Capítulo 70: Come On and Dance

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Mis ojos se abrieron de golpe y los pensamientos nostálgicos cesaron de pronto en mi cabeza. ¿Qué día era hoy? ¿Acaso ya era el día de mí...? Sin pensarlo mucho me levanté de la cama, causando que Saul emitiera un pequeño gruñido antes de voltearse y seguir durmiendo. Rápidamente me coloqué mi camiseta de Aerosmith, sin preocuparme en ponerme antes el sujetador, y casi corrí hacia la cocina, en donde Hope me había dejado un calendario. No pude evitar notar que mi adorada remera, aquella que me había acompañado en mi arriesgado escape del albergue de Blue River, ya me quedaba muy pequeña. El borde inferior casi tocaba mi ombligo y las mangas se cernían sobre mis brazos, ajustando de más. Maldije interiormente. No por el hecho de que tendría que salir a comprar ropa con el dinero que conseguiría con mi trabajo (que aún no había obtenido, por cierto), sino más bien porque tendría que despedirme para siempre de esa amada camiseta que tantas veces había sido testigo de mis aventuras en Los Ángeles. Sería como despedirse de una vieja amiga, un poco más. La había vestido al llegar a la ciudad, en mis cortos días como camarera en el "Pure" (que ahora parecían tan lejanos), al conocer a Hope, al enamorarse de Saul...Esa camisa, por más barata y de baja calidad que pareciera a simple vista, había formado parte de un importante período de mi vida. No sería fácil deshacerme de ella.

Aún así, alcancé la cocina sin más inconvenientes. Sin pararme a observar nada, avancé directamente hacia el calendario que Hope había pegado, con un imán de cinco centavos, a la puerta del congelador. La fecha que allí se marcaba reveló mis sospechas: Era el 8 de enero de 1982. 8 de enero...La fecha de mi cumpleaños. Sí. Yo, Wish, la fugitiva, la niña peligrosa, la aventurera, acababa de cumplir 16 años. Mi respiración se aceleró y un reproche súbito surgió en mi cerebro: ¿Cómo podía haberme olvidado la fecha de mi propio cumpleaños? ¿Acaso sería el hecho de que tantas cosas habían sucedido en las fechas recientes que no tuve tiempo para pensar un minuto en mí misma? ¿O quizá obedecería a una razón más oscura: El hecho de que esta fecha históricamente estuviera asociada a malas experiencias y mi cerebro decidiera dejarla a un lado?

Estaba balanceando ambas posibilidades, cuando sentí un par de brazos fuertes aferrando mi cintura por detrás, de una manera brusca al igual que afectuosa. Di un saltito de sorpresa y mi boca se abrió en un grito sordo, pero inmediatamente me relajé y las palabras murieron en mis labios: Reconocería hasta en el fin del mundo la tibieza de esa piel, las cosquillas de esos rizos y el dulce clamor de esas risas. Con idéntica ternura aferré las manos de él, mi amado Saul, mientras el rizado dejaba abundantes besos en la curvatura de mi cuello y pronunciaba una sola palabra:

-Feliz cumpleaños, mi niña.

Me congelé por unos minutos, de pie en la cocina, con los azulejos fríos bajo mis pies desnudos. Sin embargo, no tardé en voltearme y hundir mi cara en su cuello, depositando una ristra de cariñosos besitos a mi paso. Lo había recordado...Ahora sí que no tenía razón para pensar o soñar que él alguna vez pudiera desilusionarme. Era tan dulce, tan amoroso...Demonios, Saul Hudson. ¿Cómo fue que alguien tan común como yo pueda tener a alguien como tú a mi lado? Es una de esas casualidades del destino, como una extraña suerte de paradoja: Al final, y a pesar de todos los inconvenientes, estábamos más juntos y felices que nunca.

-Creí...Creí que no lo recordabas – Musité, frotando mi nariz contra su hombro, inhalando con fuerza su aroma dulce y pegajoso. Él se limitó a sonreír y me envolvió aún más en su abrazo.

-¿Por qué no lo recordaría? Tú eres mi pequeña, después de todo... ¿Cómo podría no recordar el cumpleaños de mi niña? Lo recuerdo...Como al mío.

Rió, con sus ojos pardos centelleando tras sus hermosas y gruesas pestañas. Una risilla dulce escapó de mis labios. Qué hermosa era su sonrisa...Era como ver el arcoíris después de la lluvia o las estrellas al apartarse la niebla vespertina. Detrás de esa masa de rizos oscuros y esos ojos pardos filosos, se ocultaba un muchacho muy dulce y cariñoso. Pasé mis brazos alrededor de su cuello y lo abracé, notando inmediatamente que no llevaba más vestimenta que su ropa interior.

War in the Jungle (GUNS N'ROSES) #HairRock #GNRAwardsWhere stories live. Discover now