Escuché todas las cerraduras abrirse desde fuera y unos pasos preceder.

Era conciente de que mi lucha de nada valdrá, pero si quiero que todo esto acabe debo arriesgarme, provocar que una bala atraviese mi cabeza. Puede que suene estúpido y masoquista, pero cualquiera que se viera en esta situación, con una vida de mierda como la mía, desearía morir y descansar.

Me puse de pies y caminé hasta la puerta. Me coloqué detrás de esta y esperé a que abrieran la puerta. Cuando lo hizo lo entré y cerré la puerta detrás de mi.

—Pero que mierda. —Me miró confundido y luego entorno sus ojos. Caminé hasta llegar a él y lo golpeé en el rostro.

La droga que no me han dado ha servido para que me sienta con más fuerza. Harry cayó al suelo sangrando de su nariz. Me subí sobre él y lo golpeé más veces, su cara parecía un desastre y yo disfrutaba de esto. Mi puño fue por todos lados dejándole marcas. Cuando pudo quitarme de encima suyo me golpeó por igual. Su respiración era irregular y la sangre no paraba de caer de su cuerpo. Me golpeó una vez más tan fuerte que dejé de ver por un momento. Aprovechó y me lanzó un Jab. Caí al suelo sangrando de la nariz y poco a poco sin fuerza. Le di una patada y aproveché que esté quejándose para tomar el tenedor de la bandeja. Me levanté y se lo enterré en su estómago. Soltó un grito de dolor que inundó toda la habitación.

Saqué el tenedor y volví a enterrarlo en su piel. Lo saqué y lo clavé en su hombro.

—¡Fredk! ¡Alguien, necesito ayuda! —Gritó como pudo.

—Cobarde. —Le pegué una patada tirándolo al suelo. Con mis pies descalzos hice presión en su herida. Los gritos de él no cesaban y cada gesto de dolor me hacia sentir mejor.

Iba a volver a enterrarle el tenedor, cuando la puerta fue derribada y varios hombres de Harry entraron en defensa, entre ellos estaba Fredk. Me tomaron apartándome del cuerpo débil de Harry mientras otros lo ayudaban a ponerse de pies. No intenté zafarme de los brazos de ellos, sería en vano, sé que no saldré de esta. Margot, quien se había recuperado hace un mes, entró mirando todo con atención, seguida de ella entró Fiona algo desconcertada, miró a Harry siendo ayudado por sus perros, y luego me miró a mi. Quisiera explicar su mirada pero sentí como un puño chocaba en mi estomago haciéndome gemir de dolor.

—¿Señor? —Dijo un hombre mirando a Harry. Este me miró a mi con una mirada que jamás había visto, se notaba diferente, en sus ojos había más maldad que siempre.

—Ya saben que hacer. —Dijo adolorido pero frío. Sus perros asintieron y me miraron.

—Vamos a divertirnos un rato. —Comentó uno de ellos.

—¿Qué le harán? —Preguntó Fiona sonando seca.

Harry giró su rostro y puso toda su atención en mi, aquella mirada era tan terrorífica, que por un momento mis piernas flaquearon.

—Hacerla sufrir. —Respondió aun sin apartar su mirada. —Llévensela.

Los dos hombres que me tenían sujetada me sacaron de la habitación y me llevaron a otra oscura. Me tiraron al suelo con brusquedad haciéndome chocar con algo de metal. Sus pasos se alejaron dejándome allí sola. Me incorporé tratando de poder ver algo pero era inútil.

Pasaron al rededor de 15 minutos cuando escuché la puerta abrirse y unos pasos entrar. Sin encender alguna luz, unos brazos me tomaron y me pusieron de rodillas, lo siguiente que sentí, fueron unas cadenas en mis muñecas con los brazos abiertos hacia arriba. Estaban tan sujetada que podía sentir mi carne abrirse de a poco.

