Capítulo 103: Iluminados y Eternos.

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— ¿Y quien es esa? Alguna con buenas piernas, supongo. -dijo riendo.

— Sí, de hecho sí. -contesté.

Por éste y por muchos motivos son por los que me encanta él, podemos hablar de diversos temas con total plenitud y seriedad como lo es la Historia y pasar a hablar de bobadas al minuto. Y me encanta tener esa comunicación, más que eso, me encanta saber que aún la tenemos, después de tanto tiempo. Disfruto mucho el oírlo, es tan intelectual, sabe mucho sobre cosas que para un joven de veinte años algo muy ajeno a sus intereses. Él en cambio siempre está investigando sobre algo, es muy curioso, todo lo pregunta, todo quiere saberlo. Es muy multifacetico, algo que tenemos en común.

— ¿Lista? -me dijo, estando ya frente a la puerta de sus padres.

— No, no, mejor vámonos... -dije dándome la vuelta.

— No...

Tiró de mi brazo y me atrajo a él, abrazó mi cintura y me sonrió. Frotó su nariz tiernamente con la mía.

— No tienes porqué temer, son mi familia. -susurró.

— Es que estoy muy nerviosa... -murmuré.

Me besó, yo oí pasos acercarse a la puerta, entonces lo solté bruscamente y limpié el labial embarrado de su boca. Y apreté su mano. Sí, iba a salir corriendo el cualquier momento.

La cerradura tembleteó y yo presioné la mano de Abraham. Para alimentar al karma, la puerta estaba siendo abierta muy lentamente y en un suspenso terrorífico. Miré mis pies fijamente antes de que la puerta se abriera del todo, pensaba en como era que supieron que alguien estaba afuera, porque no recuerdo que Abraham haya tocado el timbre.

La puerta se abrió.

— Abraham, ¿por qué no entras? Si tienes lla...

Su hermano se presentó en la puerta, su mirada se posó en mí, entrecerró sus ojos y dirigió su mirada hasta nuestras manos entrelazada. No despegó su vista de mí y yo tenía miedo.

— ¿Jari?.. -murmuró, dando un paso adelante.

— Hola... -pronuncié inaudible.

Ellos se miraron entre sí y yo quedé en tercera. Al parecer, la comunicación visual entre hermanos resultó ser más fuerte que las palabras.

Sentí el abrazo de Tony envolverme. Solté una carcajada, rodeé su hombro y lo abracé. Estiró su brazo, entonces sentí el cuerpo de Abraham acoplarse al abrazo. Reprimí las ganas de llorar, realmente los había extrañado tanto.

— ¿Por qué tardan tanto?, ¿Abraham ya...

Una voz interrumpió el momento y yo los abracé fuerte. Podría reconocer la voz de su madre a kilómetros. Ellos se separaron de mí, dejándome vista libre a la mujer que estaba parada a unos cuantos metros de mí. Ella me miró sorprendida y bajó su mirada a mí mano, la cual seguía entrelazada con la de su hijo.

Ahora es cuando me grita que me aleje de su hijo, me saca a patadas de su casa y ordena una orden de restricción hacía mí. 

Sin embargo, eso no pasó.

Llevó sus manos hasta su boca, en señal se sorpresa. Sus ojos comenzaron a aguarse y yo no entendía nada.

— Mamá... -murmuró Abraham.

Presioné su mano con fuerza y él acarició mi pulgar con discreción.

Susana avanzó hasta mí y sentí como se me subía la ensalada de espinaca y tomate que Juan me había preparado hace un par de horas.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora