Capítulo 22

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Que extraña es la sensación de cuando lastimas a la persona a la que realmente amas y un día decide irse para jamás volver, pero la vida no es tonta y regresa a ti más hermosa de lo que ya era, pero regresa tan tarde que ya no puedes hacerla feliz. En ese entonces cuando ya estas total, completa, absolutamente consciente de que ya no está en tus manos el poder reconquistarla, te sientes justamente como la velita de cumpleaños que es soplada tras cantar un feliz cumpleaños cada año; te apagas por completo. Y lo más doloroso es que solo las personas que pretendemos ser fuertes sabemos muy en el fondo de nosotros que lo mejor es llorar, pero esto solo lo hacemos en la oscuridad de nuestras habitaciones porque nos da miedo y vergüenza que sepan que somos débiles. Qué curioso el ser humano ¿no? que prefiere ocultar antes de ser descubierto y dejar que todos se burlen cuando en realidad ni siquiera sabemos si se iban a burlar, pero igual preferimos huir; justamente a como yo lo había hecho ahorita.

Cada paso hacia que me doliera hasta el último musculo de mis piernas mientras tomaba cualquier rumbo por los desolados pasillos. Era tanta la tensión de mi cuerpo que sentía que mi cabeza estaba a punto de explotar pues la vena de mi frente palpitaba descontroladamente y mis cortas uñas empezaban a hacer heridas semicirculares en las palmas de mis manos y todo esto gracias al enojo que me provocó el ver a Katherine besando a otro chico justamente frente a mí. Me preguntaba qué carajos pasaba conmigo, jamás me había sentido así de celoso; tan impotente al no saber qué hacer para que se enamore de mí y tan triste por estar seguro de que la había perdido para siempre. Solo el pensar que la había perdido me provocaba esa sensación de querer gritar y reprimir las lágrimas antes de llegar a un lugar seguro. Por primera vez me sentía indefenso y sin soluciones.

No sé por cuánto tiempo caminé, pero cuando logré salir de mis pensamientos fue porque choqué con un delgado cuerpo muy por debajo de mí y una gran cabeza rubia artificial; Hilary. Admito que al principio de todo, quizás unos dos años atrás, yo la miraba como una chica más; alguien que gracias a su físico y su facilidad para atraer personas había llegado a una buena posición entre la vida estudiantil, no era nada inteligente, pero tampoco era un ser totalmente inservible, hasta que comencé a verla más seguido y me di cuenta de que era una persona que se dejaba llevar por el odio y, quizás si no fuera por eso, realmente sería alguien muy interesante de conocer, es una lástima que ahora más que nunca la mire como una chica con extensiones egoísta, hipócrita y descarada que busca el mal para los demás.

— Hola, Ian — su voz chillona perforó hasta lo más profundo de mi ser, hacía falta una nota más para que explotara mi cerebro y la propusiera como la cinta perfecta para esas películas de miedo.

— Hilary.

Las comisuras de sus labios se elevaron hasta formar una mueca llamada sonrisa. Esa sonrisa era coqueta, una de esas que te llevan a la cama luego de una noche en un bar donde terminas excesivamente ebrio y, sobre todo, una sonrisa que no quiero volver a ver en mi vida pues lo que más me traía eran problemas. Por lo tanto, una vez que la salude por compromiso, esquive su cuerpo continuando mi camino, pero sus manos tocaron mi hombro y casi corriendo se posicionó frente a mí.

Juro enamorarte |BORRADOR|Where stories live. Discover now