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 Nos levantamos y caminamos a la pista, ahí estaban Jaxon y Diana, que nos vieron y nos sonrieron, al igual que Bernie y Peter , que no podían ocultar su felicidad. Bruno puso una mano en mi cintura y con la otra tomó una de mis manos y coloqué la restante sobre su hombro, empezamos a movernos al ritmo de la tranquila melodía, Bruno tenía apoyado su mentón al lado de mi frente y danzábamos suavemente, me dejé llevar completamente por él y creo que no lo hice tan mal. Terminó la canción y regresamos a la mesa.

La fiesta siguió, bailamos otras melodías, hablamos y después llegó el momento de aventar la liga. Jazzy se sentó en una silla en medio de la pista y Maiquel se la quitó lentamente mientras los hombres silbaban rodeándolos.

– ¿Sabes?, es la primera vez que Bruno se une a ese ritual – dijo Julieta sentándose a mi lado.

– ¿En serio?, ¿no lo hizo en la boda de Jaxon? – pregunté sorprendida.

– No, y ni en ninguna otra boda, así que me da mucho gusto que hayas terminado con Brandon y hoy estés aquí.

– Veo que entre tú y Bruno no hay secretos.

– No te creas, sí los hay, no le cuento todo lo que hago, ni él a mí tampoco, pero ese no es el punto, la semana pasada me encontré a Brandon en un bar.

– ¿En serio?, ¿y cómo está?

– Bien, dentro de lo que cabe, me contó todo lo que pasó entre ustedes, sus mutuos engaños, te admiro, yo no sé si hubiera tenido el valor para confesar algo así.

– Tenía que saber la verdad.

– Pues sí, de alguna u otra manera se iba a enterar y fue mejor que lo supiera por ti.

– ¿Piensas que soy de lo peor?

– No Victoria, a veces el destino se presenta de una forma extraña, pero las cosas se acomodan de tal forma para que estemos con quien debemos estar y el tuyo definitivamente es con Bruno y de la misma forma Brandon encontrará a la mujer con la deba pasar el resto de su vida, su relación sólo fue una experiencia más, por cierto, también terminó con ella, que tipa más desagradable.

– ¿Y ella se lo tomó tan tranquila?, a mí me amenazó.

– Obvio no, estuvo acosándolo, pero él tomó cartas en el asunto y logró que le pusieran una orden de restricción, así que, frustrada, regresó a vivir con sus papás a San Diego.

– ¿Y de todo eso hablaron en una noche?

– La mayoría sí, casi nos sacaron con la escoba y como hablamos muy a gusto intercambiamos números de telefono y mails, así que hemos seguido en contacto.

– Te gusta, ¿verdad? – dije recordando la escena de ellos viendo el partido de hockey.

– Es muy lindo y tenemos muchas cosas en común, pero no sé, necesita poner en orden su cabeza y su corazón... claro que yo no tengo prisa.

En eso, Jazzy gritó que aventaría el ramo, yo no quería ir, pero Julieta me levanto y nos pusimos detrás junto con varias chicas que estaban emocionadas. Jazzy estuvo jugando un rato a aventarlo hasta que lo hizo finalmente y le tocó a Julieta que gritó entusiasmada, aunque la verdad yo no creía en esa tradición.

Poco después, Jazzy y Maiquel se despidieron, para partir a su luna de miel en las Bahamas, ella me abrazó fuertemente y después me tomó de las manos.

– Me voy muy feliz y no sólo porque me he casado con el hombre que amo, también porque en unos meses seré ¡tía!, pero más por saber que Bruno ha encontrado finalmente el amor y me alegra tanto, gracias Tori por este regalo.

– Gracias a ti por tus palabras, la verdad no sé qué decirte.

– No tienes que decirme nada, sólo ser feliz con mi hermano – me dio un beso en la mejilla, se separó y lo abrazó a él.

Después Bruno me abrazó y vimos como se iban en un hermoso coche convertible, que traía amarradas las tradicionales latas y el letrero que anunciaban que eran recién casados, Jazzy mandó besos y se despidió levantando la mano, al igual que Maiquel que luego puso el coche en marcha y se alejaron.

Estuvimos un rato más en la fiesta y cuando quedaban pocos invitados, Bruno tomó una botella de champagne, un par de copas y me tendió el brazo, yo le sonreí y se lo tomé. Caminamos por la playa y no muy lejos de la casa había como una especie de cama, con cuatro barrotes a los lados y un techo de donde colgaba un velo blanco. Nos sentamos ahí, Bruno destapó el champagne sirvió en ambas copas y me dio una.

– Por ti, por mí y por nuestro amor – dijo chocando mi copa.

– Por nosotros y porque nuestro amor dure toda la eternidad.

Nos bebimos el contenido de las copas, después dejó la botella y las copas en la arena. Se acercó a mí y me acostó, me acarició un brazo y yo le acaricié su cara, suspiré y lo acerqué a mí para besarlo con pasión y amor, nuestras lenguas se entrelazaron, acariciándose suavemente, saboreándose. Bruno se colocó encima de mí, puso su mano sobre mi muslo y lo acarició, subiendo y bajando por debajo del vestido, luego rompió el beso para mordisquear mi cuello.

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EXTASISWhere stories live. Discover now