Capítulo 25

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A la mañana siguiente, me despierto por culpa de la molesta luz matinal que entra por la ventana, la cual tenía las cortinas abiertas en un descuido mío por intentar entrar en plena madrugada sin que nadie se dé cuenta

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A la mañana siguiente, me despierto por culpa de la molesta luz matinal que entra por la ventana, la cual tenía las cortinas abiertas en un descuido mío por intentar entrar en plena madrugada sin que nadie se dé cuenta. Me maldigo por no haber cerrado las cortinas antes de haber entrado a la cama, pero cuando uno de mis ojos se abre y veo sus labios entre abiertos a un lado de mí.

Hoy era un día donde todo indicaba que iba a comenzar y a terminar bien. El clima era acogedor, el canto de los pajaritos, que reposaban en las ramas de los árboles, más hermoso de lo común, mi cabello no parecía un nido de oropéndolas matutino, mi madre probablemente haría uno de mis desayunos favoritos por ser domingo y, a un lado de mí, estaba Ian durmiendo profundamente como un niño cansado luego de todas sus travesuras.

Me doy cuenta de que ya no estoy dormida, sino tumbada en la cama viendo el perfil de su rostro y sintiendo su aroma ambrosía y embriagador. Mientras admiro todos sus ángulos, a como suelo hacerlo cada vez que puede, él sonríe tímidamente. Primero abre un ojo en mi dirección, vuelve a cerrarlo y, girando sobre sí mismo, coloca su brazo encima de mi cintura mientras el otro busca mi costado opuesto. En pocas palabras, me encierra entre sus brazos y me pega a su pecho, dejando su barbilla sobre mi cabeza y mi nariz por completo en su camisa.

— Buenos días — dice con su voz ronca gracias a las largas horas de sueño —, mi roncona bella.

— Buenos... — mis palabras quedan al aire al recordar cómo me ha llamado. Supongo que, después de todo, las quejas de Rosalina al dormir conmigo no son del todo mentira, pero no podía admitir que soy una loca que activa sus instintos ninja en la noche. Lo mejor era, es y será siempre negar todo —. Disculpa, pero creo que has confundido el sueño con la realidad, yo no ronco.

— Oh claro que sí — sonríe con malicia mientras estira su brazo hasta la mesa de noche y toma su móvil —, ¿qué dices de esto?

La pantalla de su móvil comenzó a cargar un video de apenas un minuto. De pronto me doy cuenta que es un video de nosotros, o al menos de mí, durmiendo. En este video Ian tiene su brazo derecho entre mi cintura y el colchón de la cama, desde su posición se puede notar que ahoga una escandalosa risa cada vez que gira su cabeza para verme. Por otro lado yo me encuentro con una pierna estirada y la otra sobre su torso, mi mano izquierda pasa por encima de su cabeza y la derecha por su pecho mientras mi rostro está a pocos centímetros del suyo. Un fuerte estruendo suena por el parlante del aparato, se escuchaba como la posible combinación entre una foca ahogada y un león en muy malas condiciones.

Dentro del video Ian comienza a reír desesperadamente sin hacer ruidos, al mismo tiempo que yo continúo dando un pequeño concierto de focas ahogadas y leones castrados, pero eso no es todo, él besó mi frente con dulzura y colocó la cámara muy cerca de su rostro para decirme que me ama, aunque está seguro de que nunca tendrá el miedo de que muera dormida y sin que nadie se dé cuenta.

— Esa no soy yo.

— Imagino que no, solo tu versión tractor — se burla —, pero así te amo.

Juro enamorarte |BORRADOR|Where stories live. Discover now