Capítulo 21

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Mi espalda estaba contra la orilla de la cama y mis piernas extendidas en la alfombra de lana azul que había en el centro de mi habitación

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Mi espalda estaba contra la orilla de la cama y mis piernas extendidas en la alfombra de lana azul que había en el centro de mi habitación. Las luces principales llevaban dos días sin ser encendidas y la única iluminación del cuarto eran las luces navideñas que había colocado en el respaldar de mi cama. A un lado de mí se encontraba un galón de helado de chocolate con trozos de brownie que ya iba por la mitad, películas llenas de cliché que había visto todo el fin de semana y la misma pijama que había usado en estos días. Justo en ese momento sonaba Sunflower de Allie X y el único movimiento que hacía era mover mis labios mientras seguía la letra y mi vista se perdía entre las patas del asiento frente a mi escritorio.

Ni yo entiendo cómo llegué a este estado, lo último que recuerdo fueron sus palabras y su sonrisa dirigida hacia mí. Él me miraba como si yo fuera la más hermosa, o como si fuera la octava maravilla de este mundo, el paraíso deseado por todos o la criatura mística más original de la que se hablaba en los cuentos de hadas. Me miraba con esos ojos verdes esmeralda y esa sonrisa sincera en sus labios y eso me botó. Fue un golpe directo al hígado; jamás esperé eso, jamás imaginé que el plan que había perfeccionado en semanas iba a salir tan mal y que él simplemente me iba a dar una cucharada de mi propio medicamento o que iba a admitir frente a todos que era un idiota. En realidad me daba un poco de gracia recordar cómo se autodenominaba frente a todos los presentes.

Lo más agobiante de la situación es que algo dentro de mí quería olvidar sus palabras, hacer como si nada había pasado y continuar con mi vida; terminar la secundaria e ingresar a la universidad que tanto deseaba, esperaba un día irme para siempre e iba a olvidar a todos los que me hicieron daño, pero otra gran parte gritaba y saltaba de la emoción, entonces entendía que si tuviera otra oportunidad para repetir sus palabras una vez más lo haría, porque así es la agonía del amor; recuerdos matadores que tienen una bonita sonrisa que te acelera hasta lo más profundo de tu maldita existencia. No obstante, quería esforzarme y guiarme por esa parte que deseaba olvidar todo.

Empujé las cosas que tenía a mi alrededor para ir en busca de mi madre. Ella se encontraba en la cocina limpiando su cuchara favorita con un paño delicado mientras sonreía, sabía que recordaba esos días de su juventud en donde fue más feliz que nunca y si la deja iba a contarme uno de estos, pero no estaba para escuchar melancolías maternas.

Entré arrastrando mis pantuflas de unicornio sacándola de sus recuerdos y ella, al verme, tapó su nariz con su mano.

— ¿Cómo es posible que una adolescente como tú apeste tanto? — rodee mis ojos moviendo mis brazos para que sintiera mejor mi olor natural — La verdad es que comenzaba a preocuparme que tantas películas de vampiros enamorados te dieran apetito por mi sangre, pero por lo que veo tu único miedo es la luz del sol.

— Muy graciosa — me senté en la silla que se encontraba a un lado de ella —. Eres la madre más bella del mundo ¿sabes?, un diamante muy bruto, algo así como un rubí entre la lata y el sol que ilumina mi camino hacia la felicidad y la prosperidad.

Juro enamorarte |BORRADOR|Where stories live. Discover now