Capítulo 10 |Nueva edición|

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Odiaba las mañanas, la rutina, el canto de las aves pero, sobre todo, odiaba el sonido de la alarma. Ese sonido que me sacaba de entre mis cómodas sábanas con una patada en el trasero y me hacía ver que era un nuevo primer día de clases. Recordar que el instituto había decidido implementar un sistema europeo me producía asco ¿por qué aumentar un año estudiantil? entraría a mi etapa universitaria un año más tarde, conseguiría mi título un año más tarde ¡todo iba a ser un año después!

Me acomode sobre mi cama recostando mi espalda sobre el respaldar de esta misma. A como era ya costumbre desde muy pequeño, frote mis ojos con mis puños y luego de unos minutos, donde mi mirada se mantenía perdida entre las líneas decorativas de las sábanas, estiré mi cuerpo y busqué la ropa que previamente había dejado acomodada la noche anterior.

Desde que recordaba, todas las mañanas eran iguales; ejercitaba y corría hasta llegar a casa de mi abuela donde desayunaba y me alistaba para continuar con mi rutina del día, pero desde hace unos meses había preferido omitir ese recorrido. Habían cosas y personas que eran mejor no recordar. La vida me había enseñado que algunas cosas no se olvidan, pero se pueden omitir, no obstante habían personas que hacían que este simple hecho se volviera insoportables. Desde aquel día odiaba la curiosidad de las personas, las miradas, el repentino interés por mi vida; mis costumbres, mis pensamientos, todo. Por esta razón había regresado con mis padres, pero no había conseguido librarme de Ben.

Conocía a Ben Hinckley prácticamente desde mis siete años de edad. Su madre y la mía eran amigas de niñez y todos los años nuestras familias se reunían para las vacaciones de navidad o verano. Es tanto el apego familiar que mi álbum de fotos se encuentra inundado del pequeño Ben dientes de conejo e incluso mi primer balón de fútbol americano fue entregado el mismo día que su primer balón. Juntos pasamos momentos inolvidables incluyendo cuando su madre falleció y tuvo que mudarse con su tía porque en su hogar todo había perdido el control o cuando la mía estaba más loca de lo común gracias a la misma perdida. Ben era más que mi mejor amigo, era el hermano que nunca tuve y también mi tortura diaria.

— Tengo media hora esperando, princesa — dijo apenas contesté su llamada

— Voy bajando

Bastó con salir de mi habitación para escuchar las risas mañaneras de mi madre. Carly de Brand una mujer amante del hogar, proporcionalmente de estatura alta, cabello castaño y ojos oscuros, bella a mi parecer ¿y cómo no considerarla así? era mi madre. Honestamente nunca nos coordinamos, ella había sufrido demasiado por la muerte de un ser querido a la que también consideraba su hermana y desde ese día no volvió a ser la misma. Es muy normal que las personas busquemos soluciones extremas para esos momentos de dolor, no me hubiera sorprendido de que cuando estuviera triste admirara los álbumes de fotos durante la madrugada o tal vez un par de copas de más, pero no, ella prefirió seguir adelante y buscar cómo rellenar ese hueco.

Juro enamorarte |BORRADOR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora