Terminé de empacar algunas cosas, cerré la puerta de mi habitación con mi última maleta en mano y mientras avanzaba me iba despidiendo de cada metro por el que había caminado en todos mis años de crecimiento. Respire hondo antes de cruzar la puerta principal, acomode mi maleta en la valijera del auto y antes de irme, observé por última vez mi casa y todos sus alrededores; entonces lo vi. Se mantenía de pie frente a la casa de su abuela viendo en dirección hacia mí, podía ver en su mirada algo más, pero mentiría si digo que sabía que era. Decidida y sin deseos de arrepentirme, terminé de cerrar todo para viajar hasta el aeropuerto y olvidar lo que me hacía daño.

British Airways anuncia que su vuelo número cinco con destino hacia Inglaterra está a pocos minutos de salir. Se invita a los pasajeros a pasar al área de abordaje, gracias.

Prométeme que cuidaras de su vida y que no dejarás que haga tantas locuras — Esther limpiaba las lágrimas que bajaban por sus mejillas junto a los fluidos de su nariz mientras observaba a mi madre —. Estoy segura de que ese pequeño porcentaje genético que heredó de su padre se reactiva en épocas de invierno y todo se descontrola.

Quitó el gorro de Rosa dejando su cabellera maltratada al aire, o bueno, algo así, pues los mechones quedaron tiesos y permanecieron en la misma posición gracias a la telilla que los cubría. Entonces su madre, con cara de horror, intentó aplastar los mechones con sus manos y, al notar que no funcionaba pues los mechones volvían a la misma posición, pasó la palma de su mano por su lengua e intentó volver a peinar, pero Rosalina, totalmente asqueada, alejó su mano a tiempo y evitó tal acto.

— Eres una atrevida — dijo alejando el gorro de entre las manos de su madre y caminando por detrás de Santiago, su padre.

Esther entre lágrimas observó a su hija y paulatinamente comenzó a elevar sus manos en dirección a su hija intentando que esta volviera como un pequeño cachorro caprichoso. Al notar que su hija no regresaba, miró a mi madre.

— Cuídala — limpió sus mocos con la palma de sus manos — y que no haga locuras.

— Sabes que no puedo prometer eso, va en contra de mis principios — mi madre observaba la escena con una sonrisa.

— Mi niña, te cuidarás mucho ¿verdad? — Rosalina asintió con una gran sonrisa — Lamento no poder ir con ustedes.

— No, tranquila mujer — su padre le dio un pequeño toque con el codo —. Digo, ¡ay mamá! ¡No sabes cómo te voy a extrañar! — dramatizo lágrimas mientras Santiago sonreía con la misma sonrisa del Joker.

Las despedidas entre ambas familias siempre eran muy dramáticas, no importaba si el destino era de una ciudad a otra o de un país a otro, siempre era el mismo escenario. Mi madre lloraba por su mejor amiga, su mejor amiga lloraba por mi madre, el padre de Rosa consolaba a su esposa y lloraba porque su mejor amigo se iba del país, mi padre consolaba a mi madre y lloraba por su mejor amigo porque "uno nunca sabe si hay una exposición y nunca más podré reconocer el rostro de él", Rosalina lloraba por la escena y yo estaba allí, esperando que finalmente limpiaran sus lágrimas y nos dijéramos un "adiós, hasta pronto" o "adiós, hasta nunca" aunque esa última opción no iba a pasar.

Muchas veces había escuchado que un hombre no puede robarnos la felicidad a tal punto de hacernos llorar cuando ya no estemos con él, pero ¿qué dirían si admitimos que en realidad no lloramos por él? Creo que es momento de eliminar el cliché de nuestras vidas y admitir que no lloramos por una persona; en realidad, lloramos por el tiempo perdido, las palabras gastadas y los besos desperdiciados.

Una vez aceptada la realidad de mis sentimientos y de que él no era el motivo de mis lágrimas, limpie de estas y giré mi rostro al ver que mi mejor amiga se acomodaba a un lado de mí. Quitó su gorro de su cabeza e intentó peinar con sus dedos más de algún nudo, siendo algo imposible para su paciencia y prefiriendo volver a colocar de este, suspiró y acomodó sus rodillas sobre el respaldar del otro asiento. Así pasaron las siguientes horas de vuelo, de vez en cuando compartimos los audífonos para escuchar música y luego sacamos uno que otro comentario ridículo sobre el cielo y sus colores.

Juro enamorarte |BORRADOR|Where stories live. Discover now