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 Abrí la puerta del departamento y me topé con Julieta, quien de inmediato se rió al verme con el delantal puesto, yo la miré serio y cambió su expresión, me dio un beso en la mejilla y entró.

– Que rico huele, ¿qué preparas? – preguntó mientras cerraba la puerta.

– Ravioles entre otras cosas – dije serio.

– ¿Para qué quieres tantas rosas? – inquirió al mirar los cinco enormes ramos que estaban sobre la mesa – ah ya sé, Victoria, ¿aún no te perdona?

– Si no te hubieras desaparecido tanto tiempo ya sabrías esa respuesta – respondí caminando a la cocina.

– Uy, discúlpame por tener una vida, que humorcito, todavía te tiene a dieta, ¿verdad?

– ¿Hasta cuándo pensabas decirme que con quien tu estás saliendo es Brandon? – pregunté ignorando su comentario.

– ¿Cómo sabes eso? – exclamó extrañada.

– Porque hace varios días los vimos en el cine, pero estaban tan acaramelados que ni cuenta se dieron que Victoria y yo estábamos ahí.

– Esto era lo que quería evitar, tus reclamos, quería que estuvieras listo para comprender la situación.

– ¿Comprender?, ¿de casualidad sabes que engañaba a Victoria con una de sus supuestas mejores amigas?

– Sí lo sé, él mismo me lo contó, pero eso no tiene nada que ver conmigo, su relación con Victoria ya había caído en la monotonía, tan es así que ella también tenía otra persona, ¿no es así?

– No es lo mismo Julieta, yo no era su mejor amigo, ni el engaño fue tan prologando y si las cosas se dieron conmigo y Victoria fue por el descuido de él.

– Pero eras su cliente y te fingiste su amigo sólo para bajarle a la novia, ¿por qué tú a ella sí la justificas?, ¿ella no lo descuido también?, sabes muy bien que una relación es de dos, no toda la responsabilidad fue de él.

– Puede ser, pero él fue quien empezó con la infidelidad.

– ¿Y por qué tú sí puedes pasar por alto que Victoria haya sido infiel y yo no puedo hacer lo mismo con él?

– Ya te dije que fueron otras las circunstancias.

– ¿Cuáles otras Bruno?, estaban dentro de la misma relación y tuvieron los mismos motivos para hacerlo, la única diferencia fue la forma en que se dieron las infidelidades y por favor, no me hagas decirte algo de lo que después me arrepienta.

– Vaya que te tiene loquita, lo defiendes más que a tu hermano.

– ¿Y tú no estás loco por Victoria?, no seas injusto Bruno, yo tengo el mismo derecho que tú de salir con quien me sienta a gusto y me haga reír y me complemente, no podemos juzgar a las personas por su pasado, todos nos quedaríamos solos al final, como dicen, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

– Está bien, haz lo que quieras con tu vida.

– Sólo te voy a decir una cosa Bruno, todos tenemos derecho a equivocarnos, de los errores es de donde se aprende, así que todos merecemos una segunda oportunidad, ojala lo entiendas, luego nos vemos.

Julieta salió de la cocina y me quedé pensando en sus palabras, tenía razón, pero me preocupaba el hecho de que la hicieran sufrir una vez más, su vida amorosa no había sido la más optima y deseaba que al fin encontrara a alguien que la valorara y la hiciera feliz, como se lo merecía, sólo esperaba que otra vez no se equivocara.

Hice los últimos preparativos en el departamento y después salí para ir por Victoria al suyo. La vi salir de su edificio y sonreí, no hacía tanto frío para que se hubiera puesto un abrigo. Subió al auto y me besó en los labios, me sonrió coqueta y se acomodó en su asiento, arranqué y de pronto puso su mano sobre mi pierna y la fue subiendo lentamente hasta posarla sobre mi miembro que empezó a frotar encima del pantalón.

– Victoria, ¿qué estás haciendo? – pregunté sorprendido y a la vez fascinado.

– Ya no puedo esperar más Bruno, te necesito demasiado – respondió mordiéndose el labio – esta vez no traigo pantalón – agregó lamiéndose los labios y pasando sus dedos entre el abrigo para desabrochar el primer botón.

– Estás insinuando que... – dije mientras sentía como mi miembro se endurecía.

Me respondió con una sonrisa sensual en tanto tomaba mi mano de la palanca de velocidades para ponerla sobre su pierna, la fui subiendo haciendo a un lado el abrigo y entonces me di cuenta que era lo único que traía puesto encima de la ropa interior, definitivamente esa era la actitud que adoraba de ella. Desabrochó otro botón y me dejó ver el nacimiento de sus senos, estaba tentándome demasiado, no lograríamos llegar a mi departamento si seguía así. Un semáforo se puso en rojo y se acercó a mí.

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EXTASISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora