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Mi respiración y mi pulso estaban a mil y trataba de controlarlos, vi como él se levantaba y terminaba de desnudarse, de su pantalón sacó un condón, le retiró la envoltura y se lo puso, al subirse a la cama acarició mis piernas con sus manos hasta llegar a la cadera, acarició mi pelvis y no sé qué botón encendió, pero sentí una fuerte necesidad de tenerlo dentro, así que abrí mis piernas y sentí como se introducía, me aferré a su espalda mientras él se movía constantemente besando alternadamente mis senos, jadeaba, pero, a decir verdad, mis gemidos eran los que inundaban la habitación, jamás había sentido lo que ahora estaba experimentando, aceleró sus movimientos mientras se apoyaba con ambas manos sobre la cama, pude ver completamente su rostro retorcido, mis manos subían y bajaban por su espalda mientras le suplicaba por más, sus movimientos se volvieron frenéticos y de pronto me envolvió una sensación totalmente desconocida y nueva para mí, era el éxtasis total, creo que hasta luces de colores pude ver. Se dejó caer rendido sobre mí, estábamos empapados en sudor. Cuando controló un poco su respiración, se acostó a mi lado, nos quedamos en silencio unos minutos, yo trataba de recobrar el aliento y el sentido de las cosas, entonces él se levantó de la cama.

– ¿Te vas ya? – pregunté casi con pánico.

– Sí – se dirigió al baño – pero tú puedes quedarte, la habitación ya está pagada – agregó.

– Espera... tú... – no supe como formular la pregunta para que no sonara personal.

– Regla número tres: no lazos afectivos – dijo y entró al baño.

¿Así que eso era todo? Sexo casual entre dos extraños, sin compromisos de ninguna índole, sin explicaciones ni interrogantes, sonaba sencillo y simple. Suspiré, sin duda alguna era el mejor cumpleaños de toda mi vida, sonriente y satisfecha abracé la almohada y me quedé profundamente dormida.

La alarma incesante de mi celular me despertó, abrí los ojos y por un instante me sorprendí al ver que no estaba en mi recámara, entonces recordé lo que había sucedido la noche anterior y no pude evitar reírme como una niña después de haber hecho una gran travesura. Me levanté y no había ningún rastro de él, ni siquiera una nota "regla número 3: no lazos afectivos", recordé que lo había dicho muy claramente, así que recogí mi ropa, me vestí y salí de la habitación, esperaba poder llegar a tiempo a la oficina. Al dar un paso fuera del hotel sentí el aire fresco de la mañana pero extrañamente lo sentí diferente esta vez, hasta cerré los ojos por unos segundos para disfrutarlo, algo había cambiado en mí después de esa noche.

Eran las 9:30 cuando entre a la oficina, era la primera vez que llegaba tarde en el año que tenía trabajando ahí, de inmediato vi el enorme arreglo floral que estaba sobre mi escritorio y que dejaba muy por debajo el ramo de rosas que había recibido ayer, sentí que el corazón se me aceleraba al pensar de quien podría ser. En cuanto Olivia me vio entrar, me siguió corriendo y cerró la puerta tras de sí mientras yo tomaba la nota que tenía el arreglo.

"Mi amor, en verdad perdóname por no haber podido estar contigo ayer, pero te prometo que festejaremos tu cumpleaños, aún no sé exactamente cuándo pero considéralo un hecho. Con todo mi amor,Brandon"

Claro, ¿quién más podría enviarme flores que no fuera mi novio?, no sé cómo pude pensar por unos instantes que había sido el desconocido de anoche "no nombres, nada que pueda dar un indicio de quienes somos en realidad", recordé las reglas y tenía que recordarlas a menudo si quería que eso siguiera funcionando, pero, ¿qué estaba pensando?, ¿acaso iba a volver a llamarlo?, sonreí y sacudí la cabeza tratando de disipar esas ideas que me rondaban.

– A ver amiga, cuéntamelo todo, con lujo de detalles, sabes que soy una morbosa – exclamó Olivia ansiosa oliendo las flores.

– ¿Qué quieres que te cuente? – pregunté rodeando el escritorio para sentarme en la silla frente a ella.

EXTASISWhere stories live. Discover now