Capítulo 24.

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Abrí la puerta con una sonrisa aún en el rostro.

—Claro... Mañana a primera  hora... Bien gracias a ti. —Escuché a Nancy en la cocina, me encamine allí por un poco de agua, cuando me vió se dió la vuelta.

—Marcos y yo tenemos un viaje por unos días. Haype y tú se quedarán en casa, no hagan un desastre, o mejor dicho no hagas una de las que sabes hacer, Hayle. —Se dió la vuelta para salir de la cocina pero luego se giró hacia mi. —Y si matarás a alguien más hazlo fuera. —Y se fué.

Debería de todos los días frente a su cama orarle a Dios por ser la hermana de mi madre porque de no ser así hace mucho que le hubiera estampado la cara en el piso y luego limpiaria su sangre con su lengua.

No tomé nada de agua y salí de allí hecha una furia. En cada paso que daba dejaba mis huellas y algo de lodo en el piso, pensé limpiarlo pero ahora no lo haré y la dejaré que se enoje todo lo quiera.

Entré a mi habitación dando un portazo. Tomé mi toalla y fuí al baño, iba a retirar mi ropa cuando observé una cucaracha en una esquina. Sonreí con malicia y me acerqué a esta. Busqué un frasco y la entré, salí del baño y fui silenciosamente hacia la de Nancy.

El miedo que le tiene a las cucarachas es inmenso, igual a Haype. Pegué mi oído en la puerta para saber si se encuentra dentro, solo se escuchaba la ducha abierta, quiere decir que está en el baño. Abrí la puerta y entré en la habitación. Miré su cama donde tiene un elegante vestido rojo, unos tacones cerrados negros y un bolso de cuero rojo. Sin ocultar mi sonrisa fuí hasta sus tacones y entré la cucaracha. Me iba a retirar pero algo más se me ocurrió. Fuí hacia la pequeña neverita que Nancy tiene en un esquina, tomé un cubito de hielo pequeño para que se derrita rápido y lo entré en el mismo tacón donde entre la cucaracha. El vestido tenía un abierto en la espalda, lo tome y de un jalón lo abrí un poco mas. Se ve más sexi. Busqué su labial de su bolso de mano, saqué el labial rojo por mitad y a la otra mitad donde está aun en su contenido le eche mantequilla de su nevera, lo tapé y lo puse como estaba. Sonreí satisfecha con mi trabajo aún dejando gotas de agua en el piso. Escuché la ducha cerrarse y luego un sonido en la puerta, inmediatamente salí de su habitación sin hacer ruido y corrí por el pasillo sonriendo, mire atrás y justo en ese momento choqué con un cuerpo.

—¡Hayle! —Me regaño Haype debajo mío. —¡Bájate de encima de mi! —Le tapé la boca para que dejase de gritar, no pude evitarlo y empecé a reír. —Me estas asustando.

Me levanté de encima de ella tratando de calmar mi risa para que Nancy no se percate y luego quiera asesinarme por lo que hice.

Mire al pasillo y vi la columna como buen escondite.

—¿Quieres divertirte? —Le pregunté sonriendo.

—¿Estás drogada? —Dijo frunciendo el ceño.

—Claro que no. —La tomé de la mano y la guíe detrás de la columna.

—¿Por qué nos escondemos?

—Sólo espera unos minutos.

Haype abrió la boca para decir algo pero escuchamos un grito desde la habitación de Nancy, abrimos los ojos y luego contubimos una carcajada.

—¡Marcos! ¡Marcos! —Gritaba desesperada. Marcos subió los escalones con prisa tropezandose inútilmente con sus propios piés hasta que llegó a su habitación y abrió la puerta de golpe.

—¿Qué sucede? —Preguntó mirando a todos lados.

—¡Hay una cucaracha en mis tacones y se a orinado! — Gritó a punto de romper a llorar. Haype y yo no aguantamos más y corrimos a su habitación que es la que está mas cerca. Cerramos la puerta y ya dentro dejamos salir una carcajada ahogada. Me dejé caer al lado de su mesita de noche y agarré mi estomago cuando ya empezaba a doler. Haype se dejó caer en su cama y se retorcía porque también debe de dolerle el estómago.

