Capítulo 29 |Nueva versión|

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El intenso olor a chocolate se introdujo por mis fosas nasales hasta dar un brinco imaginario dentro de mi estómago, llevándome al paraíso donde pequeñas tazas rellenas de chocolate derretido con caritas felices y grandes mejillas rojas cantaban f...

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El intenso olor a chocolate se introdujo por mis fosas nasales hasta dar un brinco imaginario dentro de mi estómago, llevándome al paraíso donde pequeñas tazas rellenas de chocolate derretido con caritas felices y grandes mejillas rojas cantaban felizmente mientras se sujetaban de las manos al rodearme y proclamarme su reina. Lo bueno de tener un novio, cuyo don es realmente mimarte y observar cada uno de tus gustos, es que, en el momento menos esperado él aparece con alguna bobada que tú amaras por el resto del día. Así es como llegamos a este momento donde vi aparecer una mirada risueña en sus ojos al mismo tiempo que yo le daba un sorbo al vaso con chocolate caliente.

Un fuerte gemido salió desde lo más profundo de mí ser al sentir el sabor tan dulce de la mezcla y el ligero ardor, por lo caliente que estaba, golpeando en mi labio superior. Ian se echó a reír cuando miro un bigote oscuro en mi rostro y yo junto a él por la vergüenza.

— Por lo que veo te ha gustado — asentí —. Sabía que iba a gustarte ese toque extra de chocolate con leche que pedí exclusivamente para ti.

Era increíble que siempre estuviera sorprendiéndome, parecía como si su mente estuviera conectada con la mía y supiera todo lo que quería o pensaba cada día que pasamos juntos. Me gustaba saber que con él me sentía cómoda, no me avergonzaba hacer ciertas cosas o decir lo que podría darme vergüenza, mucho menos ocultarle que él era como un pueblito para mí. Un pueblito tranquilo bajo la neblina de un clima frío. Un lugar donde aprendes a amar.

Terminó de limpiar el bigote con los restos de chocolate que todavía estaban en mi rostro y juntos echamos a andar en dirección a las instalaciones de la secundaria. No pasó mucho tiempo cuando él tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos. Succionó un trago de su café amargo y abrió la puerta para mí. A como era de esperarse alguna que otra mirada se posa sobre nosotros y, sobre todo, en nuestras manos entrelazadas. Sin embargo, este tipo de miradas no era repulsivo, sino, eran miradas que demostraban que estaban felices por nosotros y porque al fin habíamos logrado estar juntos a pesar de todo.

Guardé mis libros y mis cuadernos dentro del casillero siendo admirada por Ian a un lado de mí con su brazo pegado al otro casillero, él apartaba los mechones castaños de mi cabello dejándolos por detrás de mi hombro, pero antes jugaba con este enrollándolo en su propio dedo. Cuando soltaba el mechón miraba la textura ondulada que quedaba con mucha atención y luego volvía a alisarlo. Cerré la puerta de mi casillero lista para irnos a nuestra primera clase cuando un estruendo hizo que todos viéramos la puerta del director.

Hilary estaba saliendo del lugar encabronada y siendo perseguida por el director. Su mirada perdida entre las personas que la miraban lucia trastornada y, de acuerdo a su apariencia, parecía que no estaba del todo sobria. El directo la llamaba para que volvieran a entrar al despacho y que no hiciera el espectáculo del año, pero su mirada ya estaba fija en la mano de Ian sujeta a la mía. Nunca la había visto así, en realidad, nadie la había visto así.

— Ustedes dos — nos señaló con su dedo índice, el cual tenía una uña acrílica desbaratada y casi arrancada de su uña natural —. Que mal que lucen juntos.

Juro enamorarte |BORRADOR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora