Capítulo 114: Thanks, my handsome..

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— "I'm hungry", te amo. Sí, mira, ahí tienes el desayuno. -señalé el carrito de comidas cerca de la puerta.

— ¿Tú pediste eso? -preguntó enderezádose.

— Sí, imaginé que tendrías hambre. ¿Quieres adelantarte? Iré a ver si Juan necesita algo.

— Oye espera, olvidas algo.. -dijo cuando ya estaba cerca de la puerta.

Sonreí y volví a darle un beso para ir finalmente a la habitación de Juan. Golpeé su puerta tres veces hasta que le escuchar qe la si era Jari que entrara, pues la puerta estaba abierta. Entré y me senté en la ventana a esperar que saliera de la ducha. Cuando salió con una toalla envuelta en su cintura me puse de pie para saludarlo. Se quedó parado analizádome para después soltar un silvido.

— No, sí que fue intensa la noche.. -comentó.

Rodé los ojos.

— Eso necesitará maquillaje. -dijo señalando mi cuello- Si tú quedaste así no imagino Abraham..

— ¿Yo qué? -entró Abraham preguntando.

— Que qu..

— Nada. -interrumpí a Juan.

Abraham lo saludó para después decir..

— ¿Por qué no te pones unos pantalones?

Juan me miró y alzó una ceja. Yo solté una carcajada.

— Se caerá esa toalla. -le dije.

Se metió dentro del baño a terminar de cambiarse, en dos horas sale su vuelo por lo cual vamos bien, o eso creo. Me tiré a su cama en cuanto pude, siempre que viajamos juntos él suele quedarse con la mejor habitación, la mejor cama, yo sufro. Abraham fue a quitarse las lagañas y a ponerse un abrigo, quince grados y el señor desfilando en calzoncillos. Esperé a Juan para bajar juntos después de que me haya cambiado, porque claramente no voy salir desnuda por la vida. Ninguno contaba con un auto en el cual transportarse como pez en el agua, por eso recurrimos a un taxi. Ellos se quejaban por los cincuenta euros del translado más aquipaje, igualmente, como se aprovecha la gente del turista, ni que llevaramos maquinaria pesada en el maletero. Llegamos al aeropuerto y no dejaba de abrazar a Juan, voy a extrañar a mi complice esta semana, en serio. Me estaba durmiendo mientras esperabamos a que embarcara, dormí muy poco y quiero llegar y pegarme una siesta de seis horas, pero prometí llevar a Boli a recorrer.

— Quiero llegar y seguir durmiendo. -le confesé a Abraham posando mi cabeza en su hombro.

— ¿Aún más? Pero si has dormido muy bien.

— Eso es lo que tú crees, ¿sabes que no soy la única que patea por las noches, amor?

— ¿Así quién más patea? -preguntó ineguo.

— Tú, eres peor que un caballo. -reproché mirando por la ventana del taxi.

— Mentira..

— Sí, también te quejabas porque dormía sobre tu brazo lastimado. Que por cierto, todavía no me has contado muy bien eso. -dije.

— Fue un análisís rutinario. Ya te dije, consecuencias de ser deportista...

— Pero, te dejaron cómo un colador. ¿Para qué tanta sangre?

— Controles amor, controles...

Cuando llegamos al hotel, (porque él insistió en cambiarse de ropa), me tiré en la cama a extrañar a Juan y que me cocine. Tengo hambre y Abraham se comió todas mis tostadas, quiero papitas.

LOUDER | RMWhere stories live. Discover now