—Nathan. —Susurró. Me alegraba verle, si, pero sentía tanta ilusión en que fuera ella, que el dolor volvió a florecer en mi.  Pero... ¿cómo podría ser Hayle cuando está en coma, con miles de aparatos en su cuerpo y sin posibilidad de abrir los ojos en estos momentos?

Miré a Zet, tenía la vista enfocada en ella mirándola como si no fuera posible. Sus ojos se empañaron al igual que los de ella. Aun anonado se puso de pies lentamente tirando de la silla. Dio unos pasos hasta quedar frente a ella. Levantó su mano y la llegó a su rostro. Haype cerró sus ojos dejando una lágrima brotar de sus ojos y su pecho subir con rapidez. Luego ambos se fundieron en un abrazo. Les vi por unos segundos hasta que bajé la mirada sintiéndome excluido y más dañado. Pero aún así me alegra por mi amigo, se cuanto le ama y como había dicho antes: Estaba sufriendo de su ausencia. Levanté la vista justo en el momento en que ambos se daban un beso. Cerré los ojos por un instante y luego me fuí en silencio.

Salí de aquella cafetería y fuí hasta mi coche. Quité la alarma de este  y entré sin darme tiempo a mirar atrás. Encendí en auto y salí con rapidez al único lugar donde puedo sentirme en casa.

....

Apagué el auto y salí de este activando la alarma. Entré las manos en mis bolsillos y empecé a caminar dentro con la mirada hacia bajo.

—Nathan. —Escuché una voz detrás de mi. Me di la vuelta encontrándome con Fabio junto a Nancy. —Te estábamos esperando.

—Iba de camino donde Hayle. —Señalé la puerta.

—Es importante. —Esta vez, hablo Nancy.

—Esto es importante. —Le di una mirada sin emoción y me di la vuelta.

—Debes escucharme. —Me giré hacia donde Fabio con una mirada totalmente inexpresiva.

—Necesito verle, Fabio. —Volví a darme la vuelta y seguir caminando.

—Pero es que...

Entré al hospital sintiendo el aire frío en mi cuerpo. Le di un saludo con la cabeza a la de recepción y seguí por un pasillo. Cerca de la habitación de Hayle vi al doctor salir de esta. Me aproximé a caminar y llegar hasta él.

—Joven Natanael. —Sonrió comprensivo.

—Nathan. —Corrijo. —¿Puedo entrar?

—Claro, pero solo serán unos minutos.

—¿Cómo ella está? —Inquiero.

—Por ahora los avances son muy pocos, quizás es muy poco tiempo para notar su mejoría, pero luego iremos viendo como su cuerpo toma más vida y la veremos con los ojos abiertos. Un golpe así en la cabeza es muy grave, tenemos suerte de que aún respire por medio de aparatos.
Los golpes en su cuerpo no ayudan mucho, su espalda tiene una lección. Todo esto la ha llevado a un estado de coma. Si ella aún está luchando es porque es lo suficientemente fuerte para seguir adelante. He tenido pacientes con menos de lo que tiene ella, y el ochenta por ciento no soporta y muere. —Explicó con suavidad. Me quedé unos minutos digiriendo todo aquello que dijo. —Es una chica fuerte. Que no se te olvide quien era y que hacía. —Sonrió el doctor luego de mi gran silencio. —Ve, la hora de visitas está por terminar. —Señaló la puerta. Sin saber que decir obedecí dándole la espalda y caminando a la puerta.

Antes de entrar le di una mirada al doctor y susurré un gracias, a lo que él respondió con un asentamiento de cabeza. Abrí la puerta y entré sin mirar en su dirección. Cerré la puerta caminando con la cabeza gacha hasta quedar frente a la camilla.

Armandome de valor, levanté la mirada y centré mi vista en ella.

Su piel palida, sus labios rotos y sin vida, sus párpados cerrados, los huesos de su cuerpo más marcados, su cabello sin brillo.

Esa era ella. Una persona totalmente diferente. Tendida en una cama con aparatos por doquier, viéndose débil y vulnerable.

Tomé su mano con la mía y acaricié de esta. Me senté a su lado como lo he hecho durante estas dos semanas.

—Pequeña. —Susurré llevando su mano a mi rostro. —Necesito que despiertes, por favor. —Supliqué pareciendo ya una grabadora. Llevé mi otra mano a su mejilla pálida acariciendola. —Haype a vuelto, amor. Debes despertar.

Esto era como una fotografía. Yo acariciendo su rostro y ella en la misma posición. Sentía como cada vez los pedazos dentro de mi iban cayendo más haciéndome sentir con menos vida que antes. Verle en esa condición es como ir muriendo lenta y dolorosamente. Desearía ser quién esté en esa cama y no ella, que el que haya sufrido y soportado tanto dolor haya sido yo. Tengo la sensación de que ningún otro dolor es comparado con este. Ver como la persona que amas va muriendo delante de ti, como no se mueve en una cama y su cuerpo pierde más vida, solo guiándote de una máquina contando sus latidos.

Si esa máquina deja de subir y bajar rayas... ¿Que seria de mi?

Moriría.

Esa es la respuesta. Muero con ella, no soportaría hacerme una vez más la idea de que ella ya no esté y yo si. Sé que no aguantaría un dolor más grande que este.

La puerta se abrió lentamente y un cuerpo se asomo por está. Discretamente Sequé una lágrima que había escapado de mis ojos y miré a la persona.

—¿Que haces aquí, Jesse? —Pregunté sin emoción alguna.

—¿No es obvio? —Contestó. —Lo siento. —Susurró casi inaudible.

—No sientes nada.

—Fue durante un corto tiempo mi compañera de boxeo. —Me encantaría decir que sigue siendo el mismo imbécil, pero no, es diferente y se le ve el interés en saber la salud de Hayle. Me quedé en silencio volteando mi rostro al de Hayle.

—Te dejare solo, lo necesitas más que yo. —Le escuché decir para luego verlo irse por el rabillo de ojo. Seguí observando a la chica frente a mi.

Pasaron al rededor de cinco minutos cuando escuché la puerta abrirse de pronto y varias siluetas entrar. Miré con rapidez a los causantes de el ruido con la intención de reprochar por entrar de esta manera.

—Natanael Perez, queda usted detenido hasta que se realice la investigación del caso de la muerte de Harry Levin Suag. Se le dará a usted cárcel preventiva hasta que el caso sea realizado.





Lifes CrossedWhere stories live. Discover now