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 Me acerqué al lavabo y dejé correr el agua, mojé mis manos y las puse en mi nuca y luego me mojé la cara, tomé varias toallitas de papel para secarme, estaba pálida como una hoja de papel, ¿cómo fui tan tonta para creer que ese jueguito iba a continuar por tiempo indefinido? Es tan típico que, cuando siempre te portas bien, el día que haces algo indebido te sale mal. Tocaron a la puerta y eso me hizo salir de mis pensamientos, tiré las toallitas al bote.

– Tori, ¿estás bien? – preguntó Brandon del otro lado.

– Sí, todo bien.

– ¿Quieres que nos vayamos?

– No, te digo que fue la cerveza, pero ya se me pasó – respondí abriendo la puerta.

– Estás muy pálida, ¿seguro que te sientes bien?

– Sí, creo que se me bajó la presión, pero no te arruinaré – dije poniendo mi mano en su mejilla – esta noche – agregué ocultando el verdadero trasfondo de ese comentario.

Él sonrió, me dio un ligero beso en los labios, me tomó de la mano y nos dirigimos a nuestros lugares. Bruno estaba parado frente a la mesa preparando unas bebidas, una chica estaba a su lado hablandole muy entusiasmada, era un poco bajita, de tez levemente morena, ojos cafés, cabello rojizo que le llegaba casi hasta la cintura y con una gran sonrisa, traía unos vaqueros y un jersey de los Gigantes, al parecer era fan del equipo. Vi que le acaricio el cabello a él y los celos me inundaron, pero, ¿cómo podía estar celosa?, era seguro que él tuviera a alguien en su vida. Nos acercamos y la chica saludo a Brandon.

– ¡Hola!, que bueno que viniste – exclamó entusiasmada saludándolo de beso en la mejilla.

– Hola, mira, te presento a mi novia Victoria, amor, ella es Julieta.

– Mucho gusto Victoria, moría por conocerte, no sabes lo bien que se expresa este hombre de ti, te tiene en un altar – dijo abrazándome como si fuéramos grandes amigas.

– Mucho gusto – respondí sintiéndome asfixiada.

– ¿Les sirvo algo? – preguntó Bruno mientras le daba un vaso a Julieta obligándola a soltarme al fin.

– Yo quiero un whisky en las rocas – dijo Brandon de inmediato.

– Yo un refresco de naranja, por favor.

Vi como preparaba el whisky y luego tomó otro vaso y el refresco de naranja.

– ¿Hielo? – me preguntó mirándome.

– No, gracias – respondí esquivando la mirada.

Sirvió el refresco y tomó ambos vasos, a Brandon le entregó el suyo y a mí, el mío, rozando mis dedos cuando lo tomé, provocando que sintiera un escalofrío, vi que esbozo una sonrisa traviesa, sabía perfectamente el efecto que provocaba en mí.

Tomó a Julieta de la mano y caminaron a sus asientos, dejé que Brandon me abrazara y caminamos detrás de ellos, nos sentamos a su lado, Brandon junto a Bruno , yo quedé en una esquina y miré al campo de juego, no tenía idea de lo que estaba pasando ahí, pero tenía que tratar de distraer mi mente. No sabía que iba a pasar ahora, era un hecho que él juego entre él y yo había terminado, las dos primeras reglas estaban quebrantadas totalmente, la tercera ya no importaba, era la más difícil de romper.

Los minutos pasaban lentamente, cada que detenían el reloj en el juego mi corazón se detenía porque eso extendía la agonía de estar ahí, a tan sólo un asiento de distancia. Estaba a punto de pedirle a Brandon que nos fuéramos, pero la parte masoquista de mí no quería irse, lo más probable es que fuera la última vez que lo viera y quería guardar esos recuerdos, su sonrisa natural, tan encantadora como la retorcida, sus gritos por la emoción del partido, era un chico normal, que disfrutaba de la vida.

Cuando los Gigantes anotaban Julieta lo abrazaba emocionada, se sentía una conexión especial entre ellos y por un momento deseé ser ella, yo conocía al amante, pero ella conocía al hombre y era afortunada por eso, no estaba limitada a ninguna regla y disfrutaba de ambas facetas, la sonrisa en su rostro me lo demostraba y yo sabía perfectamente lo que Bruno te hacía sentir en la cama. Sentí que iba a romper en llanto y fui al baño otra vez.

Me mojé de nuevo la cara, no podía llorar, no debía, había sido una aventura que no podía tener un final feliz, quise jugar con fuego y me quemé, ¿por qué me afectaba tanto que tuviera novia?, yo tenía a Brandon y a Bruno parecía no importarle, estábamos bajo las mismas condiciones, "la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso", ¿acaso a esto se refería?, ¿él y yo estábamos buscando un equilibrio en nuestras vidas amorosas? Suspiré apoyada en el lavabo, después salí del baño y me acerqué a la mesa a servirme otro jugo.

– ¿Disfrutando del partido? – susurró en mi oído erizando mi piel, pero, ¿qué pretendía?

– No tanto como tú – respondí sin mirarlo tratando de calmar los latidos de mi corazón.

– ¿No te emociona tanto porque tu novio no está en el terreno de juego? – volteé a verlo más que sorprendida – él me contó que jugaba cuando iba en la escuela.

– ¿De dónde lo conoces? supongo que dadas las circunstancias te puedo preguntar lo que quiera – dije dándome la vuelta para enfrentarlo, pero dejé una mano en la mesa y la otra me la puse en la cintura.

EXTASISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora