—No si yo pensaba que era un perro.

—James —pronunció en tono de advertencia.

—¿A qué te refieres? —le pregunté reincorporandome en la cama.

—A que Jade es una niña bastante retraída. Clara la tiene dentro de una cajita, ella jamás sale, no tiene amigos, ni tampoco ha tenido contacto con otros chicos.

—Me he dado cuenta. —musite.

—Solo hazla sentir cómoda y cuidala como si fuera tu hermana, no una niña más, James. —advirtió.

Asentí sin darle importancia y ella salió luego de despedirse de mi con un beso en mi frente.
En un abrir y cerrar de ojos mi madre ya se había ido azotando la puerta de la planta baja.

Sé lo imbécil que suena decir que me atrae una niña de quince años teniendo cinco más que ella. Pero no puedo evitarlo.
Jade es hermosa, de una manera casi fantasiosa, la niña no parece una adolescente en lo absoluto.

Esa pequeña parece un ángel, jamás conocí una mujer parecida a ella.

De todas maneras sé que aunque me divierta con ella no puedo acercarmerle tanto. Es solo una niña para los ojos de sus padres y mi madre, podrían fácilmente castrarme.

Desvíe mi mirada hacia su balcón con la esperanza de que se encontrara abierto pero no fue así, las blancas cortinas estaban iluminadas por la débil luz de lo que supongo que seria su velador.

Rasqué mi nuca pensativo pasandome de mi cama. Mis huesos crujieron al estirarme, supongo que se me había pasado un poco el horario de la siesta.

Miré a mi alrededor medio adormilado preparándome mentalmente para limpiar el desorden.

Tengo que terminar de desempacar y guardar toda mi ropa. Quedarme sin departamente ha sido lo más frustrante que hice hasta ahora.

Saqué el resto de mi ropa del bolso que había traído y la guarde con paciencia en el armario, separando algunas cosas que traje sucias, esas las dejé en el cesto de madera del baño para después lavarlas.

Cuando termine de ordenar todo me fui directo al baño para ducharme.
Quince minutos después salí colocándome unod boxers limpios y unos pantalones de chándal. Lave mis dientes y baje las escaleras hacia la cocina.

Mi estómago rugió al mismo tiempo que tomaba el plato aún caliente de pollo frito que me dejó mi madre y lo llevaba a la sala.

Encendí el televisor mientras con mi otra mano tomaba una alita y la llevaba a mi boca.

Me quedaré toda la noche viendo películas por culpa de lo mucho que dormí en la tarde. Hice zapping por varios minutos hasta que encontré una película, La chica del tren era el nombre, recién comenzaba.

                                   ●

—¿Hola? —dije al teléfono con la voz ronca. Me había quedado dormido.

—James, estamos en el aeropuerto —¡joder!—, nuestro vuelo sale en quince minutos ¿Ya estás viniendo?

—Eh.. claro —mentí—, no llegaré a despedirlos porque tuve que parar a hacer algo pero ya voy en camino.

Clara lo entendió y se despidió de mi para cortar.

¡Mierda, mierda, mierda!

Apagué el televisor que quedó encendido y corrí escaleras arriba.
Me coloque unos jeans negros y unos tenis blancos, con una playera del mismo color.
Apurado tome las llaves de la moto y me monte en ella saliendo lo más rápido que pude, el aeropuerto quedaba a treinta minutos.

El color de la inocenciaWhere stories live. Discover now