Después de unos minutos sin poder controlar la risa ambas nos calmamos. Sequé mis lágrimas y me quede en silencio para tranquilizar mi respiración. Haype hizo lo mismo pero luego salto feliz.

—¡Eso fué genial! —Dijo parada en su cama. Sonreí pero no de la broma que le hice a Nancy, sino de verla tan feliz. La vi hacer un baile moviendo las manos al aire junto con su cadera y empezó a cantar una canción al azar. Sonreía sin apartar la mirada de ella. Parecía una niña con un nuevo juguete, su rostro demostraba felicidad y por fín sus ojos brillan de esa manera que la delata cuando está feliz o triste. Puse la mano en la mesa para levantarme pero al ponerla sentí un papel doblado que se quedó pegado a mi mano por tenerla húmeda. Me senté nuevamente y lo tomé. Estaba en un sobre blanco donde sólo había algo que me hizo el cuerpo estremecer.

L.

—Haype. —Le llamé pero estaba muy concentrada en su baile. —¡Haype! —Levanté más la voz.

—Estoy bailando Hayle, déjame seguir... —Dejó de hablar cuando miro mi mano con el sobre. Su rostro perdió color y su labio inferir tembló.

—¿Qué es esto? —Pregunté pesar de saber la respuesta.

—Yo... Eso... y-yo. —Empezó a tartamudear y cada vez se ponía más nerviosa.

Dejé de mirarla y abrí el sobre, dentro había una carta, pero no cualquier carta, si no una carta escrita con recortes de periódicos:

Tú por ser hermana de ella también estas incluida. Eres su diamante y si algo te pasa ella lo sufre, como también puedo manipularla contigo. Solo debo herirte y ella estará mal. Una guerra acaba de empezar. Agradecelo a tu querida hermana, lo mío es mío y nadie se mete conmigo.

Tú, querida Haype, serás una de mis formas de hacer sufrir a Hayle.

Acabaré con ella cueste lo que cueste.

L.

Apreté con fuerza la carta en mis manos. Sentía irá y a la vez miedo. Miedo a que le hagan daño a Haype por mi culpa. ¡Ni siquiera se por qué está haciendo esto ni quién esta detrás de todo! 

Pueden hacer lo quiera conmigo, no importa las amenazas hacia mi, pero no pueden meterse con Haype, no con ella.

—¿Por qué no me lo dijiste? —Pregunté apretando los puños aún con ella. Hubo silencio, Haype no me respondió. —¿¡Por qué no me dijiste que te han amenazado!? —Haype se sobresaltó frente a mi. Ni siquiera se cuando se había bajado de la cama.

—La recibí hoy en la mañana. No quería decirte por esto mismo. —Dijo señalandome. Sus ojos se cristalizaron y tragó saliva de golpe. —Me asusté cuando leí el contenido, pero más me asuste cuando vi que todo se trataba de ti. Cuando vi que te querían hacer daño... Hayle ¿qué hiciste? —Preguntó ya con lágrimas en su mejilla.

—No he hecho nada. —Eso sonó con inseguridad. —¡No se que mierda hice! —Ya estaba perdiendo el control. Haype soltó un sollozo por mi tono alterado y dió un paso atrás. Me levanté del piso y fue ahí donde me di cuenta como mis piernas fallaban. Sentía terror. No quiero que nada le pase a Haype, no a ella. —No quiero que me ocultes nada. Si algo parecido vuelve a llegar o te pasa algo dímelo. —Ella asintió algo insegura y derramando una que otras lágrimas. —Prometemelo, Haype.

—Lo prometo. —Dijo con la voz entrecortada. Caminé hacia ella sin importarme que esté mojada y la abracé. De inmediato me recibió y hundió su cabeza en mi hombro.

—No dejaré que nada te pase, todo estará bien. Lo prometo. —Dije acariciendo su cabello.

—Tengo miedo. —Susurró.

—No lo tengas. No te pasará nada. —Sabía que eso no la había conformado. —No nos pasará nada. —Aseguré con miles de cosas pasando por mi cabeza.

La cabeza me dolía de tanto pensar. Pero si de algo estoy segura, es de que no permitiré que nada le pase a Haype. Y si eso quiere decir guerra, entonces habrá guerra.





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