Capítulo 36.

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—Si necesitas algo me llamas.

—Vale. —Asentí con una sonrisa traviesa y poniendo dos dedos en la frente en forma de militar.

—Lo digo en serio, Hayle.

—Está bien, lo haré. —Bufé.

—Así me gusta. —Me abrazó de la espalda y me dio un beso. —Tu auto estará aquí en la mañana.

—No tienes porque molestarte, puedo esperar a que...

—Estará aquí mañana. —Repitió.

—Está bien. —Rodé los ojos al cielo.

—Debo irme, papá me espera para firmar unos papeles. —Saca las llaves de su bolsillo y vuelve su vista a mi. —Te veo luego. —Asentí con la cabeza. Me dió un beso y caminó a su auto. Me di la vuelta para entrar porque se que hasta que no esté dentro no se irá.

—Te quiero, nena. —Giro mi rostro viéndolo sonreír y entrar al auto, enciende este y se va. Sonrío negando con la cabeza.

—También te quiero, Natanael. —Susurro solo para mi.

Terminé de entrar y como no vi ningún movimiento en la sala subí a mi habitación. La luz de la habitación de Haype está apagada, eso quiere decir que aún no llega.

Entré y me dejé caer en la cama sintiendo mi cuerpo pesado. Sonrío al aire y cierro los ojos.

....

Un sonido me hizo despertar, conocía que sonido era y aún así no quería abrir los ojos. Con pereza los abrí y busqué con la mirada mi celular, me senté en la cama y lo tomé de mi mesita de noche.

Hago una mueca al ver la notificación de un mensaje de un número desconocido.

«Espero hayas pasado un lindo día Junto a él, porque puede ser el último»

Lancé el celular al fondo de la habitación, no me importa si se hizo añicos o no. Maldita sea que me está volviendo loca.

Ya el sueño había desaparecido, me levanté de la cama y fuí al baño. Amarré nuevamente mi cabello en una cola y luego cepillé mis dentes. Salí a la habitación y me senté frente a la computadora.

Escuché unos toques en mi puerta, eran casi inaudible, como si no quisieran hacerlo o tuvieran miedo. Aun con la vista en un punto muerto murmuré un adelante. La puerta se abrió con lentitud, dejé de mirar la pared y llevé mi vista hacia la puerta. Me sorprendió ver a Nancy allí parada, sus ojos aún están rojos y su mano esta en su vientre.

—¿Podemos hablar? —Ciertamente ya estaba esperando algún insulto.

—¿Estás bien? —Inquiero con cautela. Ella asiente en silencio.

—Te esperaré en el living.

—De acuerdo, ya bajo. —Ella hizo el intento de una sonrisa y salio por la puerta.

¿Sonrisa? Esto cada vez es más raro.

Me tardé unos minutos procesando todo hasta que decidí bajar. Haype estaba sentada en una esquina del sofá, se le veía confundida y a la vez tierna en esa posición de no saber que hacer, Nancy estaba en el sofá del frente moviendo un piés, eso solo lo hace cuando está nerviosa, Marcos está a su lado acariciendole una mano y diciéndole algo al oído que la hizo dar una pequeña sonrisa con un deje de tristeza. Decidida caminé hasta ellos y tomé asiento junto a Haype quién me sonrió en cuanto me vio.

—¿Estás bien? —Preguntó en un susurro.

—Si. —Hablé igual en susurro.

—¿Por qué estámos aquí? —Miró de reojo a Nancy.

—No lo sé. —Una tos falsa nos hizo callar y mirar al frente.

—Se preguntarán por qué las reuní aquí. Deben de estar imaginándose que es para gritarle algunos insultos. —Sonrió con tristeza y bajó la mirada a sus piés. —Les he hecho la vida un asco, cuando Mayque me confío a ustedes, lo hizo porque pensaba que serían felices estando conmigo, que nada les pasaría y siempre las apoyaría. Pero fue todo lo contrario. Amaba a Mayque, fué la única que siempre estuvo conmigo, era mi hermana mayor, mi amiga, mi todo. Y cuando supe de su muerte mi mundo calló en pedazos, pero cuando supe que era su cumpleaños y que irían al lugar favorito tuyo, Hayle. —Me miró por unos segundos. —en mi creció un rencor que nunca había visto. Antes de la muerte éramos unidas las cuatro, compartíamos cosas y reíamos como si no existiera un mañana... Y todo eso lo arruiné, cuando en verdad me necesitaban, cuando debía apoyarlas y consolarla les di la espalda. Tardé mucho en darme cuenta de las maravillosas sobrinas que tengo. Pero por favor, perdonenme. Prometo volver a ser la misma de antes, ganarme otra vez su confianza y tratarlas como se lo merecen. —Cada palabra de Nancy iba acompañada de una lágrima.

Yo estaba en schok pero luego de unos segundos salí de ese trance. Estaba digiriendo cada palabra que salió de su boca, estaba siendo sincera y después de mucho tiempo pude ver a esa mujer que era antes. Decir que no la extrañaba será una vil mentira, ¿Qué no la quiero perdonar? Por supuesto que si, pero todo este tiempo que la necesité ella no estuvo. Me recordaba día y noche que fuí la culpable de la muerte de mis padres, tenía pesadillas por ella, lloré en silencio por sus insultos, me hice la fuerte frente a ella y Haype cuando estaba rota por dentro ¿cómo puedo de un momento a otro dejar todo atrás y volver a confiar en ella? Por más egoísta que suene, esto es una herida difícil de curar, más cuando se trata de una persona que una vez fue alguien importante en tu vida.

Sentí un peso menos en el sofá y luego a Haype lanzarse a los brazos de Nancy. Besando su mejilla y sollozando en su hombro. Nancy sonrió y lloró de felicidad mientras yo seguía en mi lugar. Era de esperarse esta reacción de Haype, la quiere y la extraña.

—El bebé. —Dijo Marcos palmando la espalda de Nancy.

¿El bebé?

—¿Estás embarazada? —Pregunto Haype a Nancy separándose de ella. Nancy asiento sonriendo ampliamente y secando una lágrima más. —¡Oh por Dios! —Y una vez más volvió a sus brazos.

En mi interior sentí una pequeña felicidad de que tenga un bebé. Siempre quiso una niña pero tenía compilaciones.

Mientras los tres sonríen y se abrazan yo permanezco sentada sin expresión alguna aunque por dentro esté feliz de que vuelva a ser ella, de ver a Haype feliz, de tener de vuelta a la mujer que una vez fué como mi segunda madre.

—Hayle. —Haype se sentó al lado de Nancy y me miró con el rostro de espera. Puedo ver felicidad en sus ojos y eso me hace feliz a mi.

—Entiendo que no es fácil aceptar mis disculpas, pero quiero ganarme la confianza de ambas. No sabes cómo lamento todo lo que hice. —Dijo Nancy sorviendo su nariz roja.

Haype se puso de piés y se sentó a mi lado a la vez que tomaba mi mano.

—Hayle. —Me llamó en un susurro. Llevé mi vista hacia ella para que sepa que la escucho. —Ella está arrepentida, lo puedo ver en sus ojos. Recuerda los momentos juntas. Hazlo por mi, dale una oportunidad. —Por más susurro que sea todos podemos escuchar.

Siempre hago las cosas por Haype, solo debe pedirmelo y ahí está. Pero puedo decir que por una vez en mi vida, no haré lo que me pide, no está vez.

—Cada herida merece su tiempo. —Dije y me levanté dejando caer la mano de Haype a su costado. —Felicidades por el bebé. —No miré a nadie y salí de allí con dirección a mi habitación ignorando los llamados de Haype.

Pueden que digan que no tengo corazón ni sentimientos, pero ¿ella lo tuvo mientras yo sufría la muerte de las personas que amaba? ¿lo tuvo cuando lloraba y necesitaba un abrazo de ella? ¿tuvo corazón al gritarme sobre la tumba de mis padres que yo era la única culpable?

No me consoló a pesar de que después de la muerte de mis padres Haype haya durado dos meses en una cama de hospital. Estaba destrozada, no sólo perdí a mis padres, sino que también podía haber perdido a mi hermana. Ella no estuvo en los peores momentos de mi vida, más que para lastimarme y hacerme la vida más miserable.

Nancy me lastimó, y sus palabras no borrarán cada daño que provocó en mi.


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