Los pasos dejaron de escucharse pero podía sentir personas a mi alrededor. De pronto toda la habitación se iluminó, tuve que cerrar los ojos por un momento para poder acostumbrarme a ella. Cuando los abrí y mi vista pudo ver mejor, lo entendí todo. Un chico se me acercó y con una navaja quito mi camisa rompiendola. Quedé solo en sostén bajo la mirada de todos en la habitación.

En la habitación no habían ventanas, había un sillón negro a un lado, mis manos estaban atadas con cadenas y como había pensado, están sangrando. A un lado mío estaba unos de los de Harry y en el lado contaría había otro como si estuvieran asegurándose que no escape. En un sillón negro de piel, yacía Harry sentado ya con sus heridas curadas y tapadas, una de sus manos descansaba en su barbilla y su pies izquierdo sobre el otro, su rostro no puede estar más golpeado. Su mirada estaba sobre mi como si fuera una persona diferente.

—¿Sabes lo que les pasa a quién no me obedece? —Habló en la misma posición. —Sufren. —Se señaló. —¿Ves como me dejaste? Sabía que en el momento que te sintieras más fuerte atacarías. Mira mi rostro ¿ves lo que has hecho? Te aseguro que lo te pasará será el triple de dolor de lo que me hiciste tú a mi. —Miró detrás de mi e hizo una seña. Me atreví a mirar sobre mi hombro encontradome con un hombre sonriendo con maldad, en su mano llevaba un látigo, al final de este había algo parecido a espinas afiladas. Junto a él había otro de la misma manera.

Mis sentidos se pusieron en alerta y todo mi cuerpo se tensó. Dije que quería morir, no ser torturada. Con una bala en mi cabeza era suficiente. Empecé a moverme pero solo lograba lastimar más mis muñecas. No quería esto, maldita sea ya he sufrido lo suficiente.

—Háganlo. —Ordenó Harry sin dejar de mirarme y enseguida un gritó atormentado salió de lo más profundo de mi garganta. El látigo había sido azotado en mi espalda. Lo retiraron con fuerza y pude sentir como mi piel se iba con él. El látigo volvió a ser azotado esta vez con más fuerza. Mis gritos inundaron la habitación. Cada vez podía sentir mi piel más maltratada y cortada. Sabía que las heridas eran profundas, no por el dolor, sino, por las espinas del látigo arrancar mi piel con profundidad.

Ya no sabía cuantas veces me habían pegado con el látigo, solo era conciente de que nunca en mi vida había sentido dolor semejante. Mi cuerpo perdió toda la fuerza que le quedaba. De no ser por las cadenas en mis manos estaría tirada en el suelo. Mi cuerpo colgaba de las cadenas y mi cabeza solo subía cuando el látigo volvía a mi piel. Sentía mi espalda completa doler y sangrar desenfrenada.

El látigo cada vez venía con más fuerzas y las risas de los hombres presentes no cesaban. Ya no podía más, estaba devastada, no sentía fuerzas. Con el pasar del tiempo y los látigos seguir hiriendo mi piel, ya no sentía mi espalda, ya el dolor era menos, o quizás es que ya estoy tan maltratada que los golpes no puedo sentirlo. Quizás este es mi fín. Todos tenemos un destino y este es el mío.

Cuando pensé y no podía más la voz de Harry se hizo presente.

—Deténte. —El látigo estaba enterrado en mi espalda y cuando fue sacado pude volver a sentir dolor. Dejaron de azotar el látigo en mi espalda pero el dolor nunca cesó.

Vi unos pasos caminar hacia las cadenas y luego sentí una mitad de mi cuerpo caer. Luego desató mi otra mano y todo mi cuerpo cayó desplomado al suelo. La sangre se regó en el suelo haciendo un charco en donde me encuentro. Mantener mis ojos abiertos empezó a ser una tarea difícil, sabía que estaba lo suficientemente dañada como para morir.

Harry caminó hasta mi poniéndose de cuchillas. Levantó mi rostro para que le viese pero mi vista se iba perdiendo.

—Nadie mas que tú buscó esto. De ahora en adelante las cosas cambiarán.

Si antes pensaba que había conocido el dolor. Ahora puedo comprobar que nada es semajante a esto.







Lifes CrossedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora