Capítulo 13

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Sentada en el sillón de mi sala observaba el reloj de pared que tenía justamente enfrente, las maniguetas de este se movían en cada segundo al igual que mi desesperación

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Sentada en el sillón de mi sala observaba el reloj de pared que tenía justamente enfrente, las maniguetas de este se movían en cada segundo al igual que mi desesperación. Desesperación. Esa era la única palabra que podría describir este momento.

Habían pasado ya varios minutos desde que llame a Rosalina anunciando código rojo y todavía no había señales de ella. Intentando esfumar cualquier tipo de pensamiento caminaba de un extremo a otro, me sentaba en una silla, giraba sobre esta misma, luego regresaba al sillón inicial, subía a mi recamara, ordenaba las cosas, daba vueltas en el piso, jugaba con mi celular, investigaba cualquier curiosidad y cuando pensé que no llegaría, la señal divina llegó.

El timbre sonó por todos los rincones de la casa haciendo que corriera desenfrenadamente sobre los pocos metros de distancia que tenía con la puerta principal. Al abrir de esta Rosa se encontraba con su mejor sonrisa y varias sonrisas comerciales entre sus manos.

— Situaciones desesperadas, requieren medidas desesperadas — elevó las revistas mientras caminaba hasta mi habitación —. ¡Solucionaremos tu problema, pequeño mono!

Cerré la puerta principal con mi cadera al notar que faltaba una hora para clases. Inmediatamente recorrí el camino a mi habitación y al entrar vi cada una de las revistas que ya estaban esparcidas por las sabanas de mi cama. Reconocí varias de estas, eran esas que coleccionamos por muchos años con chicos lindos en las portadas, letras grandes y llenas de colores, consejos y más. Teníamos plena seguridad de que dentro de estas hojas encontraríamos posibles soluciones para mejorar lo que éramos: "tips de para atraer a los chicos lindos, nuevos peinados que irían de acuerdo a tu rostro, ¿Cómo ser más sexy de lo que eres? ¿Cómo enamorar a un chico malo? ¿Cómo comprobar si esa supuesta amiga es en verdad tu mejor amiga?". Lamentablemente nada funcionó, pero eso no quiere decir que nuestras esperanzas en esos consejos se esfumaran.

— ¿Qué estamos buscando?

— Algo para enamorar a Ian — tomé la primera revista entre mis manos, la cual tenía a Joe Jonas como portada —. Siento que los besos no ayudaran en nada, más bien será como la caída de mi propio castillo y...

— ¡Vaya! — un silbido sarcástico acompañó su expresión de sorpresa al caminar hasta mi baño — ¿Cuándo pensabas decirme? — pasados unos segundos salió con una toalla húmeda bañada en un intenso olor a alcohol. Sosteniendo de mi cabeza con fuerza comenzó a frotar de este por mis labios y continuó hablando — ¿Sabes cuantos mini gérmenes de Hilary están en esa boca sucia? ¡Qué asco! — al dejar de frotar mis labios buscó detalladamente algún microbio — Esto no ayudará. ¡Doña Samantha! ¡Necesitamos cloro, urgente!

Rodee mis ojos ante la exageración de mi amiga. Entonces, alejando su mano de mi rostro, retome la revista que previamente había tomado en busca de algo que nos ayudara.

— Han sido dos besos — comencé —. Uno ayer y otro hoy, por si el deseo de saber detalles te está ganando — demostrando indignación acepto que deseaba saber los detalles —. El punto es que ¡No se va a enamorar por unos besos! necesito más, algo que me haga entrar en su cabeza y luego en su corazón.

Juro enamorarte |BORRADOR|Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt