Capítulo 106: You hurt me

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— ¡Arroz con leche, me quiero casar..! -se oyó una risa escandalosa- Me voy a casar chicos...

— Shss, Abraham. Cállate, no cantes.

— Yo te dije que había que quedarse acá, no teníamos qúe ir a ningún lado. Mira lo que es, hizo un escandalo. ¿Qué chupó?, ¿Qué le diste?

— Nada, yo no le di nad...

— ¡¡Escandalo, es un escandalo!!, ¡¡escandalo, es un escandalo!!

— Uy, por Dios. Abraham, cállate, por favor.

— Se va a despertar Jari y nos va a pegar un voleo en el orto, teníamos que cuidarlo.

— A mí no, tú lo emborrachaste.

— No, no.. no. Jari no me puede ver.

— No te va a ver, no...

— La amo, la amo con todo mi corazón...

— Sí, sí, sí, es divina. ¿Sabes? Vos deberías ir a acostarte, vamos.

Yo hice el intento de no salir y ahorcarlos a los tres con un alambre. Encendí la luz y se escuchó un estruendoso ruido desde la sala. Entonces los vi, inmundos, Samuel y Nicolás plantados en mi living con una aureola angelical adornando sus cabezas. Sólo falta el otro sin vergüenza, ¿Dónde está?

 — ¿Dónde está? -pregunté.

— ¿Qué cosa?

— Mi marido, ¿Dónde está?

— ¡¡Hola, mi amor!! -se escuchó.

Entonces lo vi, salió detrás del sillón y vino a abrazarme con fuerza, tanta que me estaba dejando sin aire.

— Eres tú, eres tú, estás bien... -murmuró abrazándome.

Grité, un aliento siniestramente asqueroso salía de su boca.

 — ¿Qué le pasa?, ¿Dónde estaban?, ¿A dónde fueron? -pregunté.

— Nada, nada, fueron dos... tres copias de más.

— ¡¿Copitas?!, me lo dieron vuelta como a una tortilla, ¿A eso le llamas "copitas"?

— No te enojes, Mana...

— Pero... ¿yo les tengo que matar a ust... ¡Sucios, sucios!, ¡inmundos!

— Te amo... -murmuró Abraham sobre mi cara.

— ¡No me hables con ese aliento!

— Bueno, vamos a... -habló Nicolás, lo interrumpí.

— No, sí. Ustedes se van, se retiran de este establecimiento.

— Pero lo tenemos que cuid...

— Yo voy a cuidar a mi marido, ustedes se van. -señalé la puerta.

— ¿Qué pasó? Ah, no... -apareció Cris.

Abraham al verla presionó mi mano con fuerza. Sé quedó mirándola y se acercó a ella y la abrazó.

 — Uy, le pegó fuerte, ¿Qué le hicieron? Un chico sano, como lo corrompen..

— Nosotros no le hicimos nada. Se durmió en el inodoro como un viejo choto y se puso a chupar.

— Cris, llévate a tus parientes de aquí, por favor. Déjennos solos.

— Uy, lo mata...

— A ustedes los voy a colgar de los calzones si no vuelan ya de mi casa. Se van, chau.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora