero él puso la suya detrás de su espalda – no es momento de juegos, tengo que irme ya.

– Pues vete, yo no te estoy deteniendo.

– Dame eso de una buena vez.

– No, quiero conservar algo tuyo hasta que vuelva a verte.

– Pero eso no – grité entre seria y asustada.

– ¿Por qué no?

– Por obvias razones que no quiero repetirte, dámelas ya y estoy hablando en serio.

– ¿O qué?, ¿vas a llamar a los policías?

– Ash, me estás desesperando en serio, ya déjate de juegos.

– Hasta luego Toria, que pases buenas noches.

Comenzó a caminar y lo atajé en la puerta casi estampándolo en ella.

Por favor Bruno – dije en tono suplicante, casi al borde de las lágrimas de desesperación.

– Él te tiene completa, ¿qué más da que yo conserve esto?

– No, no me tiene completa y lo sabes, no te puedo dejar eso, al menos no hoy, otro día, te lo prometo, cuando volvamos a vernos, te daré otra cosa hoy, por favor.

– ¿Y qué me darías a cambio?

Lo tomé de la mano obligándolo a caminar conmigo, no quería que se me escapara, se veía molesto y quizá podría ser capaz de cometer una locura. Abrí el cajón de mi escritorio con la mano que tenía libre, sin soltarlo, ahí tenía un pañuelo, lo saqué y lo puse sobre el escritorio, tomé el pequeño perfume que estaba también en el cajón y le rocié un poco al pañuelo y se la di. Me sonrió y me entregó las medias.

– Ah, se me olvidaba decirte, no uses vestido rosa ni lila para la boda – dijo en el umbral de la puerta.

– No te he asegurado que iré.

– Buenas noches, Victoria.

Salió y yo me coloqué rápido mis medias. Brandon me llamó de nuevo y le aseguré que ya bajaba. Fui al baño y me arreglé un poco el cabello, el maquillaje y me puse un poco de perfume. Cuando subí al coche, Brandon me dio una mirada de reproche.

– Perdón, se atascó la impresora y no podía dejarla así, el servicio es muy caro.

– Está bien, ¿adónde quieres ir a cenar?

– No sé, ¿a ti que se te antoja?

– Comida china, ¿te apetece?

– Sí, vamos.

No hablamos mucho en el camino al restaurante, ni durante la cena, Brandon estaba mensajeándose con un cliente, según me dijo, aunque se le escapan unas sonrisitas que dudaba que un cliente se las provocara, quizá era lo que yo quería ver para no sentirme tan culpable por engañarlo, después de todo iba a cumplir su promesa de irnos de viaje solos los dos, sin trabajo de por medio, o, ¿lo estaría haciendo para acallar sus culpas también?

Fui al baño y me miré al espejo, pensé que tal vez debería dejar a Brandon, no se merecía lo que le estaba haciendo y ya una vez había intentado dejar a Bruno y no había funcionado, así que ahora me tocaba hacer la prueba con mi novio. Suspiré resignada, el viaje sería la última oportunidad para tratar de salvar mi relación con él. Me llevó a mi departamento y me dijo que nos veríamos hasta el jueves, que era cuando salíamos de viaje.

Los días siguientes tuve mucho trabajo, pero ya no podía ver mi oficina de la misma manera, por ratos me quedaba mirando la silla donde Bruno me había hecho suya y me había pedido que no lo dejara, la sonrisa *beep* aparecía en mi cara sin remedio, como deseaba que sus palabras fueran ciertas, pero eran sólo eso, palabras que se las llevaba el viento porque no daba ninguna otra señal, si en realidad quisiera que yo estuviera en su vida mostraría algún interés, que sé yo, una llamada, un mensaje, pero nada, silencio total. Abrí el cajón y me topé con la invitación de Jazzy, la saque y me puse a leerla, era color crema, de un papel finísimo y una letras preciosas.

Jazzy Hernández & Dylan Ross

En compañía de nuestros padres:

Bernie & Peter Hernández

Eduardo & Gloria Ross

Deseamos compartir con ustedes nuestro enlace matrimonial,

Que se llevará a cabo el sábado 13 de diciembre en MacArthur Causeway #395, Miami South Beach a las 18 hrs.

La recepción será en el mismo sitio una vez concluida la ceremonia.

Agradecemos su asistencia

Suspiré después de leerla, a pesar que elmatrimonio no era mi gran ilusión, ya me había mentalizado que algún día daríaese paso con Brandon, aunque ahora no estaba tan segura de lograrlo, perotampoco me lo imaginaba con Bruno, no se veía que fuera de ese tipo, dado quemejor se iba a casar su hermana menor que él. Moví la cabeza, pero, ¿qué estabapensando? Es increíble lo vulnerables que somos las mujeres y como unas simplespalabras nos hacen perder la perspectiva. "No me dejes", recordé como si loestuviera escuchando en ese preciso momento, con su voz distorsionada, suspiréde nuevo, dejé la invitación en el mismo lugar y seguí con mi trabajo3&

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