Capitulo 26

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BROOKLYN'S POV

¿Conocen esa sensación de que algo grave está por suceder? Todo parece igual al despertarte por la mañana, suenan las mismas canciones de todos los días en la radio, pero lo sientes; ese oscuro y retorcido nudo en el estómago, tan diferente a las mariposas del primer amor; más como... rinocerontes enfadados luchando por comida.

Ese era mi estado de ánimo ese día. Simplemente esperando la fatalidad, intentando adivinar por dónde me llegaría el golpe. Y llegó, como suele suceder, por donde menos lo esperaba...

*********

Elevé mis manos a ambos costados de mi cuerpo, esperando topar con los torsos desnudos de Matt y Dominic. El lado izquierdo de la cama estaba hundido y sentía la respiración constante y levemente ronca de Dominic. Igualmente voltee mi rostro en su dirección para verificarlo; y ahí estaba él, durmiendo profundamente. 

El lado derecho de la cama, sin embargo, era algo totalmente diferente; estaba vacío, y frío además. Matt se había ido... Otra vez.

Todo comenzó unos días atrás, tras un llamado telefónico. 

Su padre está por retirarse y quiere que Matt tome su lugar en la compañía. Un rejunte de abogados en el que Matt no tiene nada que hacer... No es que no sea totalmente inteligente pero, vamos, es un chef, no un abogado. Claramente, Matt dijo que no, que ya tenía un trabajo y que no estaba interesado en cambiarlo...Aún así siguen llamándolo a todas horas, todo el tiempo, todos los días. Nos está volviendo locos a todos.

Salgo de la cama y comienzo a caminar hacia la cocina. En la habitación de Matt se filtra luz por debajo de la puerta. Golpeo suavemente y entro. Él está sentado sobre su mecedora, fumando un cigarrillo; algo que jamás lo había visto hacer.

Me ubico delante y se sobresalta. Dejo a mi cuerpo descender hasta quedar sentada sobre su regazo. Él rodea mi cintura con sus brazos y oculta su rostro entre mis pechos. Tomo el cigarrillo entre sus dedos y le doy una calada. Hace meses que intento deshacerme de este hábito, pero un cigarrillo entre los labios de Matt me parece una visión muy sexy para rechazarla.

-¿Te desperté nena?- pregunta suavemente luego de que yo eche el humo.

-Mmm- murmuro. Se está muy cómoda en esta posición-. Vuelve a la cama cariño.

-No puedo dormir- susurra-. Tengo mucho en que pensar...

-¿Han vuelto a llamar?- cuestiono, acariciando sus hombros. Le devuelvo el pitillo y él lo coge, y lo apaga en un cenicero sobre su escritorio.

-Sí. Mi madre. Ella puede ser mucho más... persuasiva que papá. Quiere que vaya a casa...

-¿Qué harás?

-Tengo que ir... Hablar con ellos. Es sólo que no me apetece nada pasar un fin de semana en casa... ¿Vendrías conmigo?

-No lo sé Matt... ellos no... tu madre no me quiere conocer...

-Sólo ven. Te necesito allí.

-Está bien cariño, lo haré por ti.

**********

Más tarde en la mañana, cuando nuestra pequeña maleta estuvo preparada, y pudimos comentarle a Dom sobre nuestro viaje, subimos nuestras cosas al auto y comenzamos el trayecto.

A medida que las calles pasaban, una después de la otra, nos acercábamos más y más a la parte rica de París. Y cuando llegamos a la residencia de los padres de Matt, me sentí como Dorothy en el Mago de Oz. Ya no estábamos en Kansas*.

Lo que está frente a mis ojos es una enorme mansión, rodeada de grandes arboles centenarios y setos de flores. Es hermoso e... intimidante.

Matt aparca a la izquierda de la casa, en una cochera con lugar para cuatro autos y un par de motocicletas. Sale del vehículo, y da la vuelta para abrir mi puerta y ayudarme a salir. Desciendo del auto completamente aturdida; quiero decir, sabía que los padres de Matt tenían dinero, pero no imaginé que eran millonarios... millonarios nivel Mark Zuckerberg.

Cuando estamos  descargando nuestros pequeños bolsos, un hombre de unos sesenta años, vestido de librea (o por lo menos, su equivalente moderno), nos espera pacientemente frente a la puerta de entrada. Una vez que estamos frente a él, abre la puerta con una floritura y nos da el paso.

Observo tomo a mi alrededor con asombro. La decoración es de revista; cada florero, sofá o pintura en su lugar. Cuando mi vista se mueve hacia la escalera, una mujer de unos cincuenta años, rubia y con un cuerpo perfecto aparece en mi visión. Sería hermosa, si no fuera por el gesto amargo en su rostro.

La madre de Matt desciende la escalera con porte majestuoso y camina elegantemente hasta quedar frente a nosotros.

-Bienvenido a casa Matthew- declara.

Eso es todo. Ni un abrazo, ni un gesto amistoso hacia su hijo. Tampoco hacia mí, que parece no registrarme.

-Mamá, te presento a Brooklyn- dice Matt-. Bebé, esta es Andrea, mi madre.

-Encantada señora.

Un "igualmente" salió de sus ligeramente fruncidos labios. Y sí, me cayó mal al instante.

-No me dijiste que traías una invitada, Matthew...

-No lo creí necesario; es mi novia, vivimos juntos...

-Detalles- descarta la conversación con un movimiento de su mano-. Tu padre te espera en el estudio. Beatriz, si me acompañas, te llevaré a tu habitación.

Beatriz.

Ja. Qué divertida.

Le ruego con la mirada a Matt que no me deje sola, pero parece no captar la indirecta ya que aprieta mi mano y se aleja hacia el ala derecha de la casa.

Sigo a Andrea hacia el piso de arriba. Cuando llegamos a la tercera habitación de la izquierda, se detiene y me cede el paso.

-Dormirás aquí. Deja tus cosas y encuentrame en la sala para tomar una taza de té. Necesitamos hablar.

Con eso dicho, se da la vuelta y sale de la habitación. Refresco mi rostro en el baño de la habitación, rehago mi trenza y aliso mis prendas. Luego bajo.

Unos cuantos minutos después, por fin doy con la sala de estar. Andrea está ubicada frente a una pequeña mesa cubierta con un mantel de encaje blanco y un juego de té. Al acercarme, noto también un plato de galletas.

Me ubico frente a ella. Antes siquiera de que coja mi taza de té, comienza a hablar.

-Como sabrás, Matthew es mi único hijo.

Asiento sin saber qué decir, ni a dónde llevará esta charla.

-Entenderás entonces que no puedo dejar que te salgas con la tuya.

-Yo no...

-Ni lo intentes, trepadora- las palabras de Andrea lanzan puñales hacia mí-. No intentes decirme que lo amas porque conozco a las de tu clase. Lo único que quieres de mi hijo es su dinero, nuestro dinero, y no dejaré que lo tengas.

-No quiero dinero. Ni siquiera sabía que ustedes eran... amo a su hijo señora y no espero nada más de él que su amor.

-Mentirosa. Eres una mentirosa. No dejaré que te acerques a él... 

-Yo no...

-¿Cuánto?

-¿Disculpe?

-¿Cuánto pides para alejarte de mi hijo?

¿Quién dijo que el amor es de a dos